Las bases ideológicas del régimen de Vichy
El lema del régimen de Vichy era el siguiente: “Trabajo, Familia y Patria”. El régimen que presidía Pétain era autoritario, de obediencia absoluta y con algunos preceptos tomados del pensamiento de Charles Maurras. Se gobernaba por decreto. Las primeras medidas se dirigieron contra la libertad política, ya que se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos; también se impuso la censura y se dejó en suspenso el poder legislativo del Parlamento. Este poder sólo podría ser convocado por el jefe del Estado. Pétain pretendía que Francia, la Francia que gobernaba expiase los «pecados» de la Tercera República. La nueva Francia se organizaría en torno a la Legión Francesa de Combatientes, compuesta por veteranos de guerra, y Los Talleres de la Juventud, movimiento juvenil.
El sistema debía basarse en la familia tradicional, donde el padre era como el jefe del Estado, es decir, la máxima autoridad. El propio jefe del Estado era el padre de todos los franceses, en una suerte de acusado paternalismo. De este modo se lograría recuperar el supuesto verdadero espíritu francés. La familia era el pilar, por lo que, estaba prohibido el aborto o cualquier otra manifestación sexual al margen del matrimonio, especialmente la homosexualidad.
El trabajo era el segundo pilar del régimen. Se pretendía la paz social a través del establecimiento de un sistema corporativo supuestamente superador de los conflictos laborales, habida cuenta de los enfrentamientos de la época de entreguerras, especialmente en la posguerra y a partir de la crisis del 29. Se impuso una Carta del Trabajo donde se establecía la colaboración de patronos y trabajadores pero, como en todos los demás experimentos corporativos, siempre eran los primeros los más favorecidos.
La patria era fundamental, pero una patria bien distinta de la que se habría establecido en la larga historia revolucionaria francesa. Frente a la «Libertad, Igualdad y Fraternidad» que informaba a la República, estaba el lema de «Trabajo, Familia y Patria». Frente a las libertades y derechos, a la división de poderes, al contrapeso de unos y otros, y a la pluralidad política, se define el poder del jefe del Estado, encarnación de los valores eternos de Francia y objeto de creciente culto, sin posibilidad alguna de disenso o debate, ni de contrapeso de los poderes.