Esforzadas historias
Hace unas semanas, al filo del décimo aniversario de su muerte, se celebraron en la Biblioteca María Moliner unas jornadas en recuerdo del profesor Juan José Carreras Ares, tan querido y respetado maestro de varias generaciones de historiadores contemporaneístas. Sobre su legado, que, como se decía en la convocatoria, “dejó escritos densos y brillantes diagnósticos”, hablaron varias docenas de colegas, discípulos, amigos, mostrando el extraordinario influjo de una obra escrita sólo aparentemente breve, como se había ya mostrado en varias ediciones anteriores. En esta ocasión se editaba el libro “Lecciones sobre la historia”, que añadía numerosos materiales a las seis lecciones editadas en 2003 por la Institución Fernando el Católico, también ahora editora y su director, Carlos Forcadell, primero de sus herederos, editor e introductor. Que explica que las seis lecciones son ahora veinticuatro, “al añadirse una serie de textos publicados en su mayor parte con posterioridad, algún inédito y la transcripción de alguna intervención oral”. Materiales, me apresuro a decir, de lectura que atrapa, asombra, maravilla, por la enorme documentación del autor, su ordenada claridad, su explicación tan inteligente. Claro que dominar el idioma alemán, tras sus muchos años en Heidelberg, le facilitaba estar en el epicentro de las doctrinas e ideas sobre la historia en, al menos, la primera mitad del atormentado siglo XX.
Lo que sigue, apresuradamente para dar cuenta de noticias, novedades, proyectos, es una breve referencia que, de alguna manera, alude a esa herencia de Carreras en nuestra facultad de Letras, en todo Aragón, en la historiografía española contemporánea. En primer lugar, y está incluida aquí la referencia por varios motivos, la edición que Alberto Sabio hace de Contraataque, de Ramón J. Sender (Contraseña), mostrando tanto por la elección de esta singular novela histórica (y autobiográfica) del escritor altoaragonés, como por la introducción, esa madera de historiador precisa, esa sensibilidad hacia temas sólo aparentemente tangenciales. La obra se lee con fruición (una relectura después de muchas décadas), con admiración por las detalladas descripciones, el pulso narrativo, las ideologías en danza, las contradicciones.
Y a seguido, por la vinculación con el tema de la guerra civil, y por el esfuerzo ingente que ha supuesto, debemos mencionar el estudio de Víctor Pardo Lancina y Raúl Mateo Otal, Todos los nombres. Víctimas y victimarios (Huesca, 1936-1945). 2 tomos (1448 páginas) editados por el Rolde de Estudios Aragoneses. Son 559 biografías de víctimas de las que 521 constan formalmente como fusiladas, con listado de los lugares de enterramiento, más de 7000 registros onomásticos y otros 1000 registros toponímicos, acompañados de 210 fotografías y 45 imágenes y documentos. Un impresionante diccionario biográfico sobre la represión desatada en la ciudad de Huesca durante la Guerra Civil y la primera etapa de la posguerra. Un monumental testimonio, todavía de testigos, familiares, conocedores de aquella barbarie, ante quienes querrían que todo quedara olvidado.
Y, retrocediendo dos siglos, otra tremenda guerra civil, la llamada de la Independencia, recibe dos pasos estupendos. El primero, cronológicamente, el dado por Antonio Peiró, en su admirable libro Labradores en armas. Acción política y militar en los Sitios de Zaragoza (Colección Historia XIX). Lo presentó, acompañado por Herminio Lafoz, otro gran estudioso del siglo XIX, en un acto en el palacio de Sástago que reunió un centenar de personas muy interesadas en esta historia renovada. El segundo, nos acaba de llegar el último número (91) de la revista Jerónimo Zurita, que junto a una seductora miscelánea y reseñas estimulantes, ofrece una monografía sobre “La ocupación francesa de España, 1808-1814: Ejército, política y administración”, coordinada por Carlos Franco de Espés, que ofrece un magistral trabajo sobre el tema central. Muchos eurekas.