20/09/2010

A Labordeta: un Hombre, sin más

José Antonio Labordeta, con Luís Fatás y Paco Medina en la plaza de Jorcas. 15 de agosto. Cedida por A.I.V.

Nunca diremos adiós al amigo, compañero y maestro de la vida, ni a quienes quiere y lo quieren. Jorcas (Teruel)

Ahora, amigo, maestro de sabia rebeldía que estás de viaje y recorres el mundo, el claro firmamento, las estallantes noches estrelladas que vemos desde aquí, en tus pueblos y calles del Teruel despoblado, suena tu voz y tu presencia se levanta poderosamente con esa anhelada libertad, limpias las dos de polvo y niebla para siempre, enseñándonos a resistir, reírnos, plantarnos, plantar  y cuidar con valiente ternura todo aquello de lo que, sólo, como escribiera Borges, otro poeta, debería estar hecha la vida.

Cuántas veces hemos recordado y contado en estos 35 años cómo una tarde en los primeros meses de 1975, viniste a Valencia y en un histórico local de esa ciudad  oímos tus canciones por primera vez y, cómo, temerosos, esa noche, después de tu concierto nos atrevimos a ir al camerino para contarte nuestro proyecto solicitando que te unieras a él. Éramos los de Jorcas, hijos de gentes de Teruel, estudiantes y trabajadores forzosamente fuera de su tierra natal.

Así empezó una hermosa historia de compromiso solidario, profundo origen de esta amistad que nadie, ni tan siquiera la historia del futuro ni ese viaje tan largo que ahora has emprendido, logrará borrar.

Durante 20 años, veinte rosas de fraterna convivencia, como nosotros has venido a este pequeño pueblo turolense cada agosto, conociendo poco a poco calles, personas, generaciones, casas y familias. Desde aquel primer 15 de agosto, cada vez que ha sonado tu voz en la radio o la TV pedimos atención y silencio a nuestro alrededor, cada vez que hemos visto tu nombre en los periódicos o en las cubiertas de un libro lo hacemos algo nuestro. Cada vez que tu figura aparecía en cualquier foro o tribuna sentíamos el orgullo y la confianza de sabernos representados por un hombre cabal, sincero, sensible, humano hasta lo más profundo, un ciudadano de cuerpo entero.

Pocos tienen en su saldo moral la certeza de haber sido verdaderos representantes de la ciudadanía de a pie, luchadores del bien común, solidarios en toda la dimensión que encierra esa palabra, tan cercanos, tan claros, tan sentidos.

Hemos tenido muchos el privilegio de conocer el profundo sentido de la amistad en Andalán y algunos, como yo, incluso el de sentir con tu fortaleza y respaldo sutil, la inapreciable figura del hermano mayor ideal que nunca tuvimos. Hoy, cuando emprendes ese infinito camino, me atrevo a decírtelo abiertamente y darte las gracias por todos los pequeños momentos de grandeza humana que en estos 35 años con tu presencia he podido aprender de la vida.

Como al amigo a quien se comunica cada acontecimiento, has compartido y participado en cada uno de los que ocurrían en Jorcas hasta este mismo verano. Has sabido todo el cariño que sentimos por ti, que seguirá acompañándote siempre por encima del tiempo o la distancia y compartirán los tuyos.

Hace algunos meses, lamentabas que probablemente no podríamos abrazarte con los brazos del cuerpo en Jorcas, nos conformamos sabiendo que Eloy, Emilio, Luís Granell o la luz de este cielo te llevaban en los suyos nuestro apretón.

José Antonio, la thuya que plantamos el 1 de mayo arriba del castillo, divisando toda la plaza que tan bien conoces, es tuya.  Resiste igual que “ese héroe solitario” que me contabas de tu casa en Villanúa, y lo mismo que tu voz y tu figura rondará las calles y los corazones de los de Jorcas, estás en ella como estaremos siempre “junto al amigo, frente al enemigo, con tu nombre en los labios y un abrazo infinito que jamás te apartará de nuestra alma” Cada día nos haces una falta sin fondo.