Los Gobiernos de concentración nacional, después de la triple crisis de 1917, supusieron el último intento de regeneración del régimen político español de la Restauración, pero llegaban en un momento en lo que solamente era viable ya la ruptura con el mismo. En principio, se pretendía que liberales y conservadores abandonasen sus enfrentamientos, tanto entre ellos como en el seno de sus formaciones que, en realidad, eran más intensos o virulentos. Además, se apostó por introducir en los engranajes del poder a la burguesía catalana, representada por una Lliga Regionalista que había protagonizado el fallido intento de profunda reforma política de la Asamblea de Parlamentarios de Barcelona y que ahora veía con espanto el auge de la presión anarcosindicalista en Cataluña. Era la hora de participar en el Gobierno del Estado. Eran momentos en los que pesó más el alma burguesa que la catalanista.
Uno de los cambios más importantes en el ámbito económico y laboral que trajo la Revolución Liberal en España fue la abolición de los gremios, aplicando la filosofía del liberalismo económico sobre las relaciones laborales basadas en un contrato individual entre el patrono y el trabajador.
Los partidos dinásticos del turno político del sistema de la Restauración –conservadores y liberales- estaban realmente muertos al terminar la Dictadura de Primo de Rivera.
El concepto de nación como comunidad política con derecho a contar con un Estado organizado es una de las herencias ideológicas de la Revolución Francesa. En este artículo estudiamos algunos aspectos fundamentales del nacionalismo en el siglo XIX.
Breve estudio del turnismo en la España de la Restauración borbónica