15/12/2010

Algo huele a podrido en Dinamarca

La vieja cita de Hamlet cobra un nuevo sentido este final de otoño, en el que -¿el azar?- ha hecho coincidir demasiadas conmociones para el sufrido ciudadano que se afana en llegar a fin de mes, sin que el mundo se hunda bajo sus pies.

En vista de que no hemos muerto ni de gripe aviar ni porcina, la nueva ministra de sanidad, ha mandado destruir las, ya inútiles, vacunas antigripales contra el virus A. En las que, su mal aconsejada, predecesora invirtió cuantiosos millones de euros que, en lugar de enriquecer a algunas multinacionales farmacéuticas, nos hubieran venido bien para paliar el déficit, en vez de hacerlo recortando sueldos públicos, pensiones y prestaciones sociales. Pero…, -¡oh maravillas de la política!-, en vez, de hacerle asumir su error y cesarla por el enorme fallo, como le hubiese sucedido en cualquier empresa seria, se le ascendió, incluso después de perder unas primarias en su propio partido.

…En estas, después de un año de amagos, danza, contradanza y valses coreados con los controladores aéreos, al Gobierno se le ocurre ponerse chulo en vísperas del puente de la Constitución y la Inmaculada… Cierre del espacio aéreo, cientos de miles de frustrados viajeros aéreos y  pérdidas millonarias que, me temo, acabaremos pagándolas -¡encima!- los sufridos contribuyentes… Además, ¡toma estado de alarma!… Como en tiempos de la dictadura… Creando el precedente para que, a la próxima huelga que incomode al Gobierno de turno, si nos descuidamos, estado de excepción y “disuélvanse que no se admiten más de tres personas juntas”… Y a todo esto, la mayoría de la clase política entusiasmada, en vez de exigir la inmediata dimisión de los responsables de  semejante destrozo.

No tiene sentido sacudirse las pulgas, cuando se llevan seis años gobernando… En ese tiempo, se podía haber desactivado la prepotencia de los controladores, diseñando un Máster Universitario que completase, en dos años, la formación de determinadas licenciaturas, idóneas como base al control aéreo.

De haber procedido así, ya tendríamos tres promociones que, a cuarenta alumnos por curso y Universidad,  habrían cubierto con creces las necesidades nacionales.

Y para terminar, cuando empezamos a pensar que el “españolito” ya es alguien en el mundo del deporte de alta competición, se nos caen los palos del sombrajo por una aparente trama de doping generalizado…

Ignoro lo que ha pasado, no tengo información para tomar partido, pero intuyo dos cosas:

Primero, el Dr. Fuentes ya es un caso recurrente en la medicina deportiva, su larga historia comenzó en el Atlético de Bilbao, siguió con el equipo ciclista de la Once y ha amanecido mezclado siempre que ha saltado algún caso de estos… ¡Mucha casualidad!

Segundo, el escándalo alcanza a la Federación de atletismo y, las cosas no deben de estar demasiado claras, cuando parece haber seria división de opiniones entre los atletas. ¿Puede haber algo más que un problema de dopaje?… ¿Una “batallita” política por ejemplo?…

Por otra parte, hay una dinámica malsana en el mundo de la alta competición. Tal parece que a Coubertin lo han enterrado y lo importante ya no es participar, lo importante es ganar y, utilizando una frase de la película Grand Prix, “No hay maneras horribles de ganar, solo hay ganar”… Por eso se fuerza al máximo la capacidad humana y se emplea, para ello, todo lo que viene a mano.

Primero lo hacen las grandes potencias deportivas, entonces se prohíbe y se declara doping y, de nuevo, se buscan otras maneras para forzar la capacidad humana o enmascarar la manera en que se hace.

Hace años, un ciclista español, de los del montón, de los gregarios, dijo una gran verdad cuando preguntó públicamente… “¿De verdad piensan que subimos esos tremendos puertos solo a base de comer espaguetis?”

¡En fin! ¡Vaya fin de año! Por lo menos intentaremos sobrevivir a las fiestas y, ya que hemos terminado deportivos, no fenecer, extenuados, subiendo la próxima cuesta de enero que pinta muy dura…