El verano sin hombres
Cuando tengo que regalar libros suelo elegir uno o dos y que son los que ofrezco durante todo el año. En este que comienza ya he regalado este libro dos veces. Me ha gustado.
Lo primero que hay que hacer es hablar de la autora. Dicho pronto: Siri Hustvedt es la mujer de Paul Auster. Ya no lo repetiré. Husvedt, de la que es el primer texto que leo, es una escritora a quien califican como noruega: en realidad, de padres noruegos y, por lo visto, de reconocido prestigio aunque siempre modificada la percepción que de ella se tiene a causa de su estado civil por matrimonio.
Podría calificar este pequeño librito de feminista y, en realidad, lo es. Contado en primera persona comienza con el ataque de locura que se apodera de la narradora cuando su marido pide una pausa: inmediatamente ella entiende a qué se refiere la pausa. A lo largo del tiempo (un verano del norte de EE.UU.) en que se recupera, asume su nueva condición y busca un lugar donde protegerse y asistiremos a una serie de pequeños destellos de su entorno familiar, su nuevo trabajo temporal con niñas y su relación con todo ello.
Los personajes, como ya indica el título, son todas mujeres: las ancianas de la residencia en que vive su madre, las niñas a las que imparte un taller de poesía, su hija y su hermana. Por debajo, o quizás, en una línea paralela, su exmarido y su nueva novia. Nos cuenta sus desventuras, sus reflexiones, su dificultad para comprender su nueva situación.
Casi sin tema, sin argumento, con pequeños dibujos (que sobran), citas cultas y discusiones importantes, Hustvedt nos va llevando a una serie de conversaciones tratadas de forma marcadamente femenina: la vejez, la sexualidad, el matrimonio, la pareja… son asuntos manejados con una aparente ligereza que no es tanto. Una prosa eficaz, sencilla, brillante. Unas ancianas que ven cerca aquello a lo que temen y aquello por lo que ya han pasado; unas niñas (bastante crueles) que le ofrecen la posibilidad de entrar en ellas y que, narrativamente, constituyen una historia independiente; un ex marido que tras encontrar su último tren descubre que el antiguo era más confortable; una hija y una hermana con quienes desahogarse.
Hustvedt pasa por todos estos sitios y por todos estos personajes y sus conexiones de forma natural y sutil. Si se lee esta descripción es fácil ver el parecido con tantos libros “femeninos” que nos recuerdan a los clubes del punto, de los viernes, de las primeras esposas o a las criadas y señoras. No es así: es una mirada lúcida, sencilla, comprensiva, que penetra en la personalidad y puntos de vistas de todas ellas de una manera elegante, profunda y a la vez, aparentemente muy cotidiana. Quizá el final nos puede parecer que no es el correcto, pero el optimismo o el deseo de dejar la puerta abierta, puede significar, precisamente, la distancia que la autora pone entre esos otros textos más convencionales y dirigidos al público femenino y este otro.
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Hustvedt, Siri.
“El Verano sin hombres”
Ed. Anagrama. Barcelona, 2011
218 páginas