PHOTOESPAÑA 2010 y Madrid, una buena alianza (I)
Con la llegada del verano, Madrid acoge un año más las exposiciones de la muestra fotográfica PHOTOESPAÑA 2010. Un gozo visual para los enamorados de este arte y una oportunidad única para conocer a relevantes artistas de la cámara tanto actuales como a iconos de gloriosas épocas pasadas.
Para mí, visitar Madrid por estas fechas es una cita ineludible y esperada que me lleva a explorar el callejero madrileño en busca de una ignota galería, el centro cultural o la sede de una exposición en la que deleitarme con la contemplación de la obra de uno de los artistas que comparten la muestra. Aunque como todo el mundo tengo mis favoritos, aquellos que no dejo de visitar, procuro dejarme sorprender por alguno, para mi desconocido, y que a la postre suele pasar a formar parte de mi pequeño catálogo personal de fotógrafos fetiches, que año a año se va agrandando.
El año pasado regresé a casa deslumbrada por la obra de Annie Leivobitz, genial artista norteamericana, toda una referente de la fotografía en blanco y negro. Más de 200 instantáneas que constituían ciertamente un striptease personal de la autora, quien a través de esta retrospectiva hacía un balance sobre su vida, su trabajo, sus relaciones personales con Susan Sontag y su familia. La sala Alcalá 31 sirvió de sede para esta exposición. No negaré que Leivobitz es una de mis artistas favoritas, como lo es Robert Mapplethorpe, ¿para cuando una retrospectiva de toda su carrera en España?, Sebastiao Salgado o la fotógrafa española Cristina García Rodero, primer fotógrafo español de la agencia Magnum, por citar a algunos de ellos.
Este año, como era de esperar, PHOTOESPAÑA 2010 ofrece una amplia y variada muestra de trabajos fotográficos. Las temáticas y las técnicas son variadas, lo que hace que con el catálogo de exposiciones en la mano y pocos días, sea bastante difícil decidir quien o quienes van a ser los elegidos y quienes los desechados, no por menos interesantes sino por falta de tiempo.
Así al final y sin duda influida por mi preferencia por la fotografía en blanco y negro, por su condición de mujeres y por la sala de Alcalá 31 que siempre es garantía de que lo expuesto es cuando menos interesante, me decante por dos mujeres, Diane Arbus de quien ya tenía referencias y por Helen Levitt, para mi totalmente desconocida y de la que el MUICO, la nueva sala de exposiciones de la Fundación ICO ofrecía una amplia y excelente retrospectiva. Para el final me deje la siempre segura y sorprendente sala de la calle Alcalá que en esta ocasión ofrece un amplio recorrido por el trabajo de Juergen Teller, un fotógrafo alemán cuya trayectoria va desde las colaboraciones con revistas de moda hasta instantáneas familiares, inquietantes autorretratos y sugerentes paisajes.
Diane Arbus
La sala “La Fábrica”, una pequeña y escondida galería que se ubica en los aledaños del Caixaforum, acoge una exigua y sorprendente muestra del talento de Diane Arbus. Esta conocida fotógrafa, esta considerada de las más importantes del siglo XX, su estilo ha sido calificado por los estudiosos de su obra, como una suerte de estudio antropológico de los Estados Unidos. Su audacia a la hora de abordar los temas así como su sorprendente enfoque fotográfico fue reconocido no solo en sus años de más éxito, los 50/60, sino que en la actualidad sigue siendo considerada como una artista revolucionaria, capaz de captar fuertemente la atención de la crítica y el público.
Si bien empieza trabajando para revistas de moda como Harpers Bazaar o Esquire, ¿qué otra cosa podría estarle permitido a una mujer de los 50?, su contacto y aprendizaje con Lisette Model, la fotógrafa austriaca, marcan un cambio de rumbo en su obra, cada vez más personal, enfocada a un realismo cada vez más cercano a la calle y a sus gentes. Los años 1955 a 1957 en que fue alumna de Lisette Model, cambian su concepto de la fotografía y como ella misma reconocía: “Hasta que estudie con Lisette yo soñaba con fotografiar en lugar de hacerlo. Ella me aconsejó disfrutar cuando fotografiaba, así que comencé a hacerlo, y después aprendí a disfrutar del propio trabajo de fotografiar”. Tal es así que Arbus cada vez se aleja más del artificio de la moda para acercarse a la calle, a las calles de Nueva York, a sus gentes, a lo bizarro. A unos tipos curiosos, estrambóticos o simplemente diferente y originales. Y ese será su objetivo, el tema de toda su obra hasta su temprana muerte en 1971, fotografiar personas que realmente le interesan, esas en las que nadie más estaba interesado. Personas de la calle, personajes extraordinarios, niños sorprendidos por la cámara, mujeres irreales tocadas con sombreros imposibles o tipos curiosos e inquietantes. Todos ellos están recogidos en esta pequeña muestra del talento de una gran fotógrafa. Todo un catálogo de la vida americana moderna, la de “los sixties”, a través de sus manifestaciones aparentemente más intranscendentes, pero con la misma dedicación y el mismo empeño que cualquiera de sus contemporáneos más famosos.