En los inicios del siglo XIX, el Imperio turco manifestaba síntomas de debilidad y crisis por la creciente presencia e intervención del ejército en la sociedad y la política, y por el surgimiento de distintos nacionalismos en muchos de sus territorios, especialmente en los Balcanes. Comenzó un largo período de pérdidas territoriales. Egipto era prácticamente independiente desde las guerras napoleónicas. Grecia se independizó en 1830 después de un decenio de intensas luchas. La suerte no era mucho mejor en el norte de África.