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Esfuerzo Común (1960-1986)
Para conocer la historia reciente de la prensa libre en Aragón es necesario comenzar hablando de la revista Esfuerzo Común. En 1960 nacía en Zaragoza como revista técnica dedicada a asuntos económicos, pero su objetivo era presentar alternativas cooperativistas como medio para reducir las desigualdades y lograr la justicia social. Detrás de ella se encontró el abogado Ildefonso Sánchez Romeo como fundador y editor hasta 1976. Desde su adolescencia Sánchez Romeo (Lechago, 1917) había militado en el carlismo y durante los años sesenta se sumó a la nueva corriente progresista del movimiento, afín al nuevo pensamiento social cristiano con el que ya simpatizaba y que impregnaría toda la revista al menos hasta que dejó de editarla. Simbólicamente el primer número de la revista fue publicado el 10 de marzo, día carlista de los Mártires de la Tradición, y estaba domiciliada en la calle Fueros de Aragón, haciendo referencia a una de las reivindicaciones históricas del carlismo.
La revista, que se producía en Creaciones Gráficas Molinos y se repartía de forma gratuita entre las cooperativas de la ciudad, funcionó siempre a través de suscripciones. A finales de los años sesenta, éstas sumaban ya mil quinientas y se extendían por toda la geografía española, pues Esfuerzo Común era una revista de ámbito nacional.
Durante los cuatro primeros años aparece dirigida por Antonio Torrebadella y entre sus colaboradores se encontraban Félix Palasí Franco, abogado; Pedro Fierro Martínez, Capitán Profesor de la Academia General; Modesto Sanemeterio Cobos, sacerdote; Isaías Zarazaga, catedrático de Zootecnia y Fernando Maestro Palo, asesor de Unión Territorial de Cooperativas del Campo, entre otros. En realidad, el peso de la revista, incluida la redacción de la mayor parte de los artículos, recayó siempre en Sánchez Romeo. A partir de 1964, sin embargo, empezó a compartirse ese “esfuerzo común” con los periodistas José Omenat y luego Simón González y Gómez como directores y los nuevos colaboradores.
En el fondo Esfuerzo Común era una revista de opinión dentro de lo que permitía los limitadísimos márgenes de la ley de prensa. De ahí que jóvenes del ámbito carlista de Zaragoza se interesaran por la revista y pasaran a formar parte de su redacción. Algunos de ellos eran Pedro José Zabala, Esteban Escobar Frauca, Emigdio del Fraile Carrillo, Jaime Zabala o Ramón Sáinz de Varanda. En aquel momento, parte del carlismo se encontraba en su punto álgido de renovación doctrinal y la Agrupación Escolar Tradicionalista de Zaragoza era una de las más activas, destacando como uno de los principales ideólogos Pedro José Zabala (Logroño, 1934), que pasaría a ser uno de los redactores más importantes de la revista. De este modo, Esfuerzo Común se transformó en un órgano de propaganda carlista, donde se difundió y debatió sobre la nueva doctrina. Y puesto que esta renovada corriente carlista se había instalado en el antifranquismo, Esfuerzo Común se convirtió asimismo en una revista de oposición a la dictadura.
La libertad de expresión seguía sin existir en España, así que Sánchez Romeo debió hacer gala de todo su ingenio para intentar esquivar la censura, regida a partir de 1966 por la nueva Ley de prensa. En cuanto fue promulgada, Sánchez Romeo solicitó la autorización para que Esfuerzo Común fuera una revista de Información general y obtener así un mayor margen de actuación. Sin embargo, hasta enero de 1968 no lo logró, tras numerosas llamadas telefónicas y visitas al Ministerio de Información y Turismo pidiendo explicaciones por aquella demora. A partir de entonces, Esfuerzo Común pasó a ser la primera revista aragonesa en intentar informar de manera libre y crítica sobre la realidad española, que para aquel entonces se encontraba inmersa en la crisis del franquismo.
El régimen franquista ya no era dueño absoluto de la opinión e intentaría recuperarla por medio de la represión y el endurecimiento de la censura. Lo cierto es que las autoridades judiciales y las de Información y Turismo se cebaron con Esfuerzo Común. En apenas tres años, desde noviembre de 1971 hasta julio de 1974, la revista vivió cinco secuestros, numerosos expedientes, una inspección extraordinaria y tres multas.
El primer número secuestrado fue el de noviembre de 1971 donde se denunciaba la impunidad del caso MATESA, por el que Sánchez Romeo y el nuevo director tuvieron que declarar ante el juez por un presunto delito de injurias al jefe de Estado. Finalmente no se decretó la medida de prisión provisional, pero el expediente fue remitido al TOP.
A comienzos de 1972, el editor, el director y uno de sus colaboradores, el abogado Santiago Coello, fueron procesados de nuevo por propaganda ilegal y en febrero el Ministerio de Información y Turismo ordenaba una inspección extraordinaria en la empresa periodística editora, que recogió datos sobre la situación legal, redaccional y financiera de la revista, así como la relación de suscriptores. Aquello no fue suficiente y otra orden de sentencia fue dictada contra el número correspondiente al 1 de abril, el número especial sobre Aragón, motivo por el cual fueron sancionados en agosto con una multa de 50.000 pesetas.
En mayo volvían a ser citados judicialmente por artículos como el que escribió L. Goldáraz (probablemente el pseudónimo utilizado por el periodista Pablo Larrañeta) sobre el Consejo de Guerra abierto contra cinco carlistas. En septiembre hubo un nuevo secuestro y el tercero, que tuvo lugar en noviembre, le valió ya el popular sobrenombre de “Secuestro Común”. Así relataban lo sucedido: “Nuevo secuestro administrativo por orden de la Dirección General de Prensa. El día 15 de noviembre, los funcionarios de la delegación provincial del Ministerio de Información y Turismo, acompañados de varios agentes de la policía, se presentaron en los locales de la imprenta, calle Fray Juan Reglá, 3. Allí mismo fueron recogidos los ejemplares”.
Un nuevo secuestro se produjo en mayo de 1973 y se abrieron nuevos expedientes al editor y director, pero también a Antonio Valién, responsable de la tirada de los ejemplares en la imprenta, y a tres colaboradores más. En septiembre otro, el motivo: la portada, la contraportada y la editorial: “Chile roto”, relativo a la caída de Allende porque podía “deducirse cierto paralelismo con el propósito de perjudicar la autoridad del Estado español”.
En diciembre el director fue sancionado con otra multa de 50.000 pesetas por los números en los que habían aparecido las “Lecciones de carlismo en enseñanza programada” y, en enero ya del año siguiente, 1974, otra multa por atentar contra las Leyes Fundamentales. Al parecer en un artículo se había citado parte de un mitín carlista donde se exigían la autonomía de las regiones, los sindicatos representativos y los partidos políticos.
Por el número correspondiente al 1 de julio se sancionó nuevamente a la revista con una multa de 25.000 pesetas y tiempo más tarde, aún recibiría una última sanción de 150.000 pesetas, de la que fue amnistiada tras la coronación de Juan Carlos I.
A comienzos de la década de los setenta, el carlismo antifranquista se encontraba en el punto de mira de la represión, pues representaba el debilitamiento de sus antiguos apoyos políticos. El nuevo carlismo reivindicaba además un pretendiente a la corona distinto a Juan Carlos de Borbón. Esto afectaría obviamente a Esfuerzo Común, pero la llegada en octubre de 1971 de Tomás Muro López (Arnedo, La Rioja, 1941) a la dirección de la revista -sustituyendo a José María Doñate Panadés- también tuvo mucho que ver con la persecución sufrida por la revista.
Tomás Muro era un periodista capuchino, que ya había sufrido el cierre de la revista cristiana que dirigía en Navarra. Con su pseudónimo “Algazel”, que también utilizaría para colaborar en el primer número de Andalán, escribió gran parte de los artículos de la revista, a la que intentó dotar de una mayor calidad periodística.
Esta nueva etapa de Esfuerzo Común destacó por la osadía de algunos de sus artículos y por su perseverancia pese a su condición de modesta publicación fuertemente hostigada. La redacción también se estabilizó y de los escasos y esporádicos colaboradores como Melchor Ferrer, Julián Pemartín o Pilar Roura Garisoain se pasó a un grupo más comprometido en el que aparecen como redactores Sánchez Romeo, Algazel, P.J. Zabala, (que firmaba a veces bajo el pseudónimo de “Arturo Ribo”), José Carlos Clemente, Carlos Bandera, F. Joven, Ramón María Rodón, Sixto Iragui. Entre los colaboradores esporádicos se encontraban Raimundo de Miguel, Francisco Javier Asín, Santiago Coello, Julio Brioso, Félix Ibáñez, Virus 7, Josep M. Sabater, Fernando G. Romanillos o Aquilino González Neira.
Se pasaba también de la improvisación a una revista con secciones y una especie de consejo de redacción que se reunía en el C.C. Vázquez de Mella, emplazado en la calle Santiago. La revista, que se producía en Gráficas Mola, pasaría además a ser quincenal en enero de 1972 y justo un año más tarde aumentaría su tamaño (25 cm x 17 cm).
En mayo de 1974 la revista sería dirigida por la periodista Raquel Fernández Gago y en 1976, ya en plena Transición, Vicente Calvo Báguena asumió la dirección y la propiedad pasó a manos de la cooperativa “Gráficas Alcor”. Durante esta última etapa, Esfuerzo Común se centró en el proceso democratizador ocurrido en Aragón hasta que dejó de publicarse en 1986.
Cristina Alquézar Villarroya