Un golpe de PAZ
Era justo lo que estaban esperando. Los enemigos acérrimos del 15-M solo necesitaban un episodio de las características del ocurrido en el Parlament de Catalunya. Bastaba con que un pequeño grupo traicionara los principios pacifistas de los asamblearios para que sus detractores les criminalizaran y se abriera la veda contra los insurgentes. Toda suerte de críticas y de amenazas tipificadas penalmente planean sobre la cabeza de los indignados. No parece importante que la inmensa mayoría de los que allí se concentraron lo hicieran en paz, mostrando un comportamiento ejemplar y que intentaran contener a los agresivos. Tampoco es relevante el hecho de que los portavoces del 15-M condenaran el acoso que sufrieron los diputados catalanes y no se identifiquen con ningún tipo de acción violenta. Muy por el contrario. Según la presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Espe-azote de dios, este hecho es per se incriminatorio. Una táctica usada por todos los movimientos totalitarios.
¡Qué voluble es la derechona nacional! Hace algunas unas semanas, tanto Aguirre como Rajoy, arengaban a los españoles a seguir el ejemplo de los países árabes para alzarnos contra la injusticia. Contra la del PSOE claro, no contra la suya. Y ahora resulta que se les ha ido de las manos. Que estos rebeldes van por libre y no pretenden derrocar un gobierno. Quieren darle la vuelta al sistema entero con ellos incluidos. Ya se sabe, cuidado con lo que deseas…
La Plaza de Tarhir no es Puerta del Sol ni ninguno de los asentamientos de nuestros territorios. En El Cairo la represión que se ejerció contra la gente costó cientos de vidas. Aquí no debemos permitir que cueste ninguna.
Resulta duro contener la ira que produce ver como tu nivel de vida se hunde en la miseria y te enfrentas a un futuro sin expectativas. Lo que se votaba ese día en el Parlamento catalán era un puro acto de violencia contra el pueblo. Los que estaban a sus puertas sabían que lo que allí se estaba maquinando era parte del desmantelamiento de la sanidad, la educación y la justicia a las que todos los ciudadanos tenemos derecho. Es muy difícil que no prenda alguna chispa cuando todo se está rociando de gasolina.
La violencia es inadmisible por muchas razones. Entender que hay resortes que la están provocando no nos puede valer para justificarla. Pero además de las consideraciones éticas o morales, o precisamente por ellas, la violencia es un callejón sin salida. Nos conduce a un punto muerto en el que los agravios recibidos se suman a los cometidos por uno mismo en una supuesta defensa propia que anula la conciencia.
El cambio que reclama el 15-M tiene que ser un golpe de paz. Contundente, firme como un mazazo en mitad de la frente de la codicia y la corrupción que mueven los hilos de esta tragedia. Pero todas sus acciones y manifestaciones deben ser pacíficas. Como lo es la gran masa de las personas que componen el movimiento. Hay que reconducir la rabia de los exaltados o expulsarles del grupo. No caben ambigüedades a este respecto. La paz debe ser el hilo conductor. Como lo fue en Islandia.
Para terminar quiero que se queden con esa imagen de los ocho helicópteros fletados por la policía para trasladar hasta el lugar a Artur Mas y otros consejeros y diputados. La puesta en escena la paga el sufrido contribuyente ¿Tan desmesurado era su temor que no les bastaba una furgoneta blindada? Estos despliegues aeronaúticos son más propios de huidas protagonizadas por presidentes que sufren un golpe de estado o una revolución. Una llegada tan cinematográfica se corresponde a un estado de sitio o de guerra que no era proporcional con los altercados que se estaban produciendo.
En cualquier caso, no es raro que anden asustados. Conocen el catastrófico calado social de las draconianas medidas que votan. Saben que los ciudadanos no somos los responsables de la crisis pero están decididos a conseguir que seamos los paganos. Seguramente lo que más les sorprende es que no haya una reacción más iracunda por parte de lo damnificados. Se están preparando para combatir ese estallido de violencia.
Pero no tienen idea de cómo pueden parar la fuerza de la paz.