andalán 50 años » II. Des-velando Andalán » 2.7. Los principales temas

Gracias, Andalán, fuente de sueños, luchas y conquistas

Pasó el tiempo, ya lo creo que pasó; y sin pedir permiso… Pero resulta interesante mirar hacia atrás y constatar que, a pesar de tantos errores y desenfoques de juventud, en lo sustancial, en lo fundamental, sigo estando de acuerdo con aquel Perico que escribía de vez en cuando en Andalán artículos como los siguientes: La guerra del campo no ha terminado; La autodeterminación de Aragón; El Partido Verde Alemán: un intento de dar expresión política a los movimientos alternativos; ¿Es posible un territorio libre de armas nucleares?; ¿Qué pasa en Europa?; La convención pacifista de Perugia; Reagan lo que Reagan, ni OTAN ni bases, neutralidad; Etiopía: algo más que una limosna; Para Turquía, OTAN significa dictadura; ¿Es posible un Partido Verde en España?; El movimiento pacifista en el Estado Español; Segundo encuentro del Movimiento por la Paz; Objetar fiscalmente a la OTAN.

Sigo estando de acuerdo en lo fundamental con él, con aquel Perico que, junto a tantos otros, peleaba por un país neutral, sin bases extranjeras y libre de armas nucleares; que se lanzaba a promover la solidaridad con Etiopía, asolada por la sequía y el hambre; que se negaba a pagar impuestos para gastos militares; que se atrevía a imaginar una nueva Europa desde la perspectiva política del emergente Partido Verde alemán; al tiempo que alzaba la voz por un Aragón libre de centrales nucleares y con amplio autogobierno, en base al artículo 151, como Andalucía, huelga de hambre incluida, reivindicando un medio rural vivo de la mano del naciente sindicalismo agrario de la UAGA… Y es que, aún cargados con ese dogmatismo que la inexperiencia juvenil anima, creo que, en lo fundamental, teníamos razón.

En algunos frentes conseguimos triunfos que Andalán alentó y promovió, aunque casi nadie recuerda ni valora; triunfos tan relevantes como librarnos en Aragón de las centrales nucleares que estaban proyectadas en Chalamera, Sástago y Escatrón; o que se fueran los militares norteamericanos de Zaragoza. Más adelante conseguiríamos la derogación del famoso Trasvase, que ya se daba por inevitable y se desarrollaría la energía eólica y la solar como alternativa a nucleares y térmicas. Siempre que paso por la Muela, pienso en la cantidad de descalificaciones recibidas por hablar de la necesaria transición energética frente al cambio climático, y no puedo evitar indignarme al constatar que son justamente los que nos ridiculizaban quienes hoy hacen suculentos negocios oscuros poniendo parques eólicos por doquier.

En el tema OTAN estuvimos muy cerca de lo impensable: derrotar en referéndum al Gobierno presidido por Felipe González que, a pesar de contar con el apoyo de prácticamente todo el arco parlamentario, tuvo que salir en televisión la víspera de la votación para asustar a la población al ver que las encuestas pronosticaban la victoria del movimiento ciudadano por el NO a la OTAN. Un movimiento que nació en Zaragoza, arropado por Andalán, con aquella Cadena Humana por la Paz con más de 20.000 personas desplegadas desde el Parque Castillo Palomar, en Delicias, hasta las puertas de la base. Hoy, en plena escalada de tensión bélica en Ucrania, tras décadas de sigiloso rearme nuclear y convencional, me pregunto qué pinta España en una alianza que buscaba defendernos de la URSS y del Pacto de Varsovia cuando ya no existen ni la URSS ni el Pacto de Varsovia; me pregunto si estamos dispuestos a ir a la guerra para que la OTAN pueda extenderse a Ucrania …

El que la Nueva Cultura del Agua naciera también en Aragón creo que ni fue casual ni ajeno a lo que Andalán dejó sembrado en esta tierra. Coagret, como anteriormente el Colectivo por la Paz y el Desarme, nació huérfano de apoyos políticos, enfrentando aquel mal llamado Pacto del Agua, al que se apuntó todo el arco parlamentario. Un acuerdo que pretendía inundar buena parte de los valles que no habían sido borrados del mapa por los embalses que inauguraba Franco. Sin embargo, conseguimos que ni el embalse de Jánovas, ni los de Biscarrués, Torre del Compte o Santaliestra inundaran pueblos y valles habitados; y que Sigüés siga existiendo, eso sí, junto al elefante blanco de Yesa, descomunal monumento a la sinrazón que amenaza la vida de miles de familias en el Valle del Ebro, si los deslizamientos activos .

 

 

Y se consiguió parar el Trasvase del Sr. Aznar, que iba a ser “un paseo militar”, según uno de sus ministros. Un Trasvase que era la versión definitiva de anteriores proyectos que Andalán había combatido con determinación. Aunque me duele que se eluda reconocer que fue en gran medida gracias a los afectados, tanto en la montaña como en el Delta del Ebro, liderados por COAGRET, que supo encuadrar el conflicto en la coherencia de la Directiva Marco del Agua y bloquear los fondos europeos.

En la lucha antinuclear que arraigó en el Bajo Aragón con DEIBATE y sobre todo con DEIBA en Caspe, nació el movimiento ecologista en Aragón, con el incondicional apoyo de Andalán. Años más tarde, aquella movilización ecologista, cruzada con las convicciones de noviolencia que suscitó el movimiento pacifista, daría a luz Ecofontaneros. Un nombre, por cierto, que improvisamos enterrados en cemento hasta la cintura, parando los camiones que llevaban materiales para urbanizar los entornos del Moncayo. Era tan sólo la primera de una decena de urbanizaciones que pretendían rodear el Parque Natural. Cuando llegó la guardia civil y el sargento pasó a identificarnos, tuve que informarle que era profesor de la Facultad de Económicas y Vice-Rector, con su consiguiente mosqueo, creyendo que le tomaba el pelo. Poco después lo comprobó llamando al Gobierno Civil. Pero mientras lo hacía, uno de los guardias se agachó y en voz baja, nos susurró: de puta madre, compañeros, que ese y yo (señalando su compañero) somos de Adenex (un colectivo ecologista de Extremadura). Esta noche, cuando salgamos de servicio vendremos a apoyaros; pero no le digáis nada al sargento. Y en efecto, al atardecer volvieron con una botella de brandy. Pues bien, se consiguió parar aquella locura.

Fue la primera de toda una serie de acciones espectaculares noviolentas que buscaban ganar portadas y telediarios, para empoderar a los movimientos que luchaban en el territorio desde la más absoluta invisibilidad. Siguieron otras muchas, en esa defensa del territorio que habíamos aprendido en Andalán, de las cuales sin duda la más espectacular fue la de escalar la Torre Eiffel, para plantar una pancarta descomunal (40 m x 3 m) contra la Autopista Eléctrica del Pirineo, mediante la cual Francia, con la complacencia del Gobierno de España y por supuesto de la DGA, podría exportar los excedentes de sus centrales nucleares a España y África. Poco después vendría la escalada de Torre Europa, frente al Estadio Bernabeu, para desplegar otra pancarta en las oficinas de la empresa REDESA. También se consiguió parar aquel megaproyecto.

Recuerdo la ocupación y acampada durante dos días sobre la Puerta de Alcalá, en un Madrid tomado literalmente por la Policía Nacional, para protestar contra la Guerra de Irak y la vergonzante participación de España, con el Señor Aznar en el grupo de las Azores. Ahí debo reconocer que no conseguimos parar la guerra.

Con la entrada a la nuclear de Trillo, nos la jugamos, pues las medidas de vigilancia y seguridad eran realmente duras. Se trataba de publicitar los graves fallos y problemas de seguridad, silenciados por la empresa y el Gobierno, que Ecologistas en Acción estaba denunciando. Éramos considerados por entonces enemigos del progreso, que proponían “estupideces” como la energía eólica. Y desde ese mismo empeño acabamos escalando una de las torres de refrigeración de la térmica de Andorra para desplegar otra enorme pancarta denunciando la lluvia ácida que generaba y promoviendo su cierre. En estas acciones, no sólo había que eludir la rigurosa vigilancia del perímetro, sino garantizar que al final nos detuviera la guardia civil, a la que siempre alguien llamaba con el tiempo justo para evitar que lo hicieran los enfurecidos guardias privados que veían peligrar sus puestos de trabajo.

Con Ecofontaneros, la noviolencia, que habíamos aprendido del MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia), con el inolvidable Chema Mendoza al frente, pasó a presidir todas nuestras acciones. Por ello, cuando, en mitad de la desesperación, ganaba fuerza en el Pirineo la propuesta de quemar coches de almendrones, de los que suben a esquiar, acabamos proponiendo una huelga de hambre de un mes. La lucha contra Yesa, Jánovas y Santaliestra había conseguido grandes manifestaciones en Jaca, Boltaña y Graus. Sin embargo, el Gobierno, lejos de frenar los proyectos, aprobó de un plumazo las evaluaciones de impacto ambiental, tras hacer dimitir a toda la plantilla de evaluación ambiental del Ministerio. Eso rompió la moral de la gente. Con los ánimos por los suelos, lo que ganaba fuerza, especialmente entre los más jóvenes, era promover acciones violentas. Desde Ecofontaneros sabíamos que podíamos aguantar un mes sin comer y sin quebrar nuestra salud; de forma que propusimos una huelga de hambre progresiva en la que media docena arrancaríamos con la idea de aguantar cuatro semanas (con análisis diarios); cada fin de semana se debían añadir nuevos hambrientos, que intentarían aguantar tres semanas, dos y una; con una vigilia final masiva, al final de la cuarta semana, la víspera de bajar a Zaragoza. A medida que la gente veía que podía aguantar, más y más se unían, mientras cientos de vecinos se reunían cada tarde en pueblos, cabeceras comarcales y capitales, para apoyar. Aquel domingo final, bajaron a Zaragoza miles de personas desde todos los rincones del Pirineo, con los grupos de paloteao, rondallas y colegios; aún me emociono cuando lo recuerdo. Zaragoza se volcó y aquellas en torno a 15.000 personas nos rescataron de la huelga de hambre, tal y como habíamos soñado. Había valido la pena.

En la década de los 80, cuando todo estaba prohibido, Andalán fue para mí el espacio de libertad en el que estas ideas nacieron, porque se podían debatir y difundir, desde la convicción de que otro Aragón era posible, porque era necesario.  Por todo ello, gracias Andalán.