¡Vaya con Belloch, si que es cabezón!
Tenemos un alcalde cabezón, así que cuando algo se le mete en la mollera mejor echarse a temblar pues no parará hasta conseguir su propósito.
Desde antes de la Expo 2008, una de sus “geniales ideas” era hacer el Ebro navegable a su paso por Zaragoza. Con esta idea quería dar lustre a nuestra ciudad poniéndola a la altura de París o Londres y de paso echar “una manita” a la empresa adjudicataria de la contrata para la explotación de unos barquitos que navegarían por el río.
¡Hacer navegable el Ebro, que barbaridad!, se dijeron los ecologistas. Y prestos presentaron numerosos escritos oponiéndose a este despropósito. Pero de nada sirvieron los avisos sobre la consistencia y profundidad del lecho, los estiajes que soporta, la poca agua que lleva precisamente en verano,-época en la que se pretendía poner en marcha esta aventura- y otras muchas razones que aconsejaban desechar este proyecto por entenderse que se iba a perpetrar una enorme agresión medioambiental al río. Pero claro está nuestro alcalde, cabezón él, se empeñó en llevarla adelante.
Tras muchos retrasos, construcción de un azud que nadie tenía muy claro para que se fuera a destinar y previo rebaje del solado del Puente de Piedra, una salvajada que salió adelante con el beneplácito del Alcalde, entre otros varios desafuero; se pusieron en funcionamiento los dichosos barquitos. No todos, pues aunque de quilla plana, seguía siendo imposible navegar con alguno de ellos por el río. Belloch no cabía en sí de gozo, por fin sus barcos estaban en el agua. ¡Tiembla París que aquí está Zaragoza para hacerte sombra!, se dijo.
Por fin los barquitos iniciaron su andadura, a duras penas y con más pena que gloria pasó el primer año. Si para ponerlos en marcha hubo que hacer una inversión de 4 millones de euros: había que acondicionar las riberas, hacer las estaciones y pantalanes, etc., ese primer año ya tuvo pérdidas. Pérdidas que la concesionaria exigió que fueran cubiertas según se contemplaba en el contrato firmado con la Alcaldía y que fueron compensadas con 300.000 euros pagados entre todos los zaragozanos. ¡No faltaría más, pues no es caritativo ni nada nuestro alcalde!
El año 2009 fue un calco del 2008 para la concesionaria. Los zaragozanos no nos lanzamos como locos a tomar los barcos, y como además y debido al viento o a la falta de agua hubo días en que no se pudieron sacar al río, pues otra vez hubo pérdidas. Año con año al bolsillo del sufrido contribuyente zaragozano estas pérdidas nos suponen más de 350.000 euros.
Estamos en 2010 y como en los dos precedentes otra vez seguimos dragando el Ebro, pues como es un río tan cabezón como nuestro Alcalde, se empeña una y otra vez en llenar de gravas su curso. Tanto empecinamiento del señor Belloch en su deseo de hacer navegable cual Sena nuestro humilde Ebro, ha chocado desde el primer día con el discurrir natural del río que no entiende de barquitos ni de proyectos para hacerlo navegable y tras el invierno y sus consiguientes crecidas, deja a su paso el regalo de las gravas que desde tiempos inmemoriales recalan en sus lecho formando islas y meandros.
Volvemos pues a donde estábamos: el Alcalde que dice «no voy a rectificar, que lo tengan absolutamente claro los ecologistas”, respondiendo a las críticas que expresaron frente a Helios un grupo de científicos y profesores universitarios contrarios al dragado del Ebro. Ante el hipotético consenso pedido por los ecologistas sobre futuros dragados, respondió: «No hay nada que consensuar, no hay un camino intermedio”. Para nuestro alcalde es una realidad indiscutible que la navegabilidad es económicamente viable, así que no se plantea acción alguna que pueda entorpecerla. “Este año dará beneficios, y aunque hubiera pérdidas, da igual. ¿No generan pérdidas las líneas de autobuses? ¿O el tren turístico?».
Ya lo ven cabezón que es el hombre.