Agiluchos rojigualdas
Prevaricación es el cargo con el que las organizaciones ultraderechistas Falange Española de las JONS, Manos Limpias y Libertad e Identidad tratan de imputar a Baltasar Garzón para conseguir la suspensión de sus funciones como Juez de la Audiencia Nacional. El Consejo Superior del Poder Judicial, a instancias del juez Luciano Varela, ha corroborado los motivos para encausarlo puesto que ve indicios de delito en su empeño por investigar los crímenes del franquismo.
En este país, que eternamente se debate entre el «No Pasarán» y «Arriba España», la amnistía que fué aprobada por las Cortes con el propósito de edulcorar la transición de la dictadura hacia un Estado de derecho, consiguió barrer bajo la alfombra la represión y el horror del régimen franquista y es el argumento empleado para acusar a Garzón de haber dictado una resolución injusta a sabiendas de que lo era. Es decir, de prevaricar.
La Ley de la Memoria Histórica del 2007 no ha conseguido desenterrar los cadáveres de las cunetas y las fosas cómunes donde fueron condenados, rematando la matanza, a un tácito y deliberado olvido. Nació cobarde y acomplejada. Con demasiado miedo a esa derecha de banderas rojigualdas con aguilucho, que es la misma que ahora trata de impedir al controvertido juez que proyecte luz sobre las barbaries de este periodo de nuestro pasado. De conseguirlo, Garzón deberá abandonar todos los casos que mantiene abiertos, desde los relacionados con ETA hasta su órdago contra EEUU por violar los derechos humanos en Guantánamo.
Los mismos que le aplaudieron cuando investigó a los GAL, piden ahora su cabeza para que no se abra la caja de los truenos que rehabilite a los represaliados y ponga nombre y apellidos a sus asesinos. Pero existe otro motivo, más actual y sibilino si cabe: si el magistrado resulta condenado, existe la posibilidad de que el sumario del caso Gürtel quede anulado o archivado. ¡Salvados por la campana! ¿Qué puede aliviar más a peperos y allegados que invertir la carga de la prueba y mostrar como corrupto y prevaricador al principal impulsor de su caída en desgracia?
Si el CSPJ, ese grupo de togados concocidos por sus tendencias liberales, desoye finalmente a la fiscalía y opta por la suspensión, serán muchos los que festejen con cava este dictamen. Desde las herriko tabernas a los finos salones de los herederos ideológicos del fascismo, en las mansiones de los narcotraficantes o desde los yates de los delincuentes financieros, las explosiones del descorche de las botellas atravesarán nuestra geografía como una infernal traca que celebrará estruendosamente el triunfo de la atrocidad y la injusticia.
A pesar de que Garzón ha tomado decisiones polémicas que no siempre he compartido, me emocionó su arrojo cuando en nombre de la justicia universal, esa que también se pretende aniquilar, procesó a Augusto Pinochet. Una conmoción compartida por la extrema derecha, por diferentes motivos, que lo colocó en la mira de estos aguiluchos sedientos de venganza. Ahora, las voces silenciadas de los muertos, reciben otra paletada de tierra sobre sus pulidas calaveras. Otro agravio que sumar a la lista de tropelías y canalladas acumuladas durante más de setenta años. Una dentellada más que infecta de ignominia sus frágiles y quebradizos huesos.