Me despierto esta mañana dominical con la noticia de dos brutales asesinatos que se suman a la interminable lista de crímenes por eso que se viene a llamar "violencia de género". Una vez más, una mujer y su hijo pierden la vida de manos de quién, en algún momento, le susurró hermosas palabras de amor a los oídos. Una rabia sorda va creciendo desde la boca de mi estómago para tomar forma de estruendo al llegar a la cabeza. ¿Violencia de género? Yo iría un poco más allá.