El siglo XX está pasando factura y nos aporta resultados inquietantes. Vamos recogiendo los frutos de la siembra. Cualquier flautista de Hamelín es capaz de arrastrarnos con cuatro canciones.
Tuve ocasión de acudir a París a la lección Michel Soulé en la Maison de la Chimie y sentirme feliz entre mil personas que se movían por escuchar y ofrecer ideas nuevas o clásicas un sábado de otoño. Percibí el aire y el pulso de esta ciudad creativa que siempre va un poco por delante en los grandes temas con una refinada crítica social.