21/05/2010
En cualquiera de los Caminos de Santiago hay muchas constantes, a las que el Peregrino ha de enfrentarse día tras día. Una de esas constantes es el “mirar siempre hacia delante”, hacia el lejano horizonte que hay que alcanzar, superar y después dejar atrás, para volver a encontrarse con otro nuevo y lejano horizonte que también hay que alcanzar, superar y volver a dejar atrás. Y así un día y otro día, hasta que se llega al “último horizonte”, que, alcanzado, ya no habrá que superar ni dejar atrás, porque en su regazo están la ciudad, la catedral y el sepulcro que justifican y explican los afanes, cansancios, alegrías y dolores que marcan los kilómetros andados. Y si esto es verdad que todo Peregrino sabe, ¿por qué digo yo “Mirando atrás, por el Camino de Santiago”? Sencillamente, porque deseo contar a Ustedes mi primera vivencia del Camino de Santiago, vivencia que aún está fresca y viva en mis recuerdos porque marcó para siempre mi posterior vida de Peregrino