Por la Toscana (II): el valle del Orcia, Pienza y Montepulciano
En la Toscana destaca por la belleza de su paisaje el valle del Orcia, Val d’Orcia o Valdorcia. Es un territorio situado al sur de la ciudad de Siena, y que ha merecido ser incluido en el Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco. Diversas poblaciones con especial encanto, como Pienza o Montepulciano, jalonan ese territorio.
El Valle del Orcia
Al sur de Siena, el Val d’Orcia ofrece panoramas serenos y pastoriles, muestra por antonomasia del admirado paisaje toscano: Suaves colinas cubiertas de vegetación, en las que alternan los viñedos, olivos, cipreses, hayas y castaños, en un paisaje colorista salpicado de antiguas localidades de origen medieval, casas rurales, villas y torres dispersas entre la naturaleza.
Val d’Orcia ve unida su historia a la Vía Cassia, la gran vía romana que unía la capital con el norte de Italia y que atravesaba por completo el valle.
En 2004 la Unesco lo incluyó entre los lugares patrimonio de la Humanidad, por entender que este valle es un excepcional ejemplo de cómo el paisaje natural ha sido rediseñado en el Renacimiento y refleja los ideales del buen gobierno (siglos XIV y XV) de la ciudad-estado italiana.
Fuente de inspiración para muchos artistas, es un paisaje especialmente celebrado como motivo por los pintores de la escuela de Siena, floreciente entre los siglos XIII y XIV. Un buen ejemplo es el ciclo de frescos de Ambrogio Lorenzetti, “Alegoría y efectos del Buen y Mal Gobierno” (1338-39), que puede contemplarse en el Palacio Público de Siena.
En el valle se emplazan pequeños municipios típicos: Castiglione d’Orcia, Montalcino, Pienza, Radicofani, San Quirico d’Orcia. Y el visitante tiene oportunidad de saborear sabrosos productos de la zona, como el queso “cacio picorino” de Pienza, la miel de Val d’Orcia, el aceite virgen de oliva de Castiglione, los embutidos de Cinta Senese, o los vinos Brunello de Montalcino o Nobile de Montepulciano.
La Abadía de Monte Oliveto Maggiore
A 39 Kms, de Siena, esta Abadia medieval de monjes benedictinos, fundada en 1313, reúne un amplio conjunto de edificios de color rojizo emplazados en un extenso territorio rodeado de bosques, cipreses y variada vegetación. Es un lugar religioso de gran tradición que atrae a muchos visitantes .por razones de devoción o de turismo.
Cuenta con un Gran Claustro, en cuyas paredes se despliega una magnífica serie de frescos (36), obra de Luca Signorelli e Il Sodoma, que narran distintos momentos de la vida de San Benito, fundador de la Orden.
También pueden visitarse la iglesia abacial, el refectorio, la biblioteca, la farmacia y la sala capitular.
Una Cantina Storica permite disfrutar de un reparador descanso.
Pienza
Aunque es un emplazamiento con larga historia, la ciudad actual responde a la voluntad de su ciudadano más célebre, el humanista Enea Silvio Piccolomini (1405-1464), que accedió al Papado con el nombre de Pío II. De él fue la idea de construir allí una residencia temporal de la Curia papal, un lugar perfecto que respondiera a la aspiración humanística de la ciudad ideal renacentista, aunque muriera sin ver completada la ejecución de su proyecto.
Tras muchos avatares desde entonces, hoy Pienza es una pequeña ciudad en medio de un campo my bello, cercana a Siena y que goza de gran atracción para el turismo.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por la extraordinaria concepción de su espacio, el centro del casco urbano es la Piazza Pío II, una plaza armoniosa a la que dan fachada la Catedral y varios edificios palaciegos construidos en tres años (1459-1462). Palacio Piccolomini, Palacio Vescovile y Palacio Borgia.
Junto al casco urbano, un tranquilo paseo permite contemplar una vista panorámica de la magnífica campiña del valle de Orcia.
Tiene justa fama su queso pecorino, fabricado exclusivamente con leche de oveja (pecora en italiano), de textura dura, que se presenta en diversos grados de envejecimiento, no menos de ocho meses.
Montepulciano
Situado en lo alto de una colina, desde la que domina un espléndido panorama, explorar su casco urbano, vertebrado por el Corso, su vía principal, bordeada por palacios e iglesias, exige un cierto esfuerzo dados los desniveles a superar.
Actualmente es un centro de interés turístico, que atrae por su arquitectura y el equilibrio entre el paisaje natural y el construido.
Destaca su escenográfica Plaza Grande, centro monumental de la ciudad, flanqueada por la Catedral de la Asunción (1594-1680), el Palacio Comunal con su torre accesible –que recuerda el de la Signoria de Florencia—, y los Palacios Nobili-Tarugi, Contucci y del Capitán. Otros numerosos edificios nobles y religiosos están diseminados por el tejido urbano, que se recorre por calles antiguas preservadas de circulación y bullicio.
Fuera del recinto urbano, en medio del campo, se encuentra la iglesia de San Biagio, obra principal de Antonio de Sangallo (1529), de piedra clara y forma de cruz griega, con elevada cúpula, muy armoniosa en el conjunto de sus líneas.
Es muy valorado el Vino Nobile de Montepulciano, de color rubí, envejecido. La leyenda atribuye su nombre no solamente a su sabor refinado, sino a su producción por las familias nobles locales a lo largo de su historia.