Javier de Burgos fue un personaje político entre el despotismo ilustrado, el afrancesamiento y el liberalismo moderado, destacando por su fe en las reformas administrativas más que en la política en sí, algo no muy común en la España decimonónica.
La provincia es un invento de relativa proximidad, ideada por el neocentralista -otros, sin embargo, lo califican de prefederalista- Javier de Burgos, con fines estrictamente de organización burocrática. Aunque de naturaleza ficticia, artificial y ahistórica, la provincia ha calado hondo en la conciencia localista de todos los españoles. Ortega y Gasset dirá que “España es pura provincia” en alusión no sólo al arraigo del sentimiento regional, sino también a esa pugna peyorativa entre el casticismo centralista de Madrid y la periferia “provinciana”.