La concatenación de catástrofes que asola Japón estos días nos vuelve a enfrentar de bruces con el dilema de la energía nuclear. Sus riesgos, infinitamente superiores a las ventajas que nos quieren hacer creer, toman cuerpo y amenazan cualquier forma de vida biológica en el país nipón. Todavía es difícil prever las dimensiones de la tragedia. Aún es pronto para determinar el alcance sobre las personas, los animales, las plantas o por cuanto tiempo quedarán contaminadas el agua y la tierra. Tampoco podemos predecir hacia donde soplará el aire que porta una carga radioactiva y que en estos momentos acaricia letalmente las costas norteamericanas. Se calcula que el desastre de Chernóbil envenenó la zona afectada por un periodo de 24.000 años. Este dato es, sin duda, el argumento anti-nuclear más duro y contundente que podemos esgrimir.
¿Cuántos de nostros contestaríamos, como hace casi 25 años, con […]
Está claro que no hemos conseguido encontrar los cauces de concertación social adecuados. Entre 1975 y 1977, lo que se reclamó fue una "gestión democrática del medio ambiente".
La polémica sobre la ubicación de los cementerios nucleares divide […]