28/04/2014

GABO

En Colombia, como en tantos lugares antes del cambio de siglo, se pidió a los personajes más relevantes, que propusieran a sus respectivos candidatos para el título de “personaje colombiano del siglo XX”. El resultado fue que García Márquez, el premio Noble de Literatura, salió elegido como el personaje colombiano del siglo.

También se le preguntó, claro está, a García Márquez y lo interesante de este asunto, desde mi punto de vista, es que él eligió a Eduardo Zalamea Borda (Ulises) un perfecto desconocido por estos pagos.

En estos días en que la prensa mundial se ha volcado en el recuerdo de Gabo, estos folios quieren ser un grano de arena añadido al torrente de información publicada con motivo de su muerte y también para explicar de alguna manera por qué el premio Noble colombiano eligió a Eduardo Zalamea como el colombiano más importante del siglo XX. Para ello voy a recurrir, sobre todo a las mismas palabras de Gabo.

Y en primer lugar el nombre Gabo

Lo relata de la siguiente manera: “Minutos después de mi llegada (al periódico EL ESPECTADOR) salió de la oficina contigua Eduardo Zalamea Borda, el subdirector, absorto en un legajo de papeles. Se espantó al reconocerme.

¡Hombre, don Gabo! —casi gritó, con el nombre que había inventado para mí en Barranquilla….y que sólo él usaba. Pero esta vez se generalizó en la redacción y siguieron usándolo hasta en letras de molde: Gabo.

Así pues ya sabemos quién le bautizó con el nombre con el que se le conoce universalmente.

Eduardo Zalamea Borda (que firmaba con el seudónimo Ulises, por su admiración hacia James Joyce) recibió un homenaje por parte de los republicanos españoles exiliados en Colombia, por su decidida posición ante el franquismo, en sus columnas periodísticas. Unos años después, a principio de los sesenta, Zalamea visitó España con su familia. Venía desde París donde era embajador ante la UNESCO y pensaba que quizás en la frontera le iban a poner dificultades debido a sus artículos en defensa de a los republicanos y de la República. Afortunadamente no fue así y pudo recorrer nuestro país sin dificultades. Como era un conocido aficionado al futbol, aprovechó su estancia en Zaragoza, en el Gran Hotel, para asistir a un partido de liga.

La novela principal de Zalamea “Cuatro años a bordo de mi mismo”, es un punto de partida. La literatura de su tiempo en su país dormitaba siguiendo las pautas consuetudinarias o bajo la influencia europea. Zalamea intenta una vuelta a las raíces, a lo distinto, a lo propio, interiorizado pero por ello más universal y trajo un aire fresco premonitorio del gran desarrollo posterior. Zalamea fue, en mi opinión, un regeneracionista de la literatura colombiana. Clamaba una y otra vez, sobre todo desde el suplemento el “Fin de Semana“de El Espectador, por la dignificación de la literatura del país, promoviendo el descubrimiento de nuevos valores. Zalamea era un voraz lector en varios idiomas y eso le daba perspectivas de lo que se hacía en otros países, mientras que en el más importante periódico del país, El Tiempo, se proclamaba que Bogotá seguía siendo la Atenas suramericana y país de escritores…

Parece que por fin suscitó el interés y entre los textos que recibió estaba el primer cuento de García Márquez “La tercera resignación”, (que Zalamea publicó en “Fin de semana” del 13 de septiembre de 1947).

García Márquez, obviando que Zalamea lleva tiempo invitando a publicar a los nuevos valores, lo describe así: Ulises”, el crítico y novelista Eduardo Zalamea Borda, director del suplemento literario de El Espectador, había publicado un artículo afirmando que la joven generación literaria era nula: “A mí me salió entonces un sentimiento de solidaridad para con mis compañeros de generación y resolví escribir un cuento, no más para taparle la boca a Eduardo Zalamea Borda.

En una carta de García Márquez, a su amigo Gonzalo González, le decía de Zalamea: “Insisto en decirte que no me equivoqué al escoger mi Cristóbal Colón, cosa que de sí mismo no puede decir ni siquiera el continente americano.

Era una forma de homenaje al hombre que le publicó sus primeros escritos y le hizo una critica tan valiosa que le ganó para la literatura. Sin duda Gabo llevaba el genio sujeto en el interior de su lámpara. Zalamea le facilitó su liberación Y así lo reconoció reiteradamente Gabo. En 1998, con ocasión una reedición de la novela de Eduardo Zalamea Borda “Cuatro años a bordo de mi mismo”, decía: “Sin embargo, su obra de mayor mérito  que sin embargo parece condenada a permanecer para siempre en la sombra  fue la influencia personal que ejerció sobre un buen número de escritores y artistas jóvenes que hoy deberían conocerse como la Generación del 9 de abril. … Su tema fue siempre el mismo: la urgencia de modernizar las artes y las letras de Colombia en sintonía con el mundo. Es difícil concebir un hombre con tantas ideas propias sobre el oficio de escribir, ni másclaridad y poder para contagiarlas. Ese modo de ser, más que una pasión, fue en él un vicio insaciable y corruptor que lo atormentó sin pausa ni reposo hasta su muerte inadmisible a los cincuenta y seis años.

Los más afortunados fuimos los que compartíamos con él la tertulia del periódico a las cinco de la tarde, que es una instancia desaparecida en el periodismo de hoy. Tenía un olfato casi sobrenatural para desentrañar las vocaciones ocultas y sustentar las definidas, pero sin un ápice de complacencia. Era el lector más lúcido de manuscritos crudos, y por lo mismo el más temible. Sin términos medios, pues lo mejor de su corazón fue la voluntad radical con que nos convencía de romper los borradores que no le parecían dignos de publicarse. Lo que se opone a lo bueno  solía citar  no es lo malo sino lo mediocre. O de otro modo: un escritor es más valiente por lo que se atreve a romper que por lo que se atreve a publicar. Y por lo menos uno de nosotros sigue preguntándose todavía si seríamos lo que somos hoy de no haber sido por él. Gracias a la sabiduría brutal con que nos obligaba a respondernos a nosotros mismos qué clase de animales útiles debíamos de ser  o merecíamos ser – en aquella Colombia retórica y confesional del medio siglo. Octubre 1998

 

Nota bibliográfica

García Márquez, Gabriel: “Vivir para contarla. Mondadori Barcelona 2002,

García Márquez, Gabriel. “Auto-crítica”. Dominical de El Espectador (30 de marzo de 1952): 15. “La Tercera Resignación El Espectador (13 de septiembre de 1947); “Eva está dentro de su gato”. El Espectador (25 de octubre de 1947) 8.

Saldivar, Dasso: García Márquez el Viaje a la Semilla , Santillana 1997

Gillard Jacques en Mélanges américanistes en hommage à Paul Verdevoye [Misceláneas americanistas en homenaje a Paul Verdevoye], editado por Éditions Hispaniques, París, 1985, en su colección “Tesis, Memorias y Trabajos” (333-341). o la tesis de Jacques Gilard, de 1984, titulada “García Márquez y el Grupo de Barranquilla”.

Gillard, J., Eduardo Zalamea Borda descubridor de García Márquez «Eduardo Zalamea Borda, découvreur de García Márquez», en Mélanges américanistes en hommage à Paul Verdevoye. París: Editions Hispaniques, 1985, págs. 333-341. (Trad. por Juan Moreno Blanco, Eduardo Zalamea Borda, descubridor de García Márquez, en Literatura. Teoría, historia, crítica, n.º 8, Universidad Nacional de Colombia, 2006, págs. 339-351).

Luis Haars, Los Nuestros, Alfaguara, 1012. , notable exposición, partiendo de su conversaciones con Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Rosa J. Guimaraes, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, de los comienzos del fenómeno de la literatura latinoamericana, que sería conocido el Boom.