09/09/2010

Las canteras de losas en el Maestrazgo y Gúdar. (I) Un paisaje humanizado y amenazado

El Maestrazgo y la Sierra de Gúdar, en el este de la provincia de Teruel, albergan paisajes de fuerte personalidad. El roquedo está constituido principalmente por materiales calcáreos del periodo Cretácico, frecuentemente con una estructura tabular que origina el característico modelado en muelas. Los rasgos de ese paisaje geológico están apenas matizados por una cubierta vegetal discontinua. En ella se conjugan las comunidades típicas de la montaña mediterránea continentalizada: quejigares, carrascales, pinares de Pinus nigra y espléndidos sabinares; en las zonas altas, pinares de Pinus sylvestris con sotobosque de sabina rastrera (Juniperus sabina); por encima de 1900 m, en el Monegro, un pequeño bosque relicto de ‘pino moro’ (Pinus uncinata), el más meridional de la Península Ibérica.

Esos paisajes naturales han sido transformados por la acción humana desde que en la Edad Media se produce la ocupación extensiva del territorio. Las actividades tradicionales con mayor repercusión han sido el aterrazamiento de laderas para el cultivo, la explotación forestal del pinar y el pastoreo extensivo. Juntas han terminado por conformar un paisaje a la vez natural y cultural que admira por su armonía y equilibrio.

La curiosa arquitectura de piedra seca, con kilómetros de muros que mimetizan en el paisaje las líneas horizontales de los estratos geológicos, representa probablemente el mejor icono de ese paisaje integrado. Las losas con que están construidos dichos muros eran un ‘subproducto’ de la agricultura: extraídas de los campos de labor cuando la reja del arado tropezaba con ellas, eran acumuladas en las lindes para levantar paredes o construir cabañas de pastores. En definitiva, se trataba de una actividad extractiva “obligada” y “sostenible”, destinada únicamente al autoabastecimiento, y que contribuía a la CONSTRUCCIÓN del paisaje.

Ahora, esas losas que forman por doquier el sustrato calizo del Maestrazgo y Gúdar, apreciadas como roca ornamental “rústica”, son extraídas en canteras que proliferan por todo el territorio. Tras dos décadas de crecimiento exponencial, pueden hoy contabilizarse más de 100 explotaciones autorizadas, la mayoría en los municipios de Mosqueruela y La Iglesuela del Cid, además de otras muchas ilegales. Alguien podría pensar que las losas constituyen un recurso renovable, y que su extracción actual no es sino la continuación de aquel aprovechamiento tradicional. Nada más lejos de la realidad: aunque artesanal desde el punto de vista técnico, se trata de una actividad estrictamente industrial, de una escala que excede con mucho la del simple autoconsumo, y que está produciendo un preocupante DETERIORO del paisaje.

Ángel Marco, José M. Nicolau, Juan Paricio, Alejandro Pérez, Silvia Pérez, José L. Simón son miembros del Colectivo Sollavientos (http://www.sollavientos.blogspot.com, sollavientos@gmail.com).