Sonata a la primavera en Florencia
Sandro Botticelli pintó en 1477 un bello cuadro “La Primavera”,que se expone en la galería de los Uffizi en la irrepetible Florencia, cuna del humanismo, la ciudad de Brunelleschi, Alberti, Donatello, Botticelli, Da Vinci, Miguel Ángel. Por sus calles se pierden los pasos de Dante y poeta Stendhal sufrió un desfallecimiento al contemplar tanta belleza. También Vivaldi compuso “la Primavera”.
LA PRIMAVERA
Florencia nos recibe un soleado día de primavera. La primavera es la estación del año más inquietante, más turbadora. La primavera es el jardín donde florecen las rosas, el jazmín y la menta, donde se desarrollan las hiedras y se acentúan los azules del cielo, las luces y las sombras y las penas del corazón. Es el tiempo de los almendros en flor, la esperanza. Según la leyenda un ángel compadecido de la desesperación que el invierno había sumido a Adán y Eva, convirtió los copos de nieve en flor de almendro; Florece la flor de lis, el símbolo de las buenas noticias, mensajera de los dioses. Hera la convirtió en arco iris, puente entre la tierra y el cielo; El mirto es el amor. Por la noche se transforma en una enigmática doncella que desaparece al amanecer. La primavera nos abandona a una languidez elegante .
Es el tiempo de los albaricoques y de leer en los parque a Keats, Bécquer o a Wallt Whitman, escuchar a Debussy y ver películas inglesas, de hojear un catálogo de Odilón Redón, de enamorarse por carta, de sofocar la inexplicable angustia del atardecer con agua fresca y besos de hierba.
UN PASEO POR FLORENCIA
Florencia, la ciudad de los Medicis fue la cuna del Renacimiento,. Su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1982.
Se dice que la Santa Croce forma junto con el Duomo y Santa María Novella los símbolos sacros primordiales del orgullo florentino.
Comenzamos el recorrido en la Iglesia de Santa María Novella, con su preciosa fachada de mármol y la magnífica Cruz de Giotto en su interior presidiendo la entrada. Ante el altar de la Capilla Tornabuoni, decorada con los frescos de Domenico Ghirlandaio, una mujer reza postrada de rodillas. Sus manos curtidas están juntas, implorantes y en su rostro demacrado brillan unos ojos negros de oscuro fulgor. Sus labios susurran palabras quedas. Se levanta con movimientos armoniosos, baja los ojos al suelo, como si buscase su alma perdida entre las junturas de las baldosas y sin prestar atención con paso sereno y firme atraviesa el vano de la puerta y antes de salir del templo se santigua varias veces.
Recorremos el pintoresco mercadillo alrededor de la Basílica de San Lorenzo construida por Brunelleschi y en cuyo interior hay trabajos y pinturas de importantes artistas, como “El martirio de San Lorenzo” de Bronzini. Esta flanqueada por dos sacristías una a cada lado, la vieja fue diseñada por Brunelleschi y la segunda por Miguel Ángel, en la que están las tumbas de los Médicis, A la izquierda de la misma está la Biblioteca Laurenciana, diseñada también por Miguel Ángel a petición de la familia Médicis que quería tener un lugar amplio y seguro adonde guardar sus colecciones de libros.
De ahí nos dirigimos al conjunto monumental de Santa María dei Fiore, en la plaza del Duomo, centro religioso florentino. El Duomo fue erigido en el esplendor de la República de Florencia, cuando a la expansión política acompañaban la económica y la urbanística, expresaban el deseo florentino de ascender su ciudad a la categoría de las grandes. Es la cuarta iglesia de la cristiandad. Su gigantesca cúpula de teja, de Brunelleschi, puede verse desde cualquier punto de Florencia y anuncia cierta ampulosidad, pero el interior es de una gran sobriedad y belleza. El interior de la cúpula está decorado con frescos que representan el Juicio Final.
El Baptisterio románico, con puertas de Ghiberti. que el mismísimo Miquel Ángel las definiría como “las puertas del paraíso” y otros han dicho que “de su bronce nació la escultura renacentista”.
Camino de la franciscana iglesia de San Marco, creo oír las pisadas de Dante que me acompañan en mi visita al bello Museo de San Marco y se emociona como yo ante la pureza de los frescos de Fra Angelico por su colorido y emotividad, detenido el tiempo y la historia. Entre las celdas parecen flotar los fantasmas de los monjes que habitaron y embellecieron sus paredes.
Estoy delante de La Santa Croce, donde se dice que Stendhal sintió una extraña angustia y vértigos. Recurrió a un médico que, tras tomarle el pulso y explorarle, le dijo que padecía una sobredosis de belleza.
La fachada es reciente y el mármol blanco que la singulariza nos engaña con un interior que data de finales del siglo XIII. Es una iglesia franciscana, orden que tenía la pobreza como mérito.
Iglesia que alberga las tumbas de entre otros hombres ilustres, Miguel Ángel, custodiada por un conjunto escultórico, Lorenzo Ghiberti, Maquiavelo, Rossini, Vasari, Galileo Galilei y Dante, aunque esta tumba está vacía ya que sus restos descansan en Ravena. Me llama la atención la viveza de los frescos que pintó Giotto, que ha sido denominado el primer pintor moderno. Su logro esencial consistió en corregir las tradiciones recibidas y conseguir para la pintura un realismo que escapara enérgicamente de la necesidad de lo simbólico.
Es de especial valor la capilla de los Pazzi un pequeño edificio realizado por Brunelleschi para esta familia noble
Antes de abandonar la plaza entramos en un bello café a tomar un capuchino. La decoración es cuidada, tulipanes frescos en las mesas. Suena la primavera de Vivaldi mientras saboreo el café y aspiro su intenso aroma. A través del violín, oigo el canto de los pájaros, el murmullo del torrente y los truenos en la tormenta. Fuera la ciudad muestra sus sueños de belleza.
Continuamos nuestro paseo hacía el corazón de la ciudad, la plaza de la Signoria, con su fuente de Neptuno, el palacio Vecchio y la Logia con estatuas maravillosas como “El rapto de las sabinas” de Giambologna y me seduce el” Perseo” de Cellini, el arrogante héroe que transmite la violencia del momento representado, o la copia del David de Miguel Ángel (el original están dentro de la Galeria de la Academia).
La Academia de Bellas Artes de Florencia, que fue la primera escuela de arte fundada en Europa, y cuya colección no tenía otro objeto al principio que proporcionar modelos a los alumnos. Admiro los maravillosos “Prisioneros” de Miguel Ángel esas figuras que hacen esfuerzos por salir de la pieza de mármol que los encierra. No puedo olvidar la pieza maestra de Buonarotti:” El David”,
Siguiendo con la escultura entramos en el Museo del Bargello, donde está instalado el Museo Nacional de Escultura y donde Miguel Ángel compite con el gran Benvenutto Cellini y Donatello con Brunelleschi.
La legendaria Galería Uffizi cuyos edificios son obra de Vasari, aloja una monumental pinacoteca. Gran parte provienen de la colección de los Medicis. No es sólo una monumental pinacoteca. El historiador del Imperio Romano Edward Gibbon se complacía en decir que a los Uffizi había que ir a ver las esculturas clásicas, y Shelley ni siquiera reparó en los cuadros de las paredes, pues sólo dedicaba atención a discóbolos, pensadores y atletas de mármol.
Igual que la enfermedad de Stendhal nació en la Santa Croce, el movimiento prerrafaelsta inglés nació en los Uffizi, pues fue el interés del crítico de arte y esteta sin desmayo John Ruskin, el que dio aliento nuevo al interés por la pintura renacentista en la que los pintores ingleses del XIX encontraron un magisterio que trataron de imitar.
En sus numerosas salas: Cimabue, Giotto, con un retrato de la Virgen en que se inventa el realismo. Más adelante están los archiconocidos “Duques de Urbino” que pintó Piero della Francesca. Como se sabe, el duque exigió ser fielmente representado, no mejorado: incluso posó de perfil para que se hiciera evidente su defecto principal, del que se sentía muy orgulloso: una nariz excesiva que debía su tamaño a un espadazo bélico. “El Bautismo de Cristo” de Verrocchio. Y hay que hacer una visita a La Tribuna, que es una estancia octogonal donde se representa el cosmos y en la que está la sensualísima Venus del siglo III.
Es difícil elegir entre tantas representaciones de Venus. La Venus de Tiziano, por ejemplo de la que Lord Byron afirmó que es la Venus definitiva. No se puede olvidar “El Baco”, obra maestra de Caravaggio, o “La Virgen del Jilguero” de Rafael.
En otra sala “El Nacimiento de Venus” y “La Primavera” de Botticelli, el magnífico cuadro presenta una atmósfera de fábula mitológica en la que se celebra una especie de rito pagano. Rompe con la pintura religiosa cristiana al ilustrar un rito pagano de primavera.
La técnica usada para la realización de La Primavera es el temple (mezcla de los pigmentos mediante huevos) sobre tabla. En el centro aparece Venus, la diosa del amor; a la derecha, Céfiro, el viento que persigue a la ninfa de la Tierra, Cloris, que al ser tocada por él se trasforma en Flora, diosa de la vegetación y de las flores; encima de Venus está Cupido, que dirige sus flechas a las tres Gracias, (la lujuria, la castidad y la belleza), Castitas, mira al dios Mercurio, mensajero de los dioses. Todos los personajes están situados en un paisaje de naranjos, árboles tradicionalmente relacionados con la familia Médicis. En suelo es una capa de hierba muy oscura con flores típicamente toscanas (jacintos, iris, clavellinas, siemprevivas).
Algunas de las figuras que aparecen estaban inspiradas en esculturas antiguas. figuras de elevada estatura, delgadas, ligeramente alargadas, muy idealizadas, cuyos cuerpos a veces parecen artificiosamente estirados y presagian el estilo elegante y cortés del manierismo del siglo XVI. Las figuras destacan contra el fondo por la claridad de su piel y sus ropajes, de colores claros e incluso transparentes.
Citaré algunas fuentes literarias en las que se inspiró Botticelli para realizar el cuadro: Ovidio en los «Fastos» (un calendario poético que describía las festividades romanas; representaría dos escenas: la persecución erótica de Cloris por parte de Céfiro y su posterior transformación en Flora) ,y las «Metamorfosis». Otras posibles fuentes pueden ser el poema didáctico-filosófico «De Rerun Natura« de Lucrecio o, incluso, las «Odas» de Horacio.
El centro está presidido por Venus-Madre, la Diosa del Amor, que domina el pasado, el presente y el futuro; es el eje de todo, reina sobre el bosquecillo jardín, símbolo del mundo manifestado. En este ‘paraíso‘ (esta palabra significa precisamente, ‘jardín’), Venus ocupa el lugar donde en la Biblia figura el árbol del bien y del mal.
Sandro Botticelli nació en Florencia el 1 de marzo de 1445. no sólo era un excelente pintor, sino un hombre culto, con amplios conocimientos históricos y filosóficos, pertenecía a la Academia Neoplatónica, y participaba en las tertulias y discusiones filosóficas de los humanistas de Florencia.
Falleció el 17 de mayo de 1510 y sus restos reposan en la que fuera su parroquia la iglesia de Ognissanti, en Florencia.
Está atardeciendo y nos adentramos en el bellísmo Ponte Vecchio repleto de joyeros y artesanos. Sobre el río Arno se reflejan las cúpulas de Florencia y una gran bola de fuego incendia sus aguas. Surcando los celajes florentinos una bandada de pájaros evoluciona en una majestuosa coreografía despidiendo el día.