“¡Que bello es vivir”: una visión profética de la Navidad actual (la codicia del banquero)
La película “¡Que bello es vivir¡” es de obligada revisión en cada época navideña, puesto que se emite por televisión estos días en todo el mundo. Dirigida por Frank Capra en 1946 y protagonizada por James Stewart y Donna Reed, las desdichas de su bondadoso protagonista y el apoyo y el afecto de familia y amigos, que culmina en un final esperanzador, emocionan a todos. Un hábil guión, la acertada actuación de todos los actores y los bellos sentimientos que transmite su desenlace hacen que sea una película ideal para ver en familia en las fiestas navideñas.
La actual situación de creciente pobreza y dificultades económicas y la codicia de los banqueros que hemos padecido hacen que esa película pueda ser revisada con otros ojos. Recordemos brevemente el argumento: El protagonista, George Bailey, está vinculado a una compañía de préstamos, creada por su padre y gestionada junto con su tío Billy, que se dedica a dejar dinero a personas modestas a las que no les presta el banco. El amargado potentado local, el señor Potter, dueño del banco y de todos los negocios importantes de la ciudad, intenta por todos los medios –incluso ofreciendo un buen empleo a George—arruinar el modesto establecimiento de crédito. A lo largo de su vida, George tiene que ir renunciando a muchas de sus ilusiones para ayudar a los demás.
Pero el inesperado desastre llega el día de Nochebuena, cuando el tío Billy pierde la cantidad que debía ingresar en la cuenta de la compañía, al no darse cuenta de que se la deja en un periódico que lleva el potentado Potter. George y Billy, desesperados, no encuentran el dinero y se enfrentan a la quiebra, y Potter no lo devuelve, lo que lleva a George a pensar en el suicidio. Su Ángel de la guarda lo evitará y le hará ver el bien que ha hecho a lo largo de su vida. Y (¡arriba los corazones¡) al volver a casa encuentra que toda la ciudad ha hecho una colecta en su favor y que todos los amigos junto con su mujer, sus hijos y su hermano –que es un héroe—le quieren y le apoyan, haciéndole sentirse un hombre rico y feliz.
La actualidad que vivimos hace que en esa película puedan destacarse otros aspectos, superando la emotividad que nos transmite. Demos más protagonismo al Sr. Potter, un tiburón bancario, dedicado a amasar ganancias y arruinar al que se le pone por delante, que se queda con un dinero que no le corresponde y que es vital para otros: piénsese en las participaciones preferentes, en las hipotecas ejecutadas a bajo precio, en la dureza de las cláusulas en letra pequeña en préstamos y operaciones bursátiles.
Como en la vida misma, ese banquero no es castigado por su conducta, se va de rositas. Y el agujero lo tienen que pagar entre toda la buena gente, unida por la solidaridad, como está ocurriendo ahora en las familias y con todas las aportaciones que se realizan a las diversas organizaciones que ayudan a los más necesitados.
Y de esta manera, un final que durante años se nos había antojado como “feliz” se revela como tremendamente injusto, los pobres pagan, los ángeles dan lecciones mas fácilmente que imparten justicia o ponen las cosas en su sitio, las personas honestas deben bajar la cabeza ante la adversidad y los ricos descansan tranquilos contando sus duros a sabiendas de que al final hasta Ebenezer Scrooge es indultado…
Para colmo el señor Potter se parece a nuestro Gerardo Díaz Ferrán, patrón y modelo de una especie letal que cada vez abunda mas en una vida que puede ser bella pero casi nunca justa en un mundo cada día esta mas necesitado de personas como George Baileys.
¡Quien nos iba a decir que esta película había previsto el futuro¡