Bolonia Alma Mater Studiorum

Bolonia “la sapiente” es ciudad acogedora y elegante, capital de la rica región de la Emilia Romana. Tiene el noble orgullo de haber creado la primera universidad europea en el siglo XI. Su casco histórico es de los mejor conservados de Europa y el segundo de Italia después de Venecia. Palacios, conventos, y museos constituyen una antología arquitectónica fascinante. La escuela barroca de pintura con Carracci, Reni, Albani y Guercino tiene una gran dignidad. La historia aplaude sus grandes iniciativas civiles y su genética universitaria. Tiene energía positiva y mirada socializante.

Desde la terraza del hotel Majestic se divisan las “Due Torri”(Asinelli y Garisenda) y los tejados con sugestiva pátina rojiza. Al lado “El cantón dei fiori” con exquisito café. En el pórtico una frase… “vinus laetitia, cannabis protectio, panis vita”… Muy cerca la plaza mayor con el Neptuno de Giambologna y el Gregorio XII de Magnani cerca del Palazzo Communale. Al lado, la Basilica de San Petronio donde en 1530 fue coronado Emperador Carlos V. Algo más allá el Archigimnasio y la calle Zamboni que guardan las mejores esencias universitarias de Bolonia.

Me dirijo a penetrar en su “alma universitaria”. Es la tercera vez que visito Bolonia.

La Universidad surge en el siglo XI. Los comerciantes solicitaron que personas cualificadas  mediaran en sus conflictos. Así surgió la Universidad de Derecho en 1080, a cuya fama contribuyeron insignes maestros del derecho que atrajeron estudiantes de toda Europa. Se fundó el Colegio de España, por Egidio Carilla de Albornoz. En 1150 se amplía a Medicina, Filosofía, Aritmética, Lógica, Retórica y Gramática. Asistieron al Ateneo de Bolonia Dante, Petrarca y Boccacio.

En 1256 fue la primera ciudad europea que abolía la esclavitud de la gleba liberando a los esclavos con dinero público y empleándolos en labores agrícolas.     

El Archigimnasio se inaugura en 1564 y fue destinado a ser sede estable de la Universidad. Está ubicado delante del Pórtico del Pavaglione de 139 m. de largo. Pío IV de Medici lo quiso como sede unificada y controlable del estudio ciudadano, según proyecto de Antonio Morandi.

Se levanta con un solo piso sobre un pórtico de columnas de piedras. Debajo de las galerías del bellísimo patio cuadrado se abre la capilla de Santa Maria de los Búlgaros con pinturas de Cesi y Calvaert.

En el primer piso, el bello Teatro Anatómico construido con madera de abeto y cedro, con estatuas de tilo de Giannotti y Lelli. Un bello baldaquino con los “Spellati” preside la sala donde se realizaban disecciones anatómicas. Fue reconstruido plenamente tras su destrucción en la Segunda Guerra Mundial, sabiendo renacer de las cenizas.

En las treinta aulas de lecciones y en las dos aulas magnas de los lectores y artistas está ubicada la Biblioteca Municipal del Archigimnasio la más antigua biblioteca municipal de Italia con 600.000 volúmenes, 2.500 incunables, 12 manuscritos y 15.000 dibujos.

El edificio ostenta una singular y única decoración heráldica con miles de blasones de los siglos XVI al XVIII, que recuerdan a los estudiantes elegidos anualmente para Consejeros, Priores o Rectores en el ámbito de la respectiva Nación y Facultad. En uno de los blasones hay un escudo de Aragón donde se distingue el árbol de Sobrarbe en uno de los cuarteles.

El Instituto de Ciencias fundado en 1711 por Lurgi Ferdinando Marsigli tuvo profesores como Aldrovandi, Malpighi y llegó a ser un centro vital de investigación en Europa.          

La calle Zamboni acoge en la actualidad toda la vibración universitaria. Allí está ubicado el Palacio Bentivoglio, señores de la ciudad, Conservatorio de Música, la Catedral de San Giacomo Maggiores, la capilla de Santa Cecilia. El Palacio Poggi y sus museos universitarios, de Historia, Obstetricia, Astronomía, Geología y Paleontografía y Antropología, Anatomía, Física, Jardín Botánico y Herbario.

La calle Zamboni está viva y risueña con restaurantes, museos, música viva y un gran cartel sobre el balcón del teatro que dice “Una ciudad sin teatro es una ciudad muerta”. Lo firma Federico García Lorca. Un aplauso y un abrazo para Bolonia.