La Media Annata era un tributo real ordenado por el rey Felipe IV por un decreto del año 1631. Consistía en el pago a la Hacienda Real de la mitad de los ingresos obtenidos en el primer año de todos los cargos y oficios. Incluía los cargos eclesiásticos y los de nombramiento real en cualquier organismo o institución, y en todos sus estados, es decir, casi fue el único impuesto general de la Monarquía Hispánica. En todo caso, se dieron algunas exenciones, algo propio de la época.