Libros aragoneses
Una breve noticia de cinco libros importantes, interesantes, sobre nuestra memoria, colectiva o individual.
Sea el primero el titulado “Ángel Alcalá. Un humanista aragonés” que se presenta el 1 de octubre en Andorra, sobre su hijo vivo más ilustre, el profesor emérito en Nueva York, hace mucho hijo predilecto de la villa. En un magnífico volumen editado por el Centro de Estudios Locales de Andorra, su Ayuntamiento y el Instituto de Estudios Turolenses, contribuyen a estudiar su obra sus colegas de América y Europa, profesores e historiadores españoles, y sus viejos amigos de Andorra y Zaragoza. Revisan su larga vida (al día siguiente cumple los 88 años maravillosamente bien llevados) y obra, sus estudios, viajes, docencia e investigación; su pensamiento filosófico, histórico y literario; algunos de sus libros emblemáticos; y, junto a un breve ideario, una excelente entrevista que Juan Domínguez hizo para la revista “Crisis”.
Dos autobiografías. Una, lejana en el tiempo, es la edición de los recuerdos, abundantísimos, llenos de acontecimientos, de Santiago Gastón Añaños (Ansó, 1886-Corrientes, Argentina, 1975), “La vida de un inmigrante”. Escritas en los años cincuenta, son el relato de su azarosa vida desde que, pastor en el Pirineo, marcha a Francia, y desde allí a América. Las recupera la Institución Fernando el Católico por iniciativa de Fico Ruiz y colaboración de dos herederos del autor, Audrey Berniard y Alejandro Martín.
La otra, recién escrita y aparecida por el CELAN y el Ayuntamiento de Ejulve, es el detalladísimo recuerdo de su infancia en esa localidad turolense, y, sobre todo, en la masía La Solana, que Jesús Calvo Betés tiene y cuenta con extraordinaria penetración. Mil veces mejor que un tratado de antropología de ese mundo rural ya desaparecido, su riqueza verbal (un vocabulario al final explica muchos de esos términos, que al leer apenas se cuestionan), es este un libro que, como indica en el prólogo su paisano Juan M. Calvo Gascón, permite comprender la historia de los masoveros en el siglo XX. Los dibujos, magníficos, del profesor Jesús Gómez Planas, complementan este libro primoroso. (Por cierto, que el CELAN, en mi opinión el principal foco cultural aragonés tras la Universidad y los tres institutos provinciales, acaba de publicar el nº 15 de su Revista de Andorra, con tres trabajos excelentes sobre la historia el arte en Alloza, y un estupendo plano de la villa).
Otro profesor, este en Teruel, José Serafín Aldecoa Calvo, continúa su incansable tarea de recuperar una historia difícil, y publica en la colección Casa del Pueblo de Comuniter (bajo el cuidado de Herminio Lafoz) un estudio sobre “Los primeros sindicatos mineros de Teruel (1928-1938)”. Una investigación interesantísima sobre esa enorme laguna, que Aldecoa entresaca de su tesis doctoral. Nadie mejor que los propios turolenses para buscar, comprender, explicar, ese pasado oculto, oscuro, prohibido.
Y, en fin, (“last, but not least”), un libro más de ese viajero pertinente, escudriñador, vivencial, cultísimo, que es nuestro querido colaborador y amigo, el Dr. Joaquín Callabed, que nos hace llegar un precioso libro, “Un café con Sartre en París”, en el que evoca, junto a otras muchas experiencias, sensaciones e ideas sobre la cultura francesa contemporánea, cómo hace medio siglo justo, escuchó a Sartre “charlas y consejos” en la Coupole. (Por cierto, puede verse en Youtube una excelente copia de la película “Los amantes del café de Flore”, sobre los primeros años de Sartre y Simone de Beauvoir).