ASOCIACIÓN DE LA BUENA PRENSA
El Noticiero” de comienzos del año 1907 nos habla de algunas iniciativas en Híjar para impulsar la presencia de una buena prensa católica (1) :
“El 31 tuvo lugar la inauguración de una capellanía que se ha fundado en la ermita de Nuestra Señora del Carmen, por la prosperidad de la Buena Prensa, y obligaciones de los fundadores, con la obligación al capellán, de enseñar gratis el latín a los niños de este arciprestazgo que manifiesten inclinación a la carrera eclesiástica.”
La Iglesia católica y especialmente su jerarquía, estaba muy interesada por tener a su disposición una Buena Prensa y lo sigue estando, a través de la cual poder transmitir sus mensajes y hacer frente al resto de la prensa, mayormente liberal e incluso republicana y socialista. Un folleto de finales de siglo, del año 1898, nos habla de la importancia de la prensa en las siguientes palabras:
“Las empresas periodísticas liberales en su afán de explotar al público sólo han atendido a satisfacer las pasiones de éste sin cuidarse de nada más y, sin conciencia ni reparos, han convertido a la prensa en una gacetilla de vicios y crímenes, en un adalid de mezquinas pasiones políticas, propagador del más infame sectarismo”. “La prensa, añadía, tiene grandes deberes que cumplir, pues que tan grande es su poder…, es un consejero a quien todos consultan, a quien todos respetan, a quien muchos creen, es quizás el principal elemento docente de nuestros días.”
En 1898 se fundó en Sevilla una asociación de buenas lecturas y seis años después se convocaba la primera Asamblea Nacional de la Buena Prensa, que se repetiría en lo sucesivo cada cuatro años. A instancias de “El Pilar” y “El Noticiero” y por el obispo de Jaca, Antolín López Peláez, se verificará en Zaragoza (21 al 24 de septiembre de 1908, dentro del marco de la Exposición Hispano-Francesa) II Asamblea Nacional de la Buena Prensa. En la presidencia, Florencio Jardiel, Santiago Guallar, M. Baselga, Pano, el conde Bureta, Eduardo Ibarra, Azara, Mendizabal, Latre, I. Jiménez, etc. Concurrieron personalidades de la prensa española y propagandistas como Maximiliano Arboleya.
Por la diócesis de Zaragoza asistieron más de mil socios, alcanzándose con los de las otras diócesis aragonesas y los inscritos de otras y del extranjero 1.684 socios vinculados a la organización. De Híjar hubo una amplísima representación, o por lo menos estuvieron inscritos los siguientes; los sacerdotes Mariano Belenguer, Francisco Burillo, Domingo Gascón, Gregorio Marcuello, el párroco; los padres Silvestre de Mañero y Angel Martínez; los seglares fueron muchos, pertenecientes a las clases más pudientes de la sociedad hijarana: Doña Florencia Burillo, Serapia Cabañero, Antonio Carrascul, Alberto Dosset, José Antonio Dosset, Lorenzo Gómez, Pelayo Albalate, Ricardo Martín, Rosa Martín, Antonio Martín, Emilio Martín, Mariano Martín, Ramón Martín, Julio Martínez Lecha, Antonio Martínez, Dolores Monzón, María Moso, Mª del Carmen Moso. Como vemos representación amplísima. De Urrea de Gaén sólo estuvieron los sacerdotes, nativos de Híjar, D. Luis Turón y D. Salvador Turón. De Samper sólo estuvo el sacerdote José Mª Blasco. De Albalate el párroco Vicente Bardaviú, y el gran terrateniente Rafael Muniesa.(2) Podemos comprobar como en cualquier movimiento católico, Híjar estaba siempre en primera fila.
La Asamblea atacó duramente a la prensa no-católica, estableció muchas cautelas para proteger la prensa católica cara el futuro, entre ellas la de crear una Agencia Católica de Noticias, que filtrase a los periódicos católicos las informaciones que fueran surgiendo. Otro tema que les preocupó fue los daños que pueden reportar a las conciencias la lectura de malos libros, defendiendo a modo de la Inquisición la prohibición de determinadas lecturas, estando ya en 1908.
El discurso de clausura de la II Asamblea de la Buena Prensa estuvo a cargo de Florencio Jardiel, Deán y Presidente de la Comisión Organizadora. De sus párrafos merecen destacarse algunas líneas, que indican el tono beligerante de la prensa católica:
“Señores: ni contra el chico, ni contra el grande, sino contra el rey; y al rey, al rey del ejército enemigo, que es la prensa impía y anticristiana, mansa o fiera, artera o descarada, cubierta con los afeites de la literatura y del buen gusto, o brutal o sañuda, asquerosa e intemperante, no; a este rey no hay que buscarlo, porque no lo hallaremos en el recinto de estos muros sagrados que han recogido nuestros deseos y nuestros votos.
Allá grita, al otro lado de estas puertas, donde nosotros vamos a ir ahora; allá grita, donde nuestra vida seguirá deslizándose en el seno de la familia y de la sociedad, y donde a cada paso se alzará ante nosotros atrevido y audaz, halagando unas veces nuestra debilidad como sirena encantadora o cerrando contra la fe de nuestras almas y contra todo aquello que ilumina esta fe y nos muestra en este valle oscuro de peregrinación la claridad y las alegrías del cielo…(3 ).
1). “El Noticiero” de Zaragoza, 6 de enero de 1907.
2). FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy. Aragón contemporáneo: élites y grupos de presión, en “ I Congreso de Estudios Aragoneses”, Zaragoza, 1978, pags. 167-190.
3)) CARRA, F. Catecismo de la Buena Prensa, Zaragoza, 1914.