andalán 50 años » II. Des-velando Andalán » 2.8. Andalán y la Cultura

Andalán y las 8 artes liberales

Una de las ideas más divertidas y afortunadas fue la de denominar así a la sección que reunía todas las manifestaciones culturales. La provocación permitía integrar las tradicionales crónicas de arte, música, teatro, cine, etc. con cualquier otra manifestación breve y sin destino claro. De ese modo, se iban haciendo amigos y amigas en esos sectores, que a su vez polemizaron, escribieron, ayudaron de diversas maneras.

Como va relatado en su sitio, el mundo de los pintores estaba encabezado por José Luis Lasala “Royo Morer”, crítico habitual muchos años, y abarcó desde los posters de Antonio Saura o Rafael Alberti a los más de casa Pablo Serrano, Salvador Victoria, Manolo Viola, Ricardo Santamaría, Lagunas, Vera, Sahún, Bayo, Cano, Broto Julia Dorado y Maribel Lorén y un largo etcétera, que donaron y permitieron editar réplicas, tiradas de grabados, y dibujaron e hicieron portadas u otras ilustraciones. En cuanto a los dibujantes y humoristas, tienen aparte una magnífica sección propia.

 

 

La música clásica tuvo siempre un tratamiento excepcional, con las asombrosas reseñas de “Alfredo Benke”, que era un jovencísimo Hansi Carreras López, quien además nos acercó a quienes la programaban y ejecutaban: José Luis González Uriol, José Vicente González Valle, Pedro Calahorra.

Y muy cerca, los cantautores, nuestro motor más vivo. El primero, Labordeta, que dio ese paso, a pesar de su timidez bronca, de su aparente torpeza ante la gente (lo que le confirió un encanto especial, un sabor a algo nuevo, fresco, veraz), porque se quería ante todo poeta. Pero la canción fue un eco impensado a sus mensajes bellísimos sobre la tierra ignota, las gentes más tristes y desoladas, la defensa del agua, la ecología, el autogobierno. Nosotros les anunciábamos y hacíamos crónica de conciertos, y ellos nos animaban desde sus tablados por los pueblos.

 

 

En esas luchas, con voces tremendas y letras de mucha garra, combativas y pegadizas, La Bullonera ocuparía un lugar de compromiso y orgullo aragonés. La jota sonaba con otra letra y otro aire. Y Joaquín Carbonell, con su sorna inigualable, su tono menor, tras los pasos de Brassens, ironizando sobre cosas y gentes, y templando aires de ternura y nostalgia. Y Tomás Bosque, que cantó en catalán con una suave voz de acariciar los matorrales y olivares del Bajo Aragón. Y Ana Martín, fuego del Pirineo, y unas pocas voces más que se animaron y nos animaron.

Y otras formas musicales, conciertos, fiestas, en las que colaboraban los grandes críticos Plácido Serrano y Javier Losilla, Luis Badal, José Luis Cortés, Curro Fatás y algunos más. Llegaron algo después y no faltaron ya nunca en el entorno de Labordeta, La Ronda de Boltaña y otros muchos.

 

 

Ya nos cuentan Mariano Anós lo que pasaba con el teatro, y Luis Alegre con el cine. En el que hay que recordar apariciones de Alejo Lorén, Pomarón, los Sánchez Millán, además de los Artero, Rotellar y Borau. No la contaremos, pero sí citar la tremenda polémica que causara en José Luis Borau la dura crítica de Juanjo Vázquez sobre “Furtivos”. Prueba de libertades, debates, amistad.

En su proximidad, la fotografía como arte, con los grandes veteranos Avellaned, Navarro, Rogelio Allepuz y otras ayudas más o menos periódicas. La amistad con Duce, Tartón, Pepe Verón. Y ¿dónde se habrá metido aquel jovenzano mágico Jacinto Ramos?