El traje tradicional del Valle de Ansó
La indumentaria es una de las principales manifestaciones de la cultura de un pueblo formando parte destacada de su personalidad. Muchas comunidades, regiones o Estados tienen como norma mostrar con orgullo sus trajes regionales cuando acuden a actos en representación de su pueblo. Incluso cuando esta indumentaria tradicional se ha perdido con el paso de los tiempos no falta quien, tomando conciencia del legado cultural que representa, dedique buenos esfuerzos para su recuperación con el fin de colocarla en el lugar que le corresponde.
En el Valle de Ansó su traje tradicional ha gozado durante siglos de una atención especial, considerándose como el elemento que aporta los mayores signos de identidad cultural. De hecho, es uno de los valles del conjunto del Pirineo y de buena parte del mundo occidental donde más tiempo ha perdurado su uso. Los últimos en vestir el traje ansotano fueron María Mendiara y Jorge Puyó que fallecieron no hace mucho tiempo (en 1987 María y en 1992 Jorge), ambos lo llevaron durante toda su vida sin haber vestido nunca otra indumentaria que la que consideraban suya propia.
En el pasado la indumentaria se concebía como un componente identificativo del grupo social y, como tal, ha sido uno de los elementos culturales de origen ancestral cuyos rasgos esenciales han permanecido en el Valle de Ansó hasta nuestros días.
Es cierto que no hace mucho tiempo que se dejó de usar el traje ansotano de forma habitual. Ricardo del Arco (1943) señalaba que en 1930 eran mayoría los ansotanos que vestían su traje tradicional. Incluso más tarde, al final de la guerra civil, la mitad de la población lo vestía como atestigua Violant i Simorra (1949). Esta indumentaria despertó el interés y asombro de numerosos historiadores y etnólogos, también de pintores como Sorolla o novelistas como Galdos. Jean Vignau (1987) defiende que el traje de las ansotanas era el más importante del conjunto de los Pirineos. Por su parte Irene Seco (2007) considera la indumentaria ansotana como una de las más originales de toda la Península Ibérica y afirma que se presenta a veces todavía hoy como ejemplo de pervivencias muy arcaicas en el mundo popular y en él se defiende concretamente la fosilización de la indumentaria local de la Edad Media. En definitiva, el traje tradicional ansotano ha sido uno de los más estudiados ya desde mitades del siglo XIX, habiendo sido objeto en el Museo del Traje de Madrid de un buen número de exposiciones.
La ansotana es una indumentaria solemne con grandes rasgos de originalidad, lo que ha determinado que muchos investigadores hayan visto en ella orígenes medievales, e incluso raíces más antiguas, arcaicas o ancestrales que han pervivido hasta nuestros días.
Los habitantes del Valle de Ansó siempre han considerado su traje tradicional como uno de los principales (sin duda el que más) elementos de identidad cultural. Desde 1971, incluso antes, se celebra anualmente el Día de exaltación del Traje Tradicional Ansotano que fue reconocido primero como Fiesta de Interés Turístico Regional (BOA 16/12/2003) y más recientemente el Ministerio de Cultura del Gobierno español declaró este día como Fiesta de Interés Turístico Nacional (BOE de 18/07/2011). En esta línea de reconocimientos, el Ministerio de Transporte editó el 20 de enero de 2003 dentro de la serie Fiestas Populares una colección de sellos de Correos dedicados al Traje Típico Ansotano, otras organizaciones como la ONCE imprimieron imágenes de esta indumentaria en sus cupones como los del sorteo del 24/8/2913.
En el Valle de Ansó, cada familia guarda los trajes de sus mayores como una reliquia y todo el pueblo participa anualmente en la organización del día de la exaltación de su traje como si se tratase de la mayor festividad. Así, es frecuente ver en torno a más de 100 personas vestidas ese día con sus atuendos tradicionales, lo que constituye un apasionante viaje a través de la indumentaria para conocer la cultura y formas de vida de aquellas gentes que habitaron durante siglos estos valles.
En la sociedad tradicional la indumentaria desempeñaba unas funciones que hoy no tiene. El hombre y la mujer debían vestirse de acuerdo a unas normas sociales o creencias religiosas. Lo ritual estaba presente en la mayor parte de las manifestaciones, sobre todo religiosas, y exigía utilizar atuendos específicos en determinados momentos. No se podía acudir a un acto social o religioso de cualquier forma, había que hacerlo adecuadamente y así se fueron definiendo los atuendos propios para cada situación.
La indumentaria tradicional ansotana despertó el interés y asombro de numerosos historiadores y etnólogos. Novelistas como Galdós viajó varias veces a Ansó para ilustrar su obra Los Condenados (1893) y de esa indumentaria señala:
“Merecen las ansotanas un galardón nacional por el hecho inaudito de conservar su traje arcaico, renegando del caprichoso vaivén de las modas. Se visten por el patrón de los siglos XIV o XV. La basquiña verde es en verdad una prenda elegantísima, de largos, que dan al cuerpo cierta prestancia señorial. Los manguitos abiertos por el codo y los hombros aumentan la gallardía de la figura y los pendientes y collares con que se adornan, así como las chátaras de su calzado, completan el airoso conjunto. Para poder apreciar en todo su esplendor las bellezas ansotanas hay que verlas en días de gala, cuando adornan su seno con graciosos colgajos de filigranas de oro y ciñen su cabeza con pañuelos cuyo color y forma varían según edad y estado de las hembras. Según lo que vi en aquellos días, no lleva traza de terminar el uso de la vestimenta arcaica. Las únicas mujeres que visten conforme a lo que llaman modas son las que pertenecen a familias de carabineros”.
Por su parte Sorolla es el artista que más ha contribuido a la divulgación del traje tradicional ansotano fuera de nuestras fronteras. Su obra cumbre se la encargó Mr. Huntington para La Hispanic Society de Nueva York, fue el encargo más importante de su carrera pictórica, una serie de lienzos representativos de todas las regiones españolas para decorar una sala rectangular de 3,5 metros de altura. Fue un encargo bajo el título Provinces of Spain. El número de lienzos encargados fue de 14 en los que se recogiera la diversidad cultural de España. Para representar a Aragón pintó el cuadro La Jota bailada por un grupo de ansotanos ataviados con sus trajes tradicionales.
Sorolla estuvo en Ansó en 1914 buscando la esencia del cuadro que dedicará a Aragón. En sus escritos hace referencia al interés de su arquitectura, la sencillez de sus gentes y, sobre todo, a los “distinguidos trajes” que cautivaron al pintor de manera que dice Ansó es admirable para pintar figuras; así que cuando tenga que hacer estudios para el cuadro de Aragón volveré aquí.
Además del cuadro La Jota, mezcla de realidad y ficción, un canto al buen humor seductor y socarrón del montañés, Sorolla pintó diversos cuadros de ansotanos, predominando el traje femenino, que han sido expuestos en las galerías más importantes del mundo, de forma que se puede considerar a este pintor como el divulgador universal del traje tradicional ansotano. Estos trabajos no solo han tenido interés pictórico, sino que al ser estudiada la propia obra de Sorolla por historiadores del arte, despertó en distintos investigadores (españoles y extranjeros) el interés por estudiar el traje desde diferentes disciplinas científicas, lo que coadyuvó a una mayor divulgación de este fenómeno cultural.
El traje tradicional ansotano está muy en relación con los ciclos religiosos o litúrgicos, relacionando la vida del hombre con estas creencias. Así tenemos trajes de bautismo, de confirmación, comunión y bodas; es decir, una relación directa entre las etapas más significativas de la vida del hombre y los ciclos litúrgicos. El paso de un ciclo sacramental conllevaba un cambio en la vestimenta del hombre. Además de la relación con los rituales sagrados en el traje tradicional ansotano se diferencian los trajes de diario, festivos, de trabajo… todo ello supone una gran variedad de trajes que reflejan la riqueza de esta indumentaria.
Muchos ansotanos vistieron sus trajes tradicionales, o propios, durante toda su vida y no estamos hablando de tiempos muy lejanos. En 1943 Ricardo del Arco dice que eran mayoría los ansotanos que vestían su traje tradicional y Violan i Simorra atestigua que en 1949 más de la mitad de la población seguía vistiéndolo. Los últimos en vestirlo fallecieron a finales de los años ochenta y noventa del siglo pasado; es decir, hace poco más de 20 años.