Sinatra canta al individuo moderno
A Chonín quien, contrariamente, conjugó siempre con nosotras / os
La “sociedad de pertenencia” ofrecía antaño a las personas un lugar en el mundo. El individuo quedaba anulado por integración en sólidas redes familiares, clánicas, tribales y clientelares. La ventaja de estos esquemas rígidos de encuadramiento era que garantizaba protección; sin embargo, y a la vez, sustraía toda libertad, suprimía toda intimidad. El capitalismo estaba obligado a dinamitar estas estructuras porque necesitaba mano de obra libre que pudiese movilizar en el mercado.
La primera modernidad que apareció se vio frenada por una serie de contrapesos, como afirmaba con claridad Lipovestsky hace ya tres décadas (Los tiempos hipermodernos): la tradición seguía viva en varios grupos sociales; el reparto de los papeles sexuales negaba estructuralmente la igualdad; la Iglesia continuaba teniendo una fuerte influencia en las conciencias; el ideal nacionalista legitimaba el sacrificio supremo de la individualidad; los partidos revolucionarios prometían una sociedad distinta y sin lucha de clases.
Ya no estamos en ese mundo. Todo es distinto en esta “modernidad acabada” que se presenta democrática, liberal e individualista. Se privatizan la religión y la familia; el Estado retrocede; el principio de la individualidad autónoma triunfa y tres son los componentes axiomáticos que se consolidan: “el mercado, la eficacia técnica y el individuo”.
Es necesaria una pedagogía que enseñe a Narciso su nuevo no-lugar en el mundo. Un sinfín de películas, series, novelas, realities y canciones se aprestarán a cumplir esa labor. Un solo ejemplo -entre otros varios que podríamos traer a colación- explica, mejor que muchos tratados, el nuevo papel del in-dividuo. Nos referimos a la letra de esta canción que interpreta Frank Sinatra, That’s Life. (https://www.youtube.com/watch?v=7CTpkIXDTqE). Es el mismo nombre de un álbum producido por Jimmy Bowen y que hacía el quincuagésimo del cantante. “La Voz”, “il padrino”, el impenitente seductor (1915-1998), era un hijo de inmigrantes italianos, nacido en New Jersey, que llegó a amasar una fortuna que en 1991 la revista FORBES calculaba en 26 millones de dólares, gracias a su compañía de películas, otra de cines, una línea aérea particular, industria de piezas para cohetes y propiedades inmobiliarias, además de sus numerosas actuaciones. Grabó 1300 canciones (con esa precisión en el fraseo, esa forma de microfonar y ese control de la respiración tan característicos); interpretó 50 películas; fue merecedor de tres estrellas en el Paseo de la Fama de Hollywood. En su ataúd, sus amigos le dejaron una botella de whisky Jack Daniels y una cajetilla de Camel sin filtro, sus inseparables.
¡Así es la vida!
¡Así es la vida! (así es la vida)
Eso es lo que dice todo el mundo:
«Tienes éxito en abril
Te destronan en mayo».
Pero sé bien
Que voy a cambiar esa actitud
Cuando vuelva a irme bien,
Vuelva a irme bien en junio.
Dije, ¡así es la vida! (así es la vida)
Y por muy curioso que parezca,
Algunas personas disfrutan
Pisoteando un sueño.
Sin embargo, yo no dejo,
No dejo que eso me desanime
Porque este gran viejo mundo
Sigue dando vueltas.
He sido marioneta, indigente
Pirata, poeta, peón y rey;
He estado arriba y abajo,
Enfrente y afuera.
Y hay algo que sé:
Cada vez que me encuentro a mí mismo
Cayendo de bruces contra el suelo,
Me levanto
Y me reincorporo a la carrera.
¡Así es la vida! (así es la vida)
Te lo digo que puedo negarlo
Pensé en dejarlo, nena,
Pero mi corazón simplemente
No lo aceptaría,
Y si no pensara
Que se merece ni un solo intento
Saltaría sobre un gran pájaro
Y entonces me echaría a volar.
He sido marioneta, indigente,
Pirata, poeta, peón y rey.
He estado arriba y abajo
Enfrente y afuera.
Y hay algo que sé,
Cada vez que descubro
Que he caído de bruces
Me levanto
Y me reincorporo a la carrera.
¡Así es la vida! (así es la vida)
Así es la vida y no puedo negarlo.
Muchas veces pensé en rajarme
Pero mi corazón no lo acepta.
Sin embargo, si nada vibrante aparece
Llegado este mes de julio,
Voy a enrollarme
Hasta formar una gran bola…
Y morir.
¡Oh sí! ¡Oh sí!
Sinatra sabía, y mucho, de esas subidas y bajadas personales y profesionales. Según Juan Sanguino, “That’s Life es un manifiesto sobre la experiencia humana universal (melancólica, nihilista, superviviente) y por eso funciona igual de bien cuando la versionan Aretha Franklin, Los Rodríguez, Bono o Vega nada más salir de OT2″ (“Por qué ‘Thats Life’ ha sido la canción de 2019 más allá de Joker”, El País, 29-12-2019). Efectivamente, si en 1966 la canción se hizo famosa, volvió a ponerse de actualidad en la banda sonora de la película Joker, el film para mayores de 16 años más taquillero de la historia, en la que suena hasta cinco veces. Tanto esta canción como la posterior My Way de 1969 (basada en una francesa, adaptada al inglés por Paul Anka), insisten en presentar a una persona que no depende de nadie para progresar y que resuelve las cosas “a su manera”.
En ‘That’s Life’ tenemos retratado al individuo de la modernidad. La vida se conjuga en primera persona y no existe el “nosotros”. La condición humana es flexible y mudable, dependiendo en exclusiva de la voluntad personal y la Fortuna: en menos de medio año, igual eres mendigo que rey; de igual modo estás arriba que abajo. Se trata de cumplir un proyecto de éxito personal, un sueño, y de rehacerse tras la caída. De no ser posible, siempre queda la opción de volver a la casilla de salida “hasta formar una gran bola… y morir”. No se contempla que sea el sistema quien te requiera versátil según las necesidades del mercado. No existe el “otro” con quien compartir. La responsabilidad del éxito o el fracaso son solo tuyas. Para bien, o para mal, Narciso está solo. Esta es la vida moderna.