andalán 50 años » II. Des-velando Andalán » 2.13. Otros usan su nombre

“Andalán”. Un nombre para un Instituto

El IES “Andalán” nació en 1991 al final La Almozara, un barrio joven, en expansión, de anchas y avenidas y abundante arbolado, que rodeaba las casas de un viejo barrio, llamado de “La Química”. Hasta la década de los 80, el emplazamiento de la empresa “Industrial Química de Zaragoza SA” y la cicatriz que suponía el ramal ferroviario del enlace con la línea de Barcelona habían provocado el aislamiento del barrio. Sólo tras la desaparición de estos obstáculos se pudo iniciar una profunda transformación urbanística que dio paso a lo que hoy llamamos el barrio de La Almozara. Así, en los años ochenta, a la par que progresaba la zona residencial, crecía el número de parejas jóvenes con hijos pequeños que demandaban plazas escolares. El cambio demográfico sobrevenido exigió la creación de los Colegios Públicos “Puerta Sancho” y “La Almozara” que, unidos al “Jerónimo Zurita”, pudieron acoger el creciente número de  alumnado. Los niños se hicieron adolescentes y para seguir cubriendo sus necesidades educativas se hizo necesario la creación de un Instituto: el IES Mixto 17.

Evoco el recuerdo de aquel lejano día de 1991 en el que visité por primera vez la parcela donde se iba a ubicar el Centro y en mi memoria junto a los altos bloques de viviendas, algunos de ellos aún en construcción, se cuelan imágenes de las verdes huertas de la ribera del Ebro que se extienden un poco más allá y hasta puedo escuchar los ladridos del perro que pastorea a un rebaño de ovejas. Aún faltan 17 años para que la Expo modifique definitivamente el espacio urbano de esta zona cercana al Instituto.

El IES “Andalán” nació sin nombre, como todos los que en esos años comenzaban a proliferar en las distintos distritos de la ciudad. Tan solo el número que seguía al genérico apelativo “Mixto” los diferenciaba. Por lo demás, el ladrillo rojo cara vista, las verjas verdes y la formica de su mobiliario los hermanaba para siempre como centros de enseñanza. Pero en el caso de nuestro Instituto sí que había una diferencia: nuestro Centro nació sin nombre, como todos, pero no nació vacío.

El IES “Andalán” fue el fruto del segundo desdoblamiento de otro de los institutos más antiguos y de gran tradición en Zaragoza: el “Mixto 4”. El primer desdoblamiento, que se había realizado en 1975 con la creación de un nuevo instituto situado en el Alto de Carabinas, no solo se llevó a un grupo de profesores, sino que también se llevó su nombre, IES Ramón Ramón Pignatelli. Tras esta primera segregación, el “Mixto 4”, rebautizado como “El Portillo”, continuó su andadura en la Real Casa de Misericordia, hoy espléndida sede de la DGA y entonces un vetusto edificio degradado. La caída de un techo de una de las aulas condujo al “Mixto 4” a una nueva ubicación en la calle San Vicente de Paul donde ocupó el que había sido el Colegio de los Hermanos Maristas, salvado de la demolición en el último momento para darnos cobijo. Tras una década de provisionalidad, la Administración educativa nos ofreció la posibilidad de un segundo desdoble: una parte del profesorado se haría cargo del nuevo IES “El Portillo”, que volvía a su zona de origen en la calle Juan XXIII, y el resto del profesorado se encargaría de un nuevo centro en La Almozara. Teníamos las manos libres para elegir nuestro destino.

Un grupo de profesores, unidos por fuertes lazos ideológicos, profesionales e incluso de amistad, que habíamos vivido con intensidad el debate en torno a la Reforma Educativa, tomamos la decisión de irnos juntos al “Mixto 17” para hacer realidad el proyecto educativo soñado. Los cursos anteriores como profesores en el crítico y reivindicativo Instituto “Mixto 4” habían sido para nosotros un fecundo periodo de ensayo y aprendizaje. Habíamos reflexionado sobre la realidad de nuestro Centro y habíamos llegado a la conclusión de que cada centro educativo es un microcosmos con sus propias señas de identidad y que cada Comunidad Educativa debía ser quien definiera sus objetivos educativos y concretara su propia organización. Habíamos aprendido el valor del trabajo en equipo y la necesidad del consenso a la hora de establecer acuerdos. Habíamos constatado la complejidad de la institución escolar con su diversidad de motivaciones, intereses, expectativas y valores. Nuestra experiencia docente nos había hecho ver que en la escuela, como tampoco en la sociedad, no existe la asepsia ni la neutralidad ideológica. Y, por último, creíamos que un  funcionamiento creativo, corresponsable y eficaz de un centro docente era posible.

 

IES Andalán

 

Así pues, el IES “Andalán” no nació vacío, ya que desde el primer día se llenó con la ilusión de unos pocos docentes que querían poner en funcionamiento un proyecto educativo justo, innovador y coherente. El reto era enorme, pero apasionante. Era firme nuestra convicción de la escuela pública como servicio público fundamental, garante de la necesaria igualdad de oportunidades. Sabíamos del objetivo final de nuestra tarea: la forja de individuos cultos, críticos, libres y felices que pudieran insertarse de manera plena y fecunda en la sociedad. Pero ahora debíamos poner en pie ese modelo educativo innovador que lo hiciera realidad. Fueron años trepidantes, marcados por la ilusión y el trabajo. El primer paso fue el diseño un organigrama organizativo flexible y bien coordinado donde las estructuras horizontales y verticales fueran solidarias asegurando la participación activa de todos los componentes de La Comunidad Educativa y un efectivo reparto del “poder”. A continuación, empezamos la redacción de nuestros documentos institucionales Así, paulatinamente, el espíritu del Centro se fue explicitando en su Proyecto Educativo, en su Proyecto Curricular y en las consecutivas Programaciones Anuales y sus Memorias finales. Por otra parte, durante los primeros cursos convivieron en nuestras aulas diversas ofertas educativas (REM, BUP, COU, ESO, Bachillerato,  FP), fruto de la riada de Leyes Educativas que desbordaron el panorama educativo desde los ochenta, y desde el curso 92/93 acogió, como experiencia piloto, el Programa de Integración de ACNEE (Alumnos con Necesidades Educativas Especiales).

Todo lo dicho hasta aquí es una realidad que se puede rastrear en las actas y los archivos del Instituto. Sin embargo, el relato de la experiencia quedaría corto si no hablo de esa otra realidad que se hacía palpable en el día a día. Durante esos primeros años de la vida del instituto, a la par que se montaba el entramado educativo, germinaba una convivencia cálida y entrañable que daba pie a un curriculum oculto articulado en torno al Día de la Mujer Trabajadora, el Día de la Paz, las Jornadas culturales, las fiestas de Carnaval… Cualquier espacio del centro se convertía en lugar polivalente donde se compartían celebraciones, risas, ideas y confidencias. El Centro multiplicaba sus actividades y rezumaba vitalidad. Fueron años de esfuerzo y de trabajo colectivo. Tampoco faltaron desazones y congojas. Pero frente a todo ello fueron años felices, llenos de entusiasmo y de pasión.

 

Aletheia es el nombre de la revista del instituto que dirigió, desde su creación en 1996, Carmen Morales, responsable de la biblioteca.

Aletheia es el nombre de la revista del instituto que dirigió, desde su creación en 1996, Carmen Morales, responsable de la biblioteca.

 

Pasados los dos primeros cursos, tuvimos la certeza de que el camino escogido iba en la buena dirección. Nuestro Centro era de ladrillo rojo, como casi todos los nuevos centros que se iban construyendo en la ciudad, pero su forma de encarar el proceso educativo lo hacía diferente a los demás. Era el momento de ponerle un nombre que lo identificara, y el nombre elegido fue ANDALÁN.

Recuerdo otra tarde, esta vez de principios de 1994, en la que nos reunimos con José Antonio Labordeta, Emilio Gastón y Eloy Fernández Clemente para hablarles de nuestro propósito. Ellos habían sido personas fundamentales en la vida de la revista aragonesa y a nosotros nos parecía de ley que, antes de iniciar cualquier proceso, supieran de nuestra iniciativa. La reunión fue en “El ángel azul”, un bar del Casco histórico zaragozano, que en aquellos años era refugio de tertulianos y trasnochadores. Allí, sentados alrededor de uno de aquellos veladores de mármol se hermanaron definitivamente Revista e Instituto.

Contando con la explícita y efusiva aprobación de la propuesta por parte de los que habían sido dueños del nombre, preparé el escrito, que figura a continuación, para justificar ante la Comunidad Educativa y ante el MEC (todavía no habían llegado a las Comunidades las transferencias en Educación) el porqué de la denominación ANDALÁN para el hasta entonces “Mixto 17”. El texto iba acompañado por cartas de apoyo de los mencionados intelectuales, a las que se sumaros otras de José Ramón Marcuello y de mi entrañable amigo Luis Yrache, que había sido durante más de 10 años director del IES “Mixto 4”.

 

“ANDALÁN”. Un nombre para nuestro centro

A mediados del curso pasado, cuando nuestro Instituto comenzaba a tener un perfil propio, nos planteamos la necesidad de dotar a nuestro colectivo con un nombre que lo definiera. Esta tarea no es un asunto insignificante. Un grupo de compañeros comenzamos a barajar ideas. Queríamos que el nombre significara algo más que una simple denominación, que fuera reflejo de nuestras propias señas de identidad y de la concepción educativa que emanara de ellas; es en este contexto donde surge el nombre de ANDALÁN.

ANDALÁN dio nombre en las décadas de los 70 y los 80 a una revista  cultural aragonesa de vital importancia, pero fue algo más que una revista. Bajo este nombre hay resonancias de preocupación social, cultura y libertad. Bajo este nombre, un amplio grupo de intelectuales y profesionales unieron sus esfuerzos para dotar a nuestra tierra aragonesa de identidad y de esperanza.

Sin duda, sus esfuerzos no fueron baldíos y en el Aragón de hoy está presente el espíritu de “Andalán, aunque, quizás, no suficientemente reconocido.

Creemos que nuestro joven Centro se siente afín con este espíritu. La finalidad última que se plantea nuestra Comunidad es educar a los alumnos y alumnas para que lleguen a ser adultos cultos, libres y comprometidos con su sociedad. Por otra parte, el vocablo “andalán” es un aragonesismo cuyo significado es plantar en hilera, en colectivo ¿Cabe una metáfora más hermosa para definir nuestro quehacer educativo?

Dice la tradición popular que es de bien nacidos el ser agradecidos y la historia nos enseña que, por olvidar demasiado pronto nuestro pasado, la humanidad ha cometido tremendos errores. El que un centro docente de Zaragoza se denomine ANDALÁN servirá para mantener vivo el recuerdo de nuestra historia inmediata y servirá de elocuente homenaje a ese numeroso grupo de hombres y mujeres que tanto hicieron por que nuestra cultura, sociedad y, en definitiva, nuestra vida fuera mejor.

Este es el sentido con el que presentamos a la Comunidad Educativa del Centro la propuesta del nombre ANDALÁN. Creemos que por su valor educativo y simbólico, además de su eufónica sonoridad, será un buen nombre para el Centro.

 

Hoy soy una profesora jubilada del IES “Andalán”, pero al releer este escrito vuelvo a sentir la emoción de antaño. Al igual que los compañeros de la revista “Andalán”, nuestro Instituto también luchó por crear un espacio de libertad donde fuera posible una Escuela Pública de calidad y, al igual que ellos, renunciamos a sumisiones y seguidismos y creímos en nuestro propio proyecto. Creo que eso es el meollo de lo que he llamado “el espíritu de Andalan”. No es objeto de este escrito hablar de las tempestades que, con sus embestidas de legislaciones incoherentes,  decisiones injustas,  recortes o de desprecio hacia la igualdad de oportunidades, han puesto en peligro de zozobra la nave de la Escuela Pública. Baste decir que siento el orgullo y el honor de ser una “Andalán” y que, por ello, en mi espíritu no cabe el desaliento. Creo firmemente que siempre habrá navegantes valientes y comprometidos, de actitud inquebrantable ante la adversidad,  que seguirán dejándose el alma en hacer posible una sociedad más democrática, más justa y más feliz. Quizás no lo sepan, pero ellos también son “andalanes”.

 

Zaragoza, 17 de enero de 2022

Pilar Barreiro Sancho