Bajo ese titular, contrasta “Heraldo de Aragón” los distintos regímenes alimenticios y económicos de los niños de los colegios en comparación con los diputados de las Cortes de Aragón. Los sencillos menús de los colegios, 6,81 euros; los más variados, en las Cortes, 3,05 euros.

Hace ya tiempo que, ante la presión de la crisis y el cabreo de los ciudadanos, se vienen lanzando globos sonda y propuestas que parecen dirigidas a limitar el elevado coste que nos supone a todos el incomprensible número de cargos políticos y asesores generosamente retribuidos.
Y, como parece que se considera tontos a los ciudadanos, se habla de reducir el número de concejales o de diputados. Claro que eso no es posible hacerlo efectivo hasta 2015, pues la Constitución garantiza el derecho al cargo a todos los elegidos en 2011 durante los cuatro años de su mandato. Y, además, para que eso fuera posible, hay que modificar la Ley Electoral y los Estatutos de Autonomía.

En el Congreso del PP andaluz, celebrado el pasado fin de semana, Mariano Rajoy se dirigió a los asistentes para decirles que podían ir “con la cabeza bien alta y con orgullo”, pues “no tenemos nada de qué avergonzarnos, estamos trabajando en beneficio de todos”.

Podría ser interesante analizar la psicología de un líder político que se dirige así a los suyos, intentado darles lecciones y consuelo moral. ¿Por qué dijo eso el Sr. Rajoy?

El nuevo paquete de medidas anunciadas por el Presidente Rajoy es una mezcla de decisiones “que no le gustan, pero que hay que tomar”. Cada vez se parece más a la época final de Rodríguez Zapatero. Como él, hace todo lo que afirmó que no haría nunca. Y encima, en el Congreso los suyos le aplauden (¿no les da vergüenza?).

Todos sabemos que la época es difícil, que hay que aceptar sacrificios. La cuestión es que los sacrificios debieran ser compartidos y liderados por una clase política que diera ejemplo y demostrara entender que no está por encima de los pobres ciudadanos, que pagan sus errores.

Una y otra vez se habla y se anuncian recortes salariales, más aún. Desaparecen las aportaciones a los planes de pensiones, se reducen las ayudas sociales, se incrementan los horarios, se prescinde de interinos y contratados. ¿Y los políticos profesionalizados?

El panorama nacional, en medio de una tremenda crisis económica y de valores, presenta casos especialmente destacados por su desparpajo y su buena vida. Veánse algunos casos como el de Flavio Briatore y el del presidente del Tribunal Supremo y del Consejo Superior del Poder Judicial.

Con este título (Le Roi s’amuse) estrenó Victor Hugo en 1832 una obra teatral, cuyas representaciones fueron suspendidas por la autoridad; Verdi la tomó como argumento para su ópera “Rigoletto”, aunque también intervino la censura y le obligó a cambiar el personaje del rey libertino por el Duque de Mantua.

Hoy, afortunadamente, la censura y el ocultamiento no es tan fácil sobre las actividades reales y su crítica.