andalán 50 años » II. Des-velando Andalán » 2.7. Los principales temas
Andalán desde Andorra
Cuando Andalán nace la Universidad zaragozana estaba en llamas: 1972 fue el año de la revuelta estudiantil, con su huelga interminable, con el tapiado de la facultad de ciencias y con el vuelco del coche del rector todo incluido. El que suscribe cursaba segundo de comunes en la Facultad de Letras. Fue allí y a partir de entonces cuando, como tantos otros, empezó a tomar parte en el asunto y encarrilarse en las opciones políticas más radicales contra el franquismo. Por eso, saludé, también como tantos otros, la aparición de un periódico quincenal que reunía firmas de todo el arco de la izquierda antifranquista; también las más radicales, aunque menos, y eso se tenía en cuenta entonces. Por eso, lo respetábamos, pero seguramente algunos no nos identificábamos tanto con ese proyecto periodístico como lo podemos hacer hoy cuando valoramos su papel desde la distancia. Pero no voy a hablar de esto, porque ya está debidamente reconocido y prefiero focalizar este escrito en la relación de Andalán con Andorra. Y para ello elijo dos momentos precisos: 1975-79 y 2010.
Andorra entra en la historia más contemporánea cuando el último gobierno de Franco, a través del INI, decide construir una central térmica en su término municipal para dar salida a los lignitos de las cuencas mineras turolenses en un momento de crisis energética, con precios altos del petróleo a raíz de la guerra árabe-israelí de 1973. Hasta ese momento, no parecía sino que no hubiera pasado nada en la zona desde el establecimiento de la Calvo Sotelo a finales los años cuarenta y la inauguración del ferrocarril minero por Franco en 1953. Ni siquiera el Endesa Andorra, el club de fútbol, había eliminado todavía al Zaragoza de la copa, pues eso pasaría en 1980; ni había tocado tampoco el gordo del Niño, que eso aún sería más tarde, en 1983.
Ya antes del comienzo de su construcción, la Central Térmica Teruel fue objeto de consideraciones muy críticas por los efectos que pudiese tener y Andalán las encabezó. Así, en diciembre de 1974, publicaba un informe que tituló “Aragón contra Aragón” en el que, en resumen, se venía a decir que todo un cúmulo de errores “han llevado las cosas al punto conflictivo en que se encuentran” y que antes que el lugar de localización de la térmica se requeriría un plan integral para la zona, la tierra baja”.
Hoy en día, vista la realidad de las cosas, vemos con cierta condescendencia esos reparos. Pero ya entonces, Mario Gaviria, en las propias páginas de Andalán, si bien se congratulaba del informe publicado, lamentaba que no se hubiera hecho un estudio serio sobre la situación laboral y condiciones de vida de los mineros y la de los agricultores del Bajo Aragón, así como de la política energética del Gobierno y del contexto internacional de la energía, en vez de limitarse a lo que parecía un sofrito de noticias sacadas de Heraldo, Noticiero u otros medios.
Cinco años después, casi terminada la central, cuando se puso en marcha el primer grupo, Andalán (29-03-79) dedicaba su portada a la térmica presidida por una fotografía de gran tamaño y un titular, “Nos queman el futuro”, que venía a pronosticar un negro panorama para toda la zona con tintes un tanto demagógicos: «Un gigante que ha engullido ya 30.000 millones de pesetas (¿se imaginan lo que hubiéramos podido hacer los aragoneses con ese dinero?) y que va a quemar en treinta años todo el carbón bajoaragonés para producir más kilowatios, que seguirán llenando los bolsillos de la media docena de familias que dominan la electricidad en España. A cambio, aquí nos dejarán una comarca (el Bajo Aragón) esquilmada de su principal recurso natural, unos regadíos (los de Calanda) sin terminar porque el agua hace falta para la central y unos cuantos miles de toneladas de azufre para terminar con los pocos cultivos que queden. Esto no es una hipótesis, sino una realidad a treinta años vista. Y la cuenta atrás empezó el día 22 [de enero de 1979]”. En páginas interiores el tono era ya apocalíptico: «Cuando esto suceda ya nada quedará aquí, ni siquiera la electricidad producida. Varios millones de toneladas de azufre arruinarán las huertas del Guadalope y el Martín, que constituyen, junto a otras, una de las plataformas indispensables para la repoblación del territorio aragonés [J.L.F.].”
Ciertamente hubo una preocupación en Caspe (DEIBA) y en Alcañiz (DEIBATE) por las consecuencias que se preveía pudiera tener la instalación de la térmica. Pero no era así en Andorra. Si acaso en Alloza, donde los vecinos se aprestarían a defender los olivos que los demás desmontes se iban a llevar por delante. La mayor parte de la población estaba pendiente en esos momentos de la negociación del convenio minero que negociaban la dirección de Endesa y el comité de empresa salido de las primeras elecciones sindicales de la democracia (1978). Se luchaba por los salarios, por las condiciones laborales y por las sociales. No estaba en el orden del día el cuestionamiento de la central. Lo que sí se veía era un crecimiento demográfico y una mejora sustancial en materia educativa, sanitaria y urbanística, aspectos que se echaban en falta, con razón, en los momentos en que Andalán realizó aquel informe del 74. El año siguiente, por cierto, yo llegaba destinado al Instituto de Bachillerato recién inaugurado de una Andorra en plena ebullición social, política, sindical y vital.
La térmica ha seguido siendo objeto de controversias y, finalmente, de movilización popular, pero en un sentido contrario al que se exponía en Andalán, el de la defensa de su existencia y de su mantenimiento en tanto se procurase una salida económica para la comarca, porque el panorama con su cierre (y en eso sí que acertó Andalán) era desolador.
La otra fecha escogida es la de 2010, año en que el Ayuntamiento de Andorra, a través del Centro de Estudios Locales (CELAN), quiso homenajear, en su nombramiento como Hijo Predilecto de la Villa, a Eloy Fernández Clemente, quien había sido fundador y director (primero y último) de Andalán. Indirectamente el homenaje se extendería a la revista porque cuando, entre otros actos y publicaciones, se decidió hacer una exposición gráfica en torno a la vida o a alguna de las múltiples facetas de Eloy Fernández Clemente, se pensó en hacer un álbum comentado de los primeros años de la Transición con fotografías publicadas en la revista. Y se pudo hacer gracias a las buenas relaciones del CELAN con los hermanos Sánchez Millán, que habían sido fotógrafos habituales de Andalán. Fue divertido y creo que gustó mucho.
Y acabo así, porque me parece que es la mejor manera de cerrar el círculo en torno a este binomio imaginado Andorra-Andalán y, de paso, dejar demostrado por la parte andorrana que Andalán tenía razón, en las palabras de despedida de su último número (enero de 1987), cuando decía: «Es muy posible que, a pesar de nuestras muchas deficiencias, cuando se quiera hacer la historia de Aragón en los últimos años del franquismo, en la larga transición, en esta etapa de crisis y de esperanza, haya que contar con el casi medio millar de números de este tozudo, radical e independiente periódico”.
Andorra, 28 febrero 2022
Javier Alquézar Penón