CARTA DEL PRESI

Se reunieron los FUNDADORES aprovechando que yo andaba cojitranco sin poder asistir mas allá de la cocina de mi casa, para que estos viejos ”traidores”, que ninguno quería ser Presidente de esta insensata aventura que ya parece que levanta boinas, decidiesen, por unanimidad, nombrarme a mi Presidente. Es decir, se quitaban el muerto de encima y me lo dejaban a mí que llevo desde octubre con el humor sacando las torpezas por encima del tedio y de  la depresión. Estaba, o estoy, tan vivo que la tarde de domingo que los comisionados acudieron a mi casa- el Zaragoza había perdido de nuevo-para notificarme mi cargo, me eché a reír y todos, los cuatro de la Comisión, llegaron a pensar que después de tantas estancias en hospitales, se me había ido la cabeza y en lugar de agradecer ese “honor” me dio por el humor iconoclasta.

-Eso es lo que queremos- dijo uno de los fundadores: La iconoclastia.

Y el jefe máximo, para demostrar su grado de iconoclastia, se puso de rodillas delante de mí y me dijo: ¡Que los bárbaros invadan el yugo desesperado de esta tierra!.

-Amen- dijeron los otros tres.

Y como habían llegado, se fueron.

En el viejo piano, en el  que guardo partituras de Mingote, habían dejado un diploma con el siguiente texto, caligrafiado como hay que caligrafiar:

Reunidos los abajo innombrables, nombramos Presidente al ilustre J.A. Labordeta@andalan.es

Para que conste no firmamos y solo le dejamos, en la mesa de su cuarto de estar, un paquete de cacahuetes, bien salados, para que en las tardes de tedio se dedique a rascar la pulpa.

Me puse a comer unos cacahuetes mientras la sal se esparcía por toda la habitación y volvía a cantar aquello de Vamos camino de nada.