Los diarios de Emilio Renzi * Años de formación
Ricardo Piglia
Anagrama. Barcelona, 2015
358 páginas.
Cierro mi año de crítico literario con la reseña de una obra publicada a comienzos de la temporada: “Los diarios de Emilio Renzi * Años de formación”, primer volumen de los diario de Ricardo Emilio Piglia Renzi, editado en septiembre del año pasado. La segunda parte, titulada “Los años felices” y la tercera, “Un día en la vida”, se publicarán en 2016 y 2017 si su autor, que padece desde hace varios años esclerosis lateral amiotrófica (ELA), encuentra las fuerzas necesarias para llevar a cabo tamaña empresa. La ELA es una enfermedad degenerativa de las neuronas controladoras de los músculos que no afecta, sin embargo, a la capacidad intelectual. Así lo demuestra este primer todo de los “Años de formación”, que Piglia ha escrito con la ayuda de su asistente, Luisa Fernández, “la musa mejicana”. Junto a ella, figura en la dedicatoria su mujer: Beba Eguía, “la lectora de mi vida”.
En este año de Cervantes, cabe recordar que el autor del Quijote desarrolló todas sus grandes obras en apenas diez años: los últimos de su vida, entre terribles achaques. Algo así sugiere la situación de Ricardo Piglia, porque sin duda su trabajo ha sido colosal. No se ha limitado a la transcripción de los 357 cuadernos que contienen sus diarios desde 1957, sino que los ha dotado de una radical originalidad, novelizándolos mediante la atribución de los mismos a su alter ego literario: Emilio Renzi, protagonista, entre otras, de su novela más famosa: “Respiración artificial” (1980).
Para llevar a cabo tal empresa, Piglia ha seleccionado lo mejor de sus diarios y ha intercalado fragmentos en tercera persona donde el protagonista es Renzi. Estos textos sirven a menudo para introducir los diarios, o funcionan simplemente como relatos que juegan con el punto de vista. Junto a estos relatos autobiográficos, Piglia inserta también cuentos o ensayos escritos entre 1957 y 1967, cuyo proceso de escritura se narra, a su vez, en los diarios.
Todo este artificio narrativo, esta miscelánea de géneros, con toda su originalidad, es tan solo un continente cuyo contenido resulta de mucha mayor envergadura. Porque los textos incluidos en los diarios tienen la virtud de ser algo vivo y actual –pese a los cincuenta años transcurridos desde su redacción–. La brevedad hace que puedan leerse seguidos o, alternativamente, al azar, porque a menudo son aforismos, ideas, relatos breves, fragmentos de crítica literaria, memorias… Todo ello con una perfecta trabazón.
El conjunto parece no agotarse nunca; si bien, por agrupar temáticamente los textos, diré que cuatro son los ejes que vertebran los diarios. Por orden de importancia, el primer eje es el amor: las muchas relaciones, de mayor o menor duración, que mantuvo Piglia durante la década de sus 17 a sus 27 años. El segundo eje sería la lectura, los libros leídos en la juventud, los cuales reseña o toma como punto de partida para la elaboración de su propia literatura. En este sentido, el mayor número de páginas van dedicadas a Borges, Pavese, Arlt, Dostoievski, Hemingway, Faulkner y Carlos Fuentes. El tercer eje sería la formación del escritor: sus primeros ensayos y colecciones de cuentos. La década culminará con la publicación en 1967 de dos colecciones de relatos: “Jaulario” y “La invasión”.
Por último, como cuarto eje, Piglia dedica también muchas páginas a la amistad. Llama la atención su relación con un estrafalario delincuente llamado “Cacho”, uno de sus íntimos amigos de juventud, dedicado al robo de mansiones y vehículos de lujo, hasta su captura por la policía. Piglia relata sus crímenes sin juzgarlos en absoluto. Entre tanto él es un respetado profesor que ocupa cátedras de Historia en la Universidad mientras vive en modestas habitaciones de hotel, o en casas de amantes. Mantiene una relación fría con su padre, político peronista que se niega a que estudie Historia y desea que se haga abogado. Sera su abuelo Emilio quien le pague los estudios, y también quien se encargue de su manutención en ocasiones, gracias a un modesto salario que le da a cambio de ordenar su archivo de papeles de la Primera Guerra Mundial. El abuelo Emilio es un personaje faulkneriano. De pronto tiene fogonazos de memoria y rememora secuencias de batallas.
En suma, “Los diarios de Emilio Renzi * Años de formación” es un libro extraordinario, el libro que más me ha gustado de cuantos he leído en el año. Me deja ya con ganas de leer su segunda parte: “Los años felices” (1968-1975), que espero llegue muy pronto. En él Piglia abordará, sin duda, su fecunda relación con la novela policiaca.

Ricardo Piglia en la televisión pública argentina, impartiendo un curso sobre Borges en 2013.