El malecón de Ogigia en Sitges ( El Cronos secuestrado)

He crecido en el mar y la pobreza para mí fue fastuosa; despues perdí el mar y todos los lujos se me volvieron grises, la miseria intolerable.Desde entonces espero”

Camus

 

Sitges, la blanca Subur; es una hermosa ciudad mediterránea que me gusta pasear en su bello paseo marítimo en las primeras horas de la mañana, desde la playa del  Terramar hasta la iglesia de San Sebastián, cerca del sugerente restaurante Viver que parece una casa colgada sobre el mar.

Cafe Roy de Sitges

Cafe Roy de Sitges

El café en el Yamuna, servido por Bárbara, una simpática italiana de Trento licenciada el Ciencias políticas, tiene calidad y hospitalidad. Allí se van habitando las páginas de mi diario con impresiones y algunos dibujos. Muy cerca está la escultura de un bello desnudo femenino que mira al mar que recuerda al estilo de Aristides Maillol. Otras veces tomo un té con leche en el hotel Romantic o en el célebre café Roy de la calle Parelladas donde di una charla  sobre  mi Viaje a Ceylan y Maldivas.

Bajando las escaleras de la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla se llega a un malecón  con una sirena esculpida que permite ver el  perfil de la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla y  del  Museo Maricel. Más allá la casa que habitó Santiago Rusiñol que llenó de historia a Sitges en la época modernista, con cuadros de Casas, Picasso, Zuloaga, Pichot  y el Greco en un bello ambiente modernista.Por la playa hay estatuas de Rusiñol, Unamuno y un Hermes con estilo de Pigalle.

Desde el malecón desfila el paisaje cambiante de las olas rompiendo en las rocas y esculpiendo figuras  desde hace muchos siglos.

Hoy el mar está suave y parece hablar con calma a través de las olas. El cielo es inmensamente azul y así tiñe el agua.

Sitges y la Iglesia de Santa Tecla

Sitges y la Iglesia de Santa Tecla

Entre las rocas del malecón, que he bautizado OGIGIA  veo que hay comida para gatos y unos niños me descubren a un felino multicolor que descansa plácidamente con el arrullo de las olas como hilo musical… y me abre un ojo explorando mis posibles intenciones. Dejo que siga su suave descanso de melómano marino.

El inmenso mar, el onírico y majestuoso Mediterráneo, invita a la lectura y que los sueños se deslicen sobre las aguas, como decía Keats. Parece el tiempo detenido, el Cronos secuestrado, en una isla donde se detuvo el tiempo.

“Ogigia es una isla que yace a lo lejos en el mar. Allí fue encerrado Cronos por obra de Zeus para que guardara la isla y el mar que se llamaba Cronio. Estaba habitada por los griegos, en un golfo cuya boca mira al Caspio”.

“En una isla donde se da todo en abundancia, no es preciso trabajar y los habitantes pasan sus días dedicados a los cultos y sacrificios así como a la conversación y a la filosofía. La naturaleza es admirable y es muy suave el aire que la envuelve”.

“Parece que la divinidad pone impedimento a los que desean marcharse y se muestra en sueños y apariciones y hasta en voces a los que desean partir”

“Y Cronos vive en una cueva profunda rodeado de una gran roca de oro y permanece dormido, ya que fue el sueño lo que ideó Zeus como atadura para detener el tiempo Y unos pájaros desde la cima de la roca bajan volando y le llevan ambrosía”

“Y la isla está dominada  por una fragancia que se expande desde la roca como una fuente”.

“Y las divinidades rodean y sirven a Cronos porque fueron sus compañeros cuando reinaban sobre dioses y hombres y los asuntos más importantes se los anunciaron en sueños a Cronos. Todo cuanto Zeus prevé lo sueña Cronos y los impulsos del alma en guerra y las pasiones titánicas las adormece por completo el sueño y el elemento regio y divino está por si mismo puro y sin mezcla”

“Los habitantes tienen asignada para ellos una fuente, la de la verdad, que es con mucho la mejor, y más divina de todas y no mienten jamás los que se sacian de ella”

Cierro el libro. Miro al mar. Siguen las olas dejando su espuma en el agua como  las últimas palabras del  viaje. Es el mismo mar de los antiguos mitos, que dulcemente moldea la faz de la tierra. Quizá sea cierto que los seres humanos aspiramos a vivir en un albergue benévolo, en un mundo humanizado y con sentido trascendente, respondiendo al anhelo humano de pervivir y no ser un accidente disuelto en la nada. Los mitos nos ofrecen calor.