La ciencia ¿otra religión?
La ciencia no anda muy sobrada de prestigio a pesar (o por) el incuestionable avance tecnológico que ha propiciado. Hay gente que impone la idea de que es dogmática como cualquier religión y nos exige, como ésta, fe. Y es precisamente todo lo contrario.
Un amable lector (Xavi) en una entrada al artículo de Andalán “Escepticismo contra Pseudociencias” afirmaba que “el poder ejercido previamente por la Teología ha pasado a la Ciencia”.
Hay que distinguir entre ciencia y tecnología. Una azada (tecnología) se puede usar para entrecavar patatas o para dar un “jadazo” al vecino que le roba los tomates. El uso de la tecnología en la dirección correcta, o no, sería otro debate en el que, seguro, nos pondríamos de acuerdo casi todos. La ciencia, sin embargo, es conocimiento. Para alcanzarlo se impone una sencilla regla “sólo afirmaré como verdadero aquello que pueda ser comprobado”.
No es una mala regla ya que desde Galileo hasta aquí el conocimiento humano sobre la naturaleza ha avanzado exponencialmente. Hoy en día no existe cerebro capaz de dominar todas las ciencias como podía ocurrir en el Renacimiento. Todos, absolutamente todos, sabemos solamente algo del saber humano. El resto, nos lo creemos. Aquí está el problema y la confusión de muchos. Si usamos la misma fe para creer en el sexo de los ángeles que para creer en que Júpiter tiene lunas ¿no es la ciencia igual a la religión?
¿Cómo compruebo si un ángel es macho o hembra? ¿Cómo compruebo la existencia de los propios ángeles? Me lo puedo creer o no. No hay ningún método de comprobación. Sólo está la fe. Con ésta misma, en principio, me creo que Júpiter tiene lunas. Pero hay una gran diferencia: quien lo afirma me dice cómo comprobarlo. Debo localizar a Júpiter en el firmamento mediante mapas celestes. Veo un puntito como el resto de las estrellas, tal vez un poco más brillante. ¿Es ese Júpiter? Mi informador, la Astronomía, me dice que ese planeta recorre toda la bóveda celeste en casi 12 años. Tengo la paciencia de comprobarlo. Es cierto. Ya tengo localizado a Júpiter. Enfoco un telescopio sencillo que me compré en una gran superficie comercial y…veo 4 puntitos que se van moviendo día a día, semana a semana, siempre sin alejarse de Júpiter. ¡Son los 4 satélites que descubrió Galileo en 1610!
La religión exige fe; la ciencia, comprobación.
Ha sido tal el éxito de la ciencia que si alguien quiere que le hagan caso tiene que usar el mismo lenguaje o añadir la coletilla “según dicen los científicos”. Aquí sí que está el lío armado. Todos hablan de la misma forma pero unos te cuentan una milonga y otros te dicen verdades comprobables. No es de extrañar que haya gente que huya de éste lenguaje ante semejante confusión y ponga en el mismo saco a la ciencia que a lo que no es; y les parezca lo mismo ciencia que religión. Se escaparon de ésta y no quieren caer en otra.
No hay más defensa que lo que vengo postulando en estos artículos en Andalán: pensamiento crítico.
La ciencia es todo menos dogmática. Toda afirmación es provisional. Si alguien demuestra que una teoría no se acomoda a la realidad, es abandonada y olvidada. ¿Quien se acuerda de la del flogisto o de que el éter ocupa todo el vacío? En ciencia no existen herejes sino desafíos para explicar mejor la naturaleza.
La única dictadura de la ciencia es la que impone la terca realidad, que es su vara de medir, y que es la que es; no la que nos podamos imaginar.