Introducción a Andrés Ortíz Osés
Cuenta la Wikipedia que este tardientano de 1943, catedrático emérito en Deusto, estudió (olvidan Huesca) teología en Comillas, filosofía en la Gregoriana de Roma, y luego en Innsbruck (Austria) donde se doctoró en filosofía hermenéutica tras asistir a las clases de Gadamer, Emerich Coreth y Franz-Karl Mayr. El sociólogo zaragozano Pepe Nerín ha escrito sobre esos años austríacos en sus memorias (en red): “Andrés era y es todo vitalidad, todo admiración por lo nuevo aunque fuera anecdótico, todo conversación rica en juegos de palabras, todo subversión de la vulgaridad, todo movimiento e inquietud intelectual. Cuando llegaba a nuestro pequeño mundo se revolucionaba, y nos convulsionaba en un puro ascender a lo sublime y descender a lo plebeyo. Hasta su aspecto y sus andares formaban parte integrante de su ser antidogmático, pleno de humor y socarronería aragonesa entre gestos desbocados, y te desbordaba por todas partes hasta agotarte”.
Ha colaborado con el Círculo de Eranos (Suiza), inspirado en Jung, junto a Kerenyi, Mircea Eliade, Erich Neumann y otros, pero facilitando el salto hacia Heidegger. Hoy tiene muchos discípulos amigos y discutidores en muchas universidades, que visita en peregrinajes intelectuales.
Ha escrito cuatro tipos de libros y trabajos: los Tratados hermenéuticos, los Estudios mitosimbólicos, los relativos a la Filosofía del sentido de la vida y los Aforismos. Entre los primeros, junto a varios libros introductorios a esta hermética ciencia, figuran Claves de hermenéutica, Diccionario de la existencia y Diccionario de hermeneútica. Entre los segundos, La identidad cultural aragonesa (Centro de Estudios Bajoaragoneses, 1992), El sentido de la cultura vasca (Annals of Foreign Studies XLIII 1-31, Universidad de Kobe, Japón, 1998), y Las claves simbólicas de nuestra cultura (Anthropos, 1992). Entre los terceros, El sentido de la existencia. Posmodernidad y nihilismo (con G. Vattimo. Universidad de Deusto, 2007), y los estudios sobre Heidegger y el ser-sentido (U. de Deusto, 2009) y Nietzsche: La disonancia encarnada (Libros del Innombrable. Zaragoza), que apareció en noviembre de 2010. En fin, entre los últimos, Filosofía de la experiencia (Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2006), El enigma de existir (U. de Valencia, 2008) y uno muy reciente, el más profundo y alegre a la vez desde Gracián: Tragicomedia de la vida. Una filosofía acuática (PUZ, 2010), un libro que uno tarda en digerir, porque hay cientos de aforismos que hacen pensar y volver a pensar, reir y más pensar.
Muy conocido como fundador de la hermenéutica simbólica, sus textos son complicados y divertidos, buscan siempre la contradicción interna en los conceptos y palabras. Estudioso de la mitología y el matriarcalismo vascos, así como al llamado vasco. Otra de sus ideas más recurrente y ocurrente es la del arquetipo, que definió así: “Los arquetipos comparecen como imágenes numinosas en las mitologizaciones, e.g. de nuestros padres. Quizás podríamos decir que la primera parte de la vida es mitologizadora, mientras que la segunda parte desmitologizadora y, por tanto, complementaria”. Otra, en fin, es la del mito cultural, a propósito del cual ha escrito: “Lo cursioso de nuestro medio intelectual es que toma en serio su propio mito o mitología cultural –la clásica grecolatina- pero ya no así otro mitos o mitologías como la japonesa, la maya o la vasca sin ir más lejos, a pesar de las aportaciones al respecto del reverendo José Miguel de Barandiarán (por no mentar aquí las interpretaciones de este irreverendo). Mas tampoco se concidera mitológica la propia creencia religiosa o libro sagrado, la Biblia como gran código, a pesar de los aportes al caso del también reverendo (protestante) Northrop Frye”.
Su obra, respetada entre grupos de expertos de Europa y América, ha sido estudiada en El dios andrógino desde la UNAM mexicana por un equipo coordinado por Blanca Solares (autora de quien puede leerse, entrando en las páginas de Ortíz en Deusto, una suculenta entrevista). También le dedicó un número monográfico la revista Anthropos, en cuya editorial dirige la colección Hermeneusis. Hace unos años, Andrés fue uno de los raros residentes fuera de Aragón a quienes rindió un magnífico homenaje el grupo Rolde. Y, hace muy poco, muchos de sus colegas y amigos (G. Durand, G. Vattimo, J.L. Aranguren, J. Grondin, E. Trías, etc..) , coordinados por Luis Garagalza, tras jubilarse hace ya dos años han publicado en su honor un libro resonante: Filosofía, Hermenéutica y Cultura. Homenaje a Andrés Ortiz-Osés. En una reseña recién aparecida, dice su autor, Javier Martínez Contreras, que esta serie de autores sobre el pensamiento de Ortiz-Osés, “lo sitúan en una encrucijada de sentido relevante, y como una de las aportaciones más originales, arriesgadas e interesantes de la filosofía española desde la segunda mitad del siglo XX”.
Compartiendo su madre vasca y su padre aragonés, y miles de fratrias, lleva muy bien esa múltiple identidad, que le informa y conforma. El año pasado hizo un muy comentado pregón en las fiestas de Tardienta, en el que presenta una Santa Quiteria que “afirma su independencia casi feminista, viviendo a su aire libre y pobremente, hasta que la doble conspiración del padre y del pretendiente acaban con su vida, en lo que es una especie de “violencia de género”.
Copiamos de su blog un poema espléndido, publicado el 1 de julio pasado:
El día que me muera (poema-tango)
Filed under: Biografía — Andrés Ortiz Osés @ 01-07-2011
El día que me muera se acabará la historia
se acabará el combate de un hombre con su dios.
La gente dirá muda era un tipo curioso
que paseaba solo al brazo con su almario
preguntándose quedo por qué, por qué, por qué.
Hoy ya tiene respuesta a su fiel impaciencia
al verse ya cumplido su sueño de descanso.
El día que me muera que doblen las campanas
en un silencio incruento por el hombre que fue
por fin a su destino a su destino al fin.
El día que me muera se acabará la historia
esta historia de amor que trunca se quedó.
El día que me muera comenzará otra historia
una historia de humor que junte lo truncado.
El día que me muera entonces me querrás:
el día que me muera el día que me quieras
sabrás cuánto he querido sabrás lo que es amor.
Ya sabemos que muchos vascos también. Pero en Aragón, cuantos le conocemos y queremos, estamos muy orgullosos de este tipo inconfundible, juguetón con el saber, y sabio.