Eloy Fernández Clemente: “Para Babilonia vou”
La narración nunca queda conclusa del todo, por mucho que la parca lo intente. Hace tiempo que se inventó la “opera aperta”. Entre los indios navajos se dejaba siempre, como recuerda J. Ángel Valente, un hilo suelto en los tejidos, un hilo de la trama para que el alma del tejedor o tejedora no quedase aprisionada y pudiese seguir tejiendo. De este modo, el narrador no muere y se hace universo, urdimbre, trama.
Eloy inventó la red antes de que naciese Internet. Un enjambre de personas e ideas denso y completo que, sorprendentemente, estuvo vivo en su cabeza hasta el final. Su amigo Ortíz-Osés podría haber dicho de él que ha venido siendo un Hermes aragonés, transitivo, mediador, capaz de poner de acuerdo a tantas personas como las que participaron en la revista Andalán, en la GEA, la Gran Enciclopedia Aragonesa y tantos otros proyectos políticos y culturales que coordinó y dirigió. Nuestro protagonista veía la realidad con lucidez, la analizaba con esmero pero, a la vez, se la inventaba más hermosa para hacerla conveniente y eurítmica. Ante la pasmosa e incapacitadora infinitud del mundo, el proceso que operaba consistía en reducirlo todo a las proporciones soportables, asimilables y llevaderas. El resultado final ya no es el mundo: es una visión del mundo; se trata de una mágica construcción, de una re-creación. Inventó Aragón como objeto historiográfico moderno; proyectó hacia el futuro una Comunidad en transición transformadora sobre la base de un único principio: el socialismo no destruye, sustituye. Necesitó para ello capacidad de análisis en igual medida que de ensoñación. Encontraba así la belleza enamorada, tras eliminar y tirar lo inútil e innecesario. Todo comenzaba con un impulso: una irrefrenable curiosidad y ganas de saber; después, venía la capacidad de preguntar y escuchar. Tras las dudas, muchas, y la reflexión, suficiente, anotaba frenéticamente, escribía y pasaba a la acción. Este prolífico polígrafo ha dado a luz tantas palabras que, cosificadas, convertidas en objetos, impedirían transitar por cualquier paseo. Y es que de todo cuanto pensaba o sentía hacía una exhaustiva crónica. Es, de facto, el último de los grandes cronistas de Aragón.
No vamos a insistir en todos sus títulos, en su erudición y conocimiento. Tampoco en los innumerables y merecidos premios y reconocimientos, repetidos ahora hasta la saciedad. Queremos recalcar el papel de divulgador que impregnaba su espíritu de maestro y periodista. Frente a la indudable crisis de transmisión que vivimos, aquella que considera que transmitir el legado de lo ya existente puede ser represión del individuo al que se le impide ser auténtico y espontáneo, Eloy jamás opuso progresismo y tradición porque creyó que solo reclamar lo nuevo puede acabar en la vacuidad más absoluta. Y encontró la debida medida en anteponer paisanaje a paisaje, la persona a la idea. Por eso fue, a la vez, pensamiento y acción, difícil combinación que en pocas personas podemos encontrar, de las últimas manifestaciones del intelectual comprometido.
Su íntimo amigo, José Antonio Labordeta, escribió para él la canción que se ha convertido en el verdadero himno de Aragón, y lo hizo “para su homenaje, para su silencio, para sus lágrimas nacionalistas (…) cada vez que la canto es un homenaje a este ciudadano que nunca se detuvo contra viento y marea”.
Contra viento y marea. Decía Eloy de Joaquín Costa:
Hombre apasionado de todo saber, obsesionado por la economía y la educación como armas de regeneración española, y, quizá, por esas y otras muchas razones, el aragonés más atractivo e importante de su tiempo.
Estamos de acuerdo con Ángel Alcalá cuando afirma que EFC es la continuación personificada de Costa. Como él, al igual que él, podrá decirse en su epitafio que ‘nunca legisló’.
Afirmaba Vicente Risco que, en tierras gallegas, las viejas serpientes, guardadoras de tesoros, cuando se sienten mayores hacen que les nazcan alas y se van cantando: “Para Babilonia vou”. Es allí donde -junto a su entrañable compañera Marisa, sus hijas, nietos y cientos y cientos de amigos- iremos a buscar a Eloy y construiremos un arca hecha del amor y la sabiduría que nos dejó.
Carlos Mas Arrondo
Zaragoza, 17 de diciembre de 2022