Lenguas y viajes
Qué gusto, leer un gran libro de poesía en dos de nuestras tres lenguas: Luna que no ye luna/Luna que no es luna (Eclipsados) de Anchel Conte, es un regalo a todos los sentidos, sentimientos, pensamientos. Desde Razón de amor y La voz a ti debida, de Pedro Salinas, no había vuelto a encontrar tan bellos versos, tan hermosos gozos y sombras de amor humano, qué importa el género y condición de sus protagonistas. El gran historiador y narrador, muestra aquí todo el arte y toda la sensibilidad de sus tres anteriores poemarios: el reeditado y auroral en aragonés No deixez morir a mía boz (1972), y los mucho más recientes O tiempo y os días, y Zaga o mar o desierto. Diré mi pillería: he leído todo en castellano, más rápido, y cuando encontraba imágenes especialmente impactantes, consultaba esa frase o versos en aragonés, a su derecha. El efecto, impresionante. El aragonés, amigos, se revela como un vehículo maravilloso para expresar el mejor amor.
Casi una “cuarta lengua” es, y hace tiempo que se reconoce así en el mundo de la Filología, el castellano hablado mayoritariamente en Aragón, con infinidad de modos y palabras. Antonio Pérez Lasheras, gran especialista en la literatura del XVII, “persona con conciencia de la lengua, preocupado por cómo se utiliza un instrumento común a casi quinientos millones de hablantes, y que maltratamos sintener conciencia alguna de lo que decimos”, ofrece en Oráculo verbal y textual. Trescientas perlas sobre el habla de Aragón (Eclipsados). Agudísimos comentarios, curiosidades, iras y divertidas puyas, hacen de este un libro que, ojalá, como ocurrió con su guía, El dardo en la palabra, de Fernando Lázaro Carreter, sea un éxito de ventas y reflexiones.
Con retraso nos llegó y reseñamos otro de los preciosos deitarios de viaje de nuestra colaboradora Julia Emperador, Ciudades donde habita la poesía (Certeza). Al igual que en los anteriores Memorias de París y Viajes y sueños, de que dimos noticia, en este mezcla descripciones y reflexiones paseando por el Pirineo aragonés, Barcelona, Lisboa, Verona y Bolonia, Normandía y otros escenarios franceses más o menos “proustianos”, Dublín… Envidia da, y gozo al leer estas páginas. No en vano sus artículos viajeros son, junto a los de su esposo Joaquín Callabed, los más leídos de esta web.