José Bada nos ha hecho otro magnífico regalo, para disfrutar una vez más de su pensamiento. El primer Consejero de Cultura de un gobierno aragonés salido de las urnas —presidido por Santiago Marraco en 1983 e injustamente tratado por los adversarios políticos, por los medios de comunicación, por quienes se decían amigos y por el propio PSOE, hasta que entre todos lograron su “erradicación” (p. 153), que tan cara ha pagado Aragón— es de aquellos que tienen la manía de pensar, en vez de seguir cómodamente las consignas. Este dirigente del PSA de la transición no se preocupa por estar a la moda, ni por escribir lo políticamente correcto, como saben los lectores de sus incesantes artículos en la prensa aragonesa.