A propósito de la Huelga
En andalan.es hemos recibido durante los últimos días algunas colaboraciones a propósito de la huelga del día de hoy, 29 de octubre. Hemos creído oportuno reunir estas colaboraciones en un articulo común que sirva para recibir vuestros comentarios y favorezca el debate. Artículos de Jesús Molíns, Ana Cuevas Pascual y Pedro Mendoza Gonzalo.
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29 de septiembre
Jesús Molíns
La Huelga General ¿será un éxito o un fracaso?, esa parece ser la máxima preocupación del momento.
¿Cómo medir el éxito o el fracaso de ese día?.
Si el próximo día 29 de septiembre los trabajadores no secundan la convocatoria de Huelga General ¿será un fracaso sindical?, o si por el contrario esa jornada tiene un seguimiento masivo ¿sería un éxito? ¿o al revés?.
Todo depende del fin de ese día, de cuál es la meta ¿la huelga general en sí misma?, ¿el cambiar una reforma laboral?.
Depende de si el día 29 de septiembre lo concebimos como fin o como inicio.
El objetivo del 29 de septiembre no debe de ser la Huelga General, nos estaríamos engañando, sería un grave error.
Desde el pasado mes de junio, estamos viendo como los sindicatos se han desempolvado, limpian las telarañas, se están sacudiendo la caspa de tantos y tantos años de sindicalismo institucional, tecnócrata y de despacho.
Pero en estos últimos meses están recuperando su esencia, han vuelto a sus orígenes.
Vuelven a pisar las empresas, devuelven el protagonismo a los delegados de personal y comités de empresa. Por primera vez en muchos años, se ha vuelto a encender la llama de la conciencia de clase.
Tenemos que ser capaces de ver y asumir esta realidad.
Debemos tomar la Huelga General del próximo 29 de septiembre no como una meta, sino como un inicio.
El inicio de un camino de largo recorrido, de movilización permanente, de sindicalismo activo y militante, de reivindicación constante, de inconformismo y rebeldía social.
Si así fuera no importaría tanto su resultado o el seguimiento numérico de la Huelga General, el 29 de septiembre habría sido un éxito. Sería el inicio de un movimiento al que poco a poco, sin duda se acabará uniendo la gente.
El sindicato que sea capaz de mirarse el ombligo sin complejos, de ver y aceptar sus errores, de escuchar a sus bases y variar el camino de su política sindical hacia esta nueva realidad, a la larga conectará totalmente con los trabajadores.
De ser así, con el tiempo veremos sus frutos y recordaremos el 29 de septiembre no como un día en el que se logró variar levemente una ley de reforma laboral, sino como la fecha en que se inició un nuevo camino de movilización permanente, rebelde, constate, de sindicatos y trabajadores hasta conseguir variar las políticas arcaicas y reaccionarias de recortes sociales, laborales y democráticos adoptadas por la Unión Europa.
Lo recordaremos como el día en que se dio un nuevo sentido a la política, la fecha en la que por fin se devolvió el protagonismo a los ciudadanos.
Y si no somos capaces de verlo y asumirlo así, el 29 de septiembre, sea cual sea su resultado, será un fracaso en el que acabaremos hundiéndonos todos arrollados por el propio sistema.
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Nos sobran las razones
Ingredientes para confeccionar un artefacto explosivo de alta potencia destructiva del tejido social y laboral de un Estado:
– Ampliación de las causas del despido e implantación del despido express, con ahorro en los salarios de su tramitación por causas objetivas.
– Indefensión administrativa y judicial de los trabajadores ante el mismo y rebaja del plazo de aviso y de las indemnizaciones.
– Lograr que sea la propia sociedad quien subvencione dichos despidos. Con la aportación del FOGASA el coste de cesar a un trabajador fijo es similar al de un eventual.
– Convertir en las principales víctimas de esta práctica a los trabajadores fijos con mayor antigüedad en las empresas.
– Aunque dichos despidos resultasen improcedentes, las empresas solo tendrán que indemnizar 25 días por año y no 45 como hasta ahora.
– Se otorga a las empresas el derecho a suprimir los derechos establecidos en los convenios sectoriales y pagar por debajo de lo acordado en ellos.
– Los funcionarios, hasta ahora pertenecientes a la casta de los intocables, podrán ser objeto de despidos colectivos y objetivos de parte de las administraciones públicas.
– Desmantelar el sistema de jubilaciones con un «pensionazo» que alargue la edad para el retiro hasta los 67 años (70 para las ansias de nuestra amada patronal), cuya cuantía se establecerá con la media de los últimos veinte años de cotización sin poder asegurar, aun a pesar de estas draconianas condiciones, que algún día lleguemos a cobrar ni un euro.
Si a todo esto, se añade que los ojos de los carroñeros responsables de la burbuja inmobiliaria y el pelotazo urbanístico se vuelven ahora hacia la privatización de la sanidad y la educación; Y además sumamos la competencia entre iguales, enfrentándonos a desempleados, inmigrantes y trabajadores en una lucha cainita orquestada por los especuladores culpables de la crisis, podemos concluir que nos encontramos ante un armagedón de consecuencias catastróficas para una sociedad que aspira a ser equitativa y justa.
Algunos dirán que para qué sirve una huelga general. Que los sindicatos se tenían que haber movilizado mucho antes porque ahora es demasiado tarde. Deberían echar la vista atrás para entender que la huelga ha sido la más preciada baza de la clase trabajadora a lo largo de la historia de la lucha obrera. Y respecto al momento, aunque comparto la crítica hacia los sindicatos por la lentitud y tibieza en su respuesta, he de remarcar que no es la primera vez que la presión social consigue que se derogue una ley que ya había sido aprobada.
Y si bien es cierto que los sindicatos no han estado a la altura de las circunstancias, no debemos delegar en ellos la carga de nuestra propia responsabilidad. Esta huelga es de la clase trabajadora no de los sindicatos. Ya nos quedará tiempo de exigirles cuentas cuando logramos frenar la agresión pergeñada por quienes ahora los desprestigian con el único propósito de dinamitar las movilizaciones. Es nuestra dignidad y nuestro futuro lo que está en juego.
Sanear el sindicalismo es una prioridad. Asumir nuestro papel para que esto suceda también. Nuestras miras deben ser más amplias, más ambiciosas. Una Confederación Europea de Sindicatos podría ser un frente consistente para empezar a oponernos al expolio colectivo que se está cociendo a nivel mundial.
Si después de detallarles todas estos componentes siguen sin encontrar razones para participar en el 29-S, miren a sus hijos e imaginen qué tipo de vida les espera si no logramos desactivar el petardazo.
Pero si con todo esto, no he logrado convencerles de la necesidad de ir a esta huelga, con la determinación de no cejar en la agitación hasta recuperar los derechos arrebatados, será porque ustedes tendrán vocación de esclavos.
Y en ese caso, pueden estar tranquilos, porque ya nos andan fabricando, a gran escala, millones y millones de grilletes.
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¿Por qué haré huelga?
“Porque hace falta otra revolución”
Pedro Mendoza Gonzalo
Este artículo no busca elevar la ansiedad, sino encauzarla.
No es una urgencia, y será más actual con el paso del tiempo.
Revolución es un cambio rápido y profundo, no necesariamente violento.
Este cambio debe ser traducido (no traicionado) en cada conciencia y en cada contexto.
Este artículo es una sugerencia sobre algunas áreas de reforma urgente, individual y colectiva.
Hay, al menos, cuatro dimensiones necesitadas de “revolución”: a) económica, b) ecológica, c) política, d) educativa
JUSTICIA, NO IDEOLOGÍAS
Casi todas las revoluciones han sido violentas. Los trepas, los descerebrados o los enfermos, acaban montándose al volante: cuanto más matones, más “revolucionarios”. Hoy sabemos que esta fórmula debe ser descartada. Por cierto, los ultraconservadores son aliados de la violencia. Hasta el presidente Kennedy lo recordó: “Quienes hacen imposible la revolución pacífica, harán inevitable la revolución violenta”. Una revolución actual del siglo XXI debe basarse simplemente en la justicia, no en ideologías o “religiones”. Y debe aprender de la historia. Confucio, Sócrates, Jesús de Nazaret, Séneca, Humanismo Renacentista, Olimpe de Gouges y la tradición feminista, la Ilustración y Kant: “No utilices a los demás como medios, sino como fines”. El siglo XIX potencia esta emancipación colectiva. Entre otros, Marx, Bakunin y Kropotkin, cuyas investigaciones nos siguen interesando hoy.
En el siglo XX, la II Guerra Mundial, con sus 60 millones de muertos, es un alto obligado en el camino: “El desconocimiento y menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”, proclaman las Naciones Unidas con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada en París (1948), cuya síntesis viene expresada en el artículo 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. La democracia y los derechos humanos no nacen en Asia, Oceanía, África o América, sino en Europa. Son el mayor invento europeo, pero podemos asumirlo o travestirnos de salvajes otra vez. No podemos progresar juntos mintiendo, robando, torturando o matando. Esto ya viene desde antes de Moisés y sus 10 mandamientos, hace 33 siglos. El fin no justifica los medios, y los métodos son la semilla de los fines.
Es imposible diseñar una revolución, pero parece razonable que la necesitamos, pues hay demasiadas cosas que funcionan mal en este planeta. No buscamos una “vuelta de la tortilla” ni un dilema bipartidista para subnormales, con el que nos aburren algunos poderes mediáticos. Al revés, se trata de encontrar una civilización superior al maniqueísmo y al simplismo, con cerebros interactivos: “Un grupo no puede ser más inteligente que la suma de sus miembros, pero sí puede ser más estúpido”, recordaba Goleman en su famoso libro Inteligencia emocional.
UNA REVOLUCIÓN DEL SIGLO XXI
La crisis actual es la chispa de un incendio global, no sólo económico. Toda revolución comienza por un malestar generalizado. No se arregla con consignas baratas que ya sabemos dónde acaban: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad” (el nazi Goebbels y sus actuales seguidores mediáticos). Antes de embarcarse en una revolución global, conviene tener claro nuestro origen animal, para no esperar la luna en bandeja. No somos ángeles ni almas en cautividad (Platón). Tampoco somos “animales racionales” (Aristóteles). Somos más bien irracionales con algunos momentos de racionalidad (Freud). La tercera parte de la vida la pasamos durmiendo y en las primeras décadas de nuestra vida no nos enteramos de casi nada, incluso despiertos. Somos más irracionales que racionales: con ver pausadamente dos telediarios, se entiende.
A pesar de lo anterior, no queremos ser sólo animales y sentimos que trabajamos también para futuras generaciones. Nuestros trabajos perduran más que nosotros mismos: “Aunque somos mortales, debemos comportarnos como si fuéramos inmortales siempre que sea posible” (Aristóteles). La lógica es uno de los pilares de la justicia, lo contrario de la fe ciega o fanatismo. “El que obedece, siempre se equivoca” (pero nos lo enseñaron al revés). La lógica histórica nos muestra que una revolución colectiva no suele venir de los sistemas políticos, judiciales o gobiernos vigentes, ni de los grupos económicos dominantes, ni de los aparatos religiosos, sino de los ciudadanos activos. Por desgracia, los poderes que dicen representarnos acaban, en los momentos difíciles, representándose sólo a sí mismos.
UNA REVOLUCIÓN ECONÓMICA
El famoso lema laissez-faire, laissez-passer (siglo XVIII: liberalismo económico) ha llegado casi indemne hasta el siglo XXI, a juzgar por los últimos 30 años con tanto creyente neoliberal. Pero ya es hora de enterrarlo. Quienes propaguen a partir de ahora que “el mercado se regula solo”, deben entrar en la lista negra de peligros públicos. Ha hecho falta esta crisis para dejar el caso visto para sentencia, pero lo venimos cantando desde los años 50 (“Todos queremos más”): “El que tiene un euro, quiere tener dos; y el que tiene 5, quiere tener 10. El que tiene 20, busca los 40 y el de los 50, quiere tener 100”. ¿Cómo explicar, si no, que el 50% de la humanidad actual tenga menos del 1% de la riqueza mundial? ¿En esto consistía el infalible progreso neoliberal? ¿Qué haremos ahora con esos 3.300 millones de personas? ¿Seguir engañándolos o matándolos? No es una cuestión sólo “demográfica”. Holanda (404 hab/km²) tiene más densidad que ningún país de África y nadie dice que “sobran holandeses”. No esterilicemos tan pronto.
En los últimos 60 años, nunca he visto que “los mercados” dejen comer a los millones de humanos muertos de hambre. Ningún índice bursátil da de beber a los 1.000 millones de humanos sin agua potable. Ningún organismo internacional de macroeconomía –FMI, Banco Mundial, OMC, OCDE- pone freno a la carrera de armamentos que, en 2009 y a pesar de la crisis, se ha incrementado en un 6% respecto a 2008, y en un 49% respecto al año 2000 (SIPRI, 2-junio, Yearbook 2010): 1.531 billones de dólares, es decir, 1.220 billones de euros (doce ceros), el 2,7% del PIB mundial.[i] Cada día mueren en el mundo 1.000 personas sólo por armas de fuego. España, que reduce un 2,4% con respecto a 2009, dedica 18.161 millones de euros a gastos militares en 2010. O sea, 966 campos de fútbol (90m x 45m) cubiertos con billetes de 50 €. No olvidar, casi 1.000 campos de fútbol cubiertos con billetes de 50 euros, cada año.
“En 1980, un alto ejecutivo de EEUU ganaba de media 42 veces más que un trabajador. En 2008, ganaba 364 veces más: en un solo día, lo que los demás en todo el año”.[ii] En los últimos 20 años, el dinero en paraísos fiscales se ha multiplicado por seis. La mitad de las multinacionales que cotizan en el español Ibex tienen empresas en estos paraísos fiscales, eludiendo impuestos al mismo erario público al que ahora piden ayuda.2 En el período 1999-2005, los empresarios y financieros de la UE-15 aumentaron sus beneficios un 33%. Pero en España, un 73%. Mientras, los costes laborales crecieron un 18% en la UE-15 y sólo un 3,7% en España.[iii] Cuando oigo la palabra competitividad, pienso en los malos empresarios, en los malos políticos y en los malos gestores, nunca en los obreros o funcionarios, que son unos “mandados”.
Moraleja: Todas las crisis las pagamos los mismos. Si hay leyes sobre salarios bajos, debe haber leyes sobre salarios altos: el abanico de salarios (o equivalentes) legales debe modificarse drásticamente. Y debe haber también leyes sobre beneficios, inversiones, fondos y transacciones. Si no hay democracia económica, no hay democracia. Hacen falta ciudadanos democráticos que paren tanto expolio y tanta mentira. Nuestras democracias no están funcionando según sus propias constituciones. No se debe permitir esta globalización salvaje. No se puede ser europeo y chino a la vez. No se puede tener en la miseria a millones de esclavos asiáticos, africanos o americanos y vendernos sus productos a precios europeos. Alguien tiene que parar este cinismo capitalista. O acabamos con la delincuencia o la delincuencia acabará con nosotros.
UNA REVOLUCIÓN ECOLÓGICA
Cuando veo a un alumno de 17 años tirar un papel al suelo (yo soy profesor de IES), pienso en sus padres, su entorno y su país. Si estoy allí, lo recoge en el acto. Pero “yo no soy su guardián”, sólo es un ejemplo. Cuando en España vemos una explanada o una playa después de una concentración humana (no ya un botellódromo), comprobamos que somos todavía analfabetos en ecología y bien común. Por algo nos llaman en algunos sitios de Europa “países pigs” (cerdos), iniciales de Portugal, Italia, Grecia, Spain.
La ecología es mucho más, pero se empieza por considerar la calle como tu propia casa. También podríamos reciclar más (y seríamos más ricos), pero algunos ayuntamientos prefieren gastar en fuegos artificiales que en contenedores específicos. “La causa principal de la degradación continua del medio ambiente mundial es un esquema de consumo y de producción no viable”.[iv] El clima se ha recalentado, el agua dulce comienza a escasear, los bosques disminuyen o desaparecen, hay cientos de especies en vías de extinción y 1.000 millones de pobres extremos en el planeta. Hemos confundido desarrollo con despilfarro energético, deforestación, urbanización forzada, contaminación de mares y ríos, empobrecimiento en la capa de ozono o lluvias ácidas. “Un tercio del territorio de China es regado por lluvias ácidas, la mitad del agua de nuestros siete mayores ríos es inutilizable, una cuarta parte de nuestros ciudadanos no tiene acceso al agua potable… Sólo en la ciudad de Pekín, más del 70% de los cánceres están ligados al medio ambiente. El cáncer de pulmón se ha convertido en la primera causa de mortalidad”.[v]
Necesitamos más investigación y mejor gestión sobre energías limpias. Cuando la producción agrícola es más abundante que nunca, los agro-carburantes o biocombustibles no deben subir los precios alimenticios: “En más de 37 países, la inseguridad alimentaria provocó protestas en 2007-2008. El alimento consume hasta el 75% de los ingresos familiares de los países pobres, frente al 15% de los países ricos”.[vi] Ni la globalización neoliberal ni “los mercados” han arreglado hasta ahora este desastre. No parece lógico esperar de ellos la solución. Quienes están absorbidos por su índice bursátil y sus cuentas bancarias, se han incapacitado para ocuparse del planeta y sus habitantes. Y los demás cometeríamos un grave error si les concediéramos algún tipo de poder mayor del que ya tienen. Al revés, hay que ir quitándoles ese poder, pues no se lo merecen.
UNA REVOLUCIÓN POLÍTICA
De las dictaduras ni hablamos, sólo de las “democracias”. En los países llamados “desarrollados”, hay un problema creciente con sus modelos políticos, pero aquí hablamos desde España. El 96% de los españoles no estamos afiliados a partidos políticos, pero éstos deciden por nosotros. Sólo 1 de cada 25 españoles es afiliado de algún partido. Y sólo unos poquitos de este 4% llegan a ser “legisladores” en el Congreso de los Diputados (1 de cada 5.371 afiliados). Hace falta otro modelo de representatividad, lo cual requiere previamente un gran debate público. Superar la partidocracia heredada y ascender a una democracia actualizada. El “monopolio bipartidista” actual controla, además, la cúpula judicial y la inversión en Juzgados o Inspectores Fiscales, por poner dos ejemplos al rojo vivo.
El 30% de los españoles se abstiene en elecciones generales. Pero estos 105 escaños, de los 350 totales en el Congreso, se los reparten igual. Si estuvieran vacíos (lo lógico), nos ahorraríamos cada año, con crisis o sin crisis, 105 sueldos, dietas, despachos, coches, etc. Las votaciones no cambiarían apenas, pues en el mismo partido suelen votar todos lo mismo. Por otra parte, con poco más de 65.000 votos se tiene un diputado PSOE, PP o nacionalista. Pero hacen falta 480.000 votos para un solo diputado de IU ó 300.000 en UPyD (7 y 5 veces más). Necesitamos otra ley electoral y otra parrilla de representantes estatales, autonómicos y municipales. Hace falta absoluta transparencia y publicidad sobre el destino del dinero público (como ya recogen las Directivas UE). Pero ni se cumple ni se declara delincuentes a los políticos o gestores que lo olvidan. El modelo formal de estado –monarquía o república- es otro misterio a desvelar. Pero primero, hay que desterrar la chapuza, no empecemos por el tejado (hay demasiadas “repúblicas” chapuceras). Y después, todo lo demás, incluida la política internacional y la renovación de la ONU.
UNA REVOLUCIÓN EDUCATIVA
Toda la utopía expresada hasta aquí es impensable sin una pedagogía convergente. Toda revolución o cambio social descansa en la pedagogía, que es la mejor forma de digerir los sustos. Los secretistas o misteriosos, los que se hacen adivinar, no sirven para líderes ni para educadores. Cuando hablo aquí de educación, pienso sobre todo en los adultos, no en los niños o jóvenes, que repiten lo que ven (son los menos problemáticos para lo nuevo). Tenemos un prejuicio patológico colectivo: creerse que los adultos ya estamos “educados” y que la educación es para niños o jóvenes. Pero, o nos auto-educarnos entre todos, o no tenemos remedio. La convivencia es una educación mutua. Aclarémonos los adultos, y después ya discutiremos qué estudian los niños. En España, la educación de niños y jóvenes funciona mal porque muchos adultos todavía no tenemos claro qué es educar. La función que se espera de los centros es más la de guardería que la de capacitación vital y profesional. Muchos políticos todavía no tienen claro si la educación es inversión o “gasto”. Y algunos de ellos (y ellas) creen que la Privada es siempre más fina.
Las minoritarias objeciones de conciencia sobre Educación para la Ciudadanía fueron sintomáticas de un déficit colectivo previo: los adoctrinadores habituales tenían miedo a ser adoctrinados por otros. Daban por hecho, además, que los docentes profesionales (profesores) somos transmisores autómatas de lo que nos ordena el político de turno (¡qué ignorancia!). Por cierto, todos los días en las dos últimas décadas, desde que entro en el aula, estoy adoctrinando: “por favor, levantar la mano, hablar de uno en uno, no interrumpir, ese papel a la papelera, bajar esa persiana, sentarse todos, silencio: pasamos lista”… En un IES habitual, los alumnos -de 12 a 20 años- sólo permanecen, como máximo, el 12% del tiempo de sus vidas. El 88% del tiempo restante, también educativo, están fuera del IES. En 7 de cada 8 horas, son educados, o maleducados, por gente distinta a sus profesores académicos: padres, familiares, amigos, Internet, TV, videojuegos, viajes, revistas, contexto socioeconómico… y por sí mismos con su propia libertad. ¿O alguien espera que a mi hijo “me lo eduquen” al 100%? Imposible.
En España, nos cuesta mucho auto-educarnos porque escuchamos mal, tenemos prisa en interrumpir, como si nos humillara aprender de otros: “¿Cómo va a haber organización en la política española si no la hay ni siquiera en las conversaciones?”, decía Ortega en 1921.[vii] Y casi un siglo después, Domingo García-Sabell (1908-2003), ex miembro de la Real Academia Española, investigó por qué los españoles gritaban en lugar de hablar. Y llegó a la conclusión de que “subyace el deseo de hacer callar al otro. Los españoles no saben escuchar bien a los demás”.[viii] Se supone que los educadores debemos defender lo que nos parezca verdadero, lógico y justo (no hablamos de periodistas vendidos, ni de programas-basura). Austeridad, esfuerzo y superación deben entrar en la clave educativa de las nuevas generaciones. No queremos parásitos consumistas ni competidores envidiosos, pues es más fácil dominar un imperio que dominarse a sí mismos: “Donde hay educación, no hay diferencias de clase” (Confucio).[ix] O este país (el mío) se entera de la importancia que tiene educarse mutuamente (no manipularse) o está condenado al subdesarrollo crónico.
[i] Un dólar USA = 1,255 €, a 03 julio 2010. [ii] ESCOLAR Ignacio, diario Público: “Los siete pecados capitalistas”, domingo 26 octubre 2008. [iii] NAVARRO Vicenç, diario Público: “La silenciada causa de la crisis”, jueves 19 marzo 2009. [iv] CUMBRE DE LA TIERRA, Río (Brasil), 1992: Agenda 21, capítulo IV. Firmado por 173 jefes de Estado y de Gobierno presentes. [v] PAN YUE, Ministro Chino de Medio Ambiente. Der Spiegel, abril 2005. Citado por Ignacio RAMONET: La catástrofe perfecta. Diario Público 2010, pág. 120. [vi] RAMONET, Ignacio (2009): La catástrofe perfecta. Crisis del siglo y refundación del porvenir. Diario Público 2010, pág. 101. [vii] ORTEGA Y GASSET, José (1921): España invertebrada. Madrid 1963: Revista de Occidente, pág. 100. [viii] GIBSON, Ian (1993): España. Barcelona. Ediciones B, pp. 257-258. [ix] CONFUCIO (551-479 a.C.), citado por PALAZZI, F./FILIPPI, S. S. (1994): El libro de los 1000 sabios. Madrid: Dossat, pág. 301.