Realmente la actuación de Ana Botella al frente de la corporación municipal de Madrid resulta tragicómica. Todos conocemos sus méritos contraídos para ir en esa lista municipal. Luego su llegada a la alcaldía fue producto del vergonzoso abandono de Gallardón que faltando al respeto a todos los madrileños que le habían votado, prefirió un sillón ministerial. Parece ético el permanecer en un puesto público y durante el tiempo de duración, si has sido elegido por los ciudadanos. Mas hace ya tiempo que nuestra clase política ha olvidado el significado de la ética.