La gran renovación de la enseñanza de Geografía e Historia
Dos libros de Juan Mainer recién aparecidos en la IFC y el CSIC.
Juan Mainer, profesor del Instituto Ramón y Cajal de Huesca, es un docente de largo recorrido y abundantes reflexiones e investigaciones sobre su tarea fundamental –la enseñanza de la Historia- como se puede comprobar en un libro que coordinó: Pensar críticamente la educación escolar. Perspectivas y controversias historiográficas. Luego leyó su tesis doctoral, tan madura y en edad ya no tan juvenil que parece una de esas tesis de Estado francesas, realizadas casi al terminar la carrera profesional. De ella han salido a fines de 2009 dos magníficos libros, complementarios y de gran ayuda sobre todo para quienes se inician en ese mundo, el del estudiante o el historiador, para conocer los comienzos de una gran modernidad, truncada como tantas cosas por la guerra incivil. Se trata de Inventores de sueños. Diccionario bio-profesional de pedagogos y didactas de Geografía e Historia hacia 1936, publicada por la Institución “Fernando el Católico”; y La forja de un campo profesional. Pedagogía y didáctica de las Ciencias Sociales en España (1900-1970), monumental edición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Los datos aportados son impresionantes, todos habremos de echar mano de ellos en alguna ocasión. Sobre todo los que sigan. Estoy totalmente de acuerdo en dos grandes afirmaciones suyas: la de que teoría y práctica deben caminar lo más juntas posibles y la de que “la escuela pública y la renovación pedagógica han llegado a convertirse en mera pantalla propagandística de una utopía tiempo ha vacía de contenido…” Muy bien elegidas las figuras orientadoras de Decroly y Cousinet. El vaciado de las grandes revistas, de tantos libros, es asombroso. Entre los grandes nombres no se escapa el papel de los aragoneses (Santiago Hernández, María Sánchez Arbós, Sanmartín, la etapa aragonesa de Ezequiel Solana, Pedro Arnal Cavero, las Conferencias Pedagógicas de Zaragoza en 1932). Y otras historias que había avanzado ya Víctor Juan. Y la bibliografía, apabullante.
Eloy Fernández Clemente