Tres aragoneses en el tiempo
Con muy poca distancia han tenido lugar en Zaragoza tres actos que constituyen en cierto modo homenajes a tres aragoneses importantes. Se trata del novelista Gabriel García-Badell, el historiador Guillermo Redondo Veintemillas y el político Hipólito Gómez de las Roces. Quiero testimoniarlos, porque los dos fallecidos fueron buenos amigos y el que felizmente aún vive, también lo es. Y, sobre todo, porque merecen ese y otros homenajes, en una tierra no demasiado pródiga en ellos, ni siquiera cuando los méritos son extraordinarios.
En primer lugar, por su tiempo vital entre nosotros, García-Badell, que murió en 1994, y de cuya importante obra narrativa parecía haberse olvidado. La tesis doctoral de Olga Pueyo Dolader, dirigida por José Luis Calvo Carilla, rescata, interpreta, explica, esas dieciséis novelas, desde la excelente “De las Armas a Montemolín” (1966) hasta «El relevo de Wojtyla» y la póstuma que editó el Ayuntamiento de Zaragoza, «Saturnalia, andante visionario». Gabriel fue un hombre atormentado, ante un mundo que no aceptaba, que contrastaba con sus ideas, sentimientos, utopías, con un tono vinculable al existencialismo cristiano, y un estilo muy personal, que insertaba sus personajes, bien caracterizados, en un paisaje físico con frecuencia referido a Zaragoza y al Pirineo aragonés. Ojalá se publique pronto este buen estudio y ello haga renacer el interés por uno de los grandes de los años 1960-1990.
En segundo lugar, la muerte el pasado verano de Guillermo Redondo tras larga y penosa enfermedad da lugar a un merecido acto, sesión académica en la Facultad de Letras, el lunes 30 de noviembre, con el recuerdo del Rector y Decano, su colega y amigo Guillermo Fatás, y su hijo Javier. Guillermo fue un estudioso pulcro y riguroso de la modernidad aragonesa, cuidó con Esteban Sarasa de crear y enriquecer los magníficos fondos bibliográficos de nuestras Cortes, enseñó a varias generaciones de historiadores con sencillez y paciencia, y era una excelente persona, siempre amable, siempre sonriente. Su pérdida ha sido muy considerable.
Por último, la IFC ha publicado en un libro importante, utilísimo para nuestra historia reciente, de quien fuera segundo presidente del Gobierno de Aragón y fundador del PAR, Hipólito Gómez de las Roces. Quien, ordenado y laborioso siempre, ofrece un conjunto documental estupendo sobre “La Comunidad General de Aragón y su Mancomunidad de Obras y Servicios”, que es la historia de la actividad de las tres diputaciones provinciales (él presidió la de Zaragoza) en el periodo 1974-1979. “En tiempo tan inquietante –escribe- como el de los años sesenta del siglo pasado, la deseable búsqueda de una solución democrática recibía básicamente dos respuestas distintas: una, la de echarlo todo a rodar… Otra, la de procurar una salida que, aprovechando lo que se presumía que era el pensamiento dominante entre los españoles, permitiera dirigir los pasos de la autocracia del régimen de Franco a una democracia permanentemente susceptible de un perfeccionamiento constante y el riesgo de los retrocesos”. Es el camino que eligió, “no sin sonoras protestas, discrepantes, aunque poco eficaces”, impulsando, con otros cuyos nombres recoge agradecido, una actividad que facilitó la transición, dejando allanados algunos caminos.