23/04/2012

Torralba Soriano, Federico B.

El profesor Federico Torralba

Ayer, día 22 de abril, fallecía en Zaragoza, a la longeva edad de  noventa y ocho años, Federico B. Torralba Soriano (Zaragoza, 1913-2012), catedrático emérito de Historia del Arte de nuestra  Universidad, nuestro máximo referente en los estudios sobre Goya,  arte contemporáneo y arte oriental. Al margen de los numerosos  reconocimientos recibidos en vida, desde el premio Aragón, pasando  por la medalla de oro de la Institución «Fernando el Católico», hasta  la máxima distinción del Imperio japonés, así como de su importante  legado artístico de arte oriental. expuesto en el Museo de Zaragoza, aquí queremos ofrecer una concisa semblanza académica, valorando su  personalidad universitaria en el contexto de la Historia del Arte en España.

Realiza sus estudios de Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, coincidiendo en los mismos tras la guerra civil con el breve paso como catedrático entre 1940 y 1942 del depurado José Camón Aznar. Pronto nombrado profesor auxiliar, con cátedra vacante prácticamente hasta la incorporación de Abbad en 1958, su trayectoria académica puede considerarse autodidacta, con vocación por la pintura moderna, a la que dedica un revelador ensayo crítico en el año 1946, impulsando en Zaragoza los movimientos artísticos de vanguardia, como el grupo Pórtico, la primera abstracción española entre 1947 y 1952. Desarrolla una importante labor de difusión del arte actual desde la cátedra “Goya” de la Institución “Fernando el Católico”. Tras la prematura muerte de Abbad en enero de 1972, se incorpora como catedrático por traslado desde la universidad de Salamanca.

Con el regreso de Torralba como catedrático los estudios de Historia del Arte en la Universidad de Zaragoza, de clara orientación medievalista durante los años de Abbad, emprenden un decidido camino hacia el arte contemporáneo, desde Goya hasta el arte actual, así como una especial atención a las artes decorativas y a las artes extremo-orientales, en especial al arte japonés, enfoque que resultaba innovador y poco frecuente al inicio de la década de los setenta en la Universidad española.

Su impulso de las artes decorativas, a las que había dedicado atención investigadora, destacando su monografía sobre los esmaltes en Aragón, se cohonesta con su docencia como profesor de entrada, primero, y de término, después, de la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, que ejerció durante bastantes años.

En su inclinación por Goya, pesa sin duda, como en José Camón Aznar y en Julián Gállego, su naturaleza aragonesa. Siempre interesado por la obra de Goya en Aragón, defiende la madurez de Goya como pintor en el conjunto mural de la Cartuja de Aula Dei, obra que por su aislamiento era poco conocida de la historiografía española, y a la que Julián Gállego dedica también un estudio monográfico. Por su parte Torralba, además de obras de conjunto, y de comisariados como el de la exposición del pabellón aragonés en Sevilla en 1992 o del sesquicentenario de 1996 en Zaragoza, va a dedicar interesantes monografías a la pintura de Goya en la Santa Cueva de Cádiz, así como a sus retratos de economistas y banqueros.

Por lo que se refiere a la pintura contemporánea aragonesa hay que destacar no sólo su libro de conjunto, publicado en 1979, sino su labor permanente como crítico de arte e impulsor de premios de pintura, como el San Jorge de la Institución “Fernando el Católico”, así como su tarea de galerista en Zaragoza (Kalos y Atenas) y de fomento de los grupos, como en el caso del grupo Azuda 40. No es, pues, sorprendente que la editorial Alhambra le encomendase la redacción de la parte dedicada a pintura en su manual de Arte Español del siglo XX.

Más sorprendente resulta, sin embargo, su interés por el arte extremo-oriental, en general, y por el japonés, en particular, del que llega a formar una interesante colección personal, hoy día instalada en el Museo de Zaragoza. Sin duda la pintura contemporánea fue el camino que le condujo al grabado japonés, pero en el caso de los “inro” hay que pensar en su gusto por las artes decorativas y por la belleza en general. Más crítico que documentalista, su legado ha sido positivo en el enfoque de los estudios de la universidad de Zaragoza, impulsando investigaciones sobre artes decorativas, como la dedicada a los tapices por Carmen Rábanos Faci, o sobre arte japonés, como la tesis doctoral de Sergio Navarro Polo.