17/04/2018

La última burla del bufón

“No era feo ni enano ni deforme ni bobo. No necesitaba valerse de ningún objeto ni vestir de forma ridícula para hacer reír. Entre sus privilegios como bufón figuraban poder cubrirse y sentarse delante del emperador, a quién podía tratar de vos”. Así se describía a don Francés de  Zúñiga, Francesillo, protagonista de esta historia, que en el año 1522 entró como bufón, al servicio del emperador Carlos I de España, cayó en desgracia, y fue asesinado cuando era aguacil mayor de la villa de Béjar. El escritor zamorano y profesor de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca Luis García Jambrina con su nueva novela, El manuscrito de fuego, culmina con gran brillantez una tetralogía que había iniciado el camino hace diez años con   El manuscrito de piedra en 2008 y El manuscrito de nieve en 2010.

Se trata pues de una novela histórica y a la vez negra, pues existe un crimen que debe ser resulto en pleno siglo XVI, combinación perfecta ente intriga detectivesca y extraordinaria ambientación histórica. Al frente de la investigación, por expreso encargo de la emperatriz Isabel de Portugal, se encuentra el pesquisidor Fernando de Rojas, célebre autor  de La Celestina– el pesquisidor, era una figura propia de los procesos penales de Castilla, que debía indagar y recoger pruebas  sobre un crimen, de forma imparcial e interrogando a cuantos se relacionaban con los hechos, quienes estaban obligados a declarar-. El manuscrito de fuego, cuyo marco temporal se sitúa en torno al año 1532, muestra la lucha por el poder, en sus distintas vertientes, así como la picaresca y su correspondiente crítica social, en un tiempo de expansión del humanismo frente al anticlericalismo por el que se luchaba, por ejemplo, en las universidades  mientras que paradójicamente Carlos V estaba entregado a una batalla contra los partidarios  de la reforma protestante de Lutero.

Todo aquello que va aconteciendo a lo largo de la novela, aparece de una forma realista y verosímil. Salamanca, Béjar, Medina del Campo, los tres escenarios principales de la novela son en realidad personajes que aparecen descritos de una manera deliciosa y minuciosa. Pues desde estas localizaciones, el autor, nos invita a acompañar  al protagonista de la novela desde los mesones más oscuros y peligrosos hasta los palacios de la nobleza del momento. En realidad, El manuscrito de fuego es una excusa del autor para homenajear por un lado a la fachada rica de la Universidad de Salamanca, una de la más bella y a la vez más enigmática de la historia del arte en España y en Europa, a una gran mujer, Isabel de Portugal, esposa de Carlos V y gobernadora en ausencia de su marido, durante el desarrollo de esta novela, y por último, al autor de La Celestina, Fernando de Rojas.

Una coctelera  con una gran carga de referencias literarias, emboscadas, secuestros y más de una herida de sangre que hasta tiene moraleja “todo en esta vida, hasta los emperadores, los imperios y la noción misma del imperio, no es más que vanidad. O que la risa y el humor pueden ser un buen instrumento para denunciar  la mentira, la injusticia y la tiranía”. Elija el lector el que más le guste.

Luis García Jambrina. El manuscrito de fuego. Espsa, 2018. 417pgs