Los pueblos eslavos de los Balcanes participaron activamente en el intenso desarrollo del nacionalismo en el siglo XIX. En esta zona de Europa el nacionalismo tenía dos importantes adversarios: el Imperio austriaco en el norte y el Imperio turco-otomano desde el sur. En 1830, Grecia obtuvo la independencia del Imperio otomano después de una intensa guerra, pero éste seguía extendiendo su influencia por casi todos los Balcanes. La mayor parte de los pueblos eslavos eran súbditos de Turquía, pero de un Imperio en franca decadencia. Los serbios fueron el pueblo más activo en la zona, fomentando frecuentes y sangrientos levantamientos contra los turcos. Además, intentaron asumir un papel protagonista en todo el mundo eslavo en las luchas nacionalistas de la zona.