23/02/2010

La unión hace la fuerza

«Fides autem catholica haec est: ut unum Deum in Trinitate, et Trinitatem in unitate veneremur».

Símbolo quiqumque.

Traducción: «esta es la Fe Católica: que veneramos a un Dios en la Trinidad y a la Trinidad en unidad».

Leí en un medio de comunicación («se non è vero, almeno ben trovato») que, tras el terrible atentado terrorista del 11-S en Nueva York, la Presidencia de los Estados Unidos pensó en hacer un acto de recuerdo a las víctimas. Como corresponde a la ciudad neoyorquina, entre las víctimas había cristianos católicos, evangelistas, ortodoxos, presbiteranos, anglicanos, musulmanes, judíos, animistas, budistas y un largo etcétera de confesiones, advocaciones a deidades varias, diosecillos, vírgenes y gentes que seguían diferentes sectas, creencias, mitos y demás. También había ateos, agnósticos y gentes sin adscripción religiosa conocida.

Puestos en contacto los organizadores con los familiares de las víctimas, pensaron que lo mejor sería un acto público en el que no hubiera símbolos religiosos para que nadie se sintiera incómodo y eso, a pesar de la fuerte presencia de la religión en muchos actos públicos de los Estados Unidos y, si no, que se lo digan a Zapatero.

A pesar de la decisión de los organizadores (el Gobierno de los Estados Unidos) y de las familias de los fallecidos, los representantes de las religiones cristianas y los judíos (las religiones «del Libro», excluidos los musulmanes) se unieron y, ante la posibilidad de ese acto laico, pusieron el grito en el cielo y se pusieron de acuerdo, limaron sus diferencias y consiguieron que en el acto tuvieran presencia todas las religiones cristianas en sus distintas facciones, sectas, grupos y grupúsculos unidas a los judíos para los que Cristo, por cierto, es un charlatán impostor y el Nuevo Testamento una sucesión de cuentos de dudoso valor literario.

Superaron sus diferencias y el acto acabó siendo un batiburrillo confuso de un Dios que es uno y trino, y cientos, que ha tenido un hijo y ninguno a la vez, que se ha hecho carne y no a un tiempo, y que tiene su poder terrenal en Roma y Londres, en Moscú, Ankara y múltiples ciudades de Europa oriental y Jerusalén, todo en una especie de monoteísmo que acabó pareciendo politeísmo confuso y heterogéneo.

Obviaron la decisión de los familiares de las víctimas, excluyeron a las demás víctimas que creían en otros dioses y diosecillos, que adoran otras figurillas, piedras y elementos terrenales. Y, desde luego, a los agnósticos y ateos.

 Moraleja: La unión hace la fuerza. La gente de Fe tiene creencias divergentes e incluso enfrentadas, y pueden incluso matarse entre ellos (Irlanda, Palestina, Israel,…) pero ante la laicidad actúan como Uno. Uno y trino y cientos.

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