El doctor Google
Es frecuente en las consultas médicas que aparezcan los padres con su hijo que no termina de curarse y que saben todo. No les interesan los antibióticos, ni las vacunas y que la fiebre es una defensa que no se debe bajar. Todo el curriculum que poseen es pertenecer a una red social autónoma que les genera todo “el conocimiento” necesario para decidir sobre como cuidar a sus hijos.
Las redes sociales, no moderadas por profesionales, le dicen todo lo que desean escuchar y creen que es suficiente.
Hay que respetar siempre a la familia pero también decirles que tener información y conocimiento son cosas diferentes, ya que el segundo punto precisa estudios, titulación, experiencia y capacidad crítica sobre el tema.
Parece que el mantra de “información es poder” tiene capacidad hipnóticas suficiente para atender la salud de sus hijos-.
Otro detalle es recordar que los principios bioéticos del cuidado de los hijos respetan la autonomía y la beneficencia respecto a los cuidados de los hijos, pero exigen también el “primum non nocere” (primero no hacer daño) y asumir la responsabilidad por las decisiones que tomen de modo personal respecto a la salud infantil, de lo que tenemos tristes y recientes ejemplos.
Viví el caso de un niño que tosía mucho y recibía remedios “naturales” desde hacía un mes. Una radiografía evidenció una neumonía y la cara de escepticismo de los padres ante la imagen no pude comprenderla. Salí triste de mi consulta. Ahora la familia se ha integrado a la pediatría tradicional y el niño evoluciona correctamente.
Google es un espacio de libertad y como toda libertad lleva implícita la responsabilidad. Hay webs pediátricas reconocidas que cumplen bien su misión.
“No existe acto humano más digno que cuidar bien la salud de los niños”, dijo el maestro Pierre Royer